Para entender los procesos electorales es muy importante definir los quiebres – los clivajes – que traspasan la sociedad en el pleno político. En el caso de México y de Colombia el clivaje se da entre derecha e izquierda: en México, entre Andrés Manuel López Obrador vs. Ricardo Anaya, del PAN y el PRD, respectivamente y, en Colombia, entre Gustavo Petro, de Colombia Humana vs. Iván Duque, candidato del uribismo y del Partido Conservador.
México y Colombia son dos países estratégicos para la penetración de Estados Unidos en América. El caso de México es claro: una frontera de más de 5.000 kilómetros, al sur de Río Grande; Colombia, por su parte, es el país privilegiado por Estados Unidos para convertirse en guardián de América del Sur: sobre la base del Plan Colombia, el país está plagado de bases militares del país del Norte.
Ambos países tienen sendas democracias muy débiles, que podríamos llamar inviables, además, el narcotráfico, la delincuencia, la debilidad de los partidos políticos, problemas a los que hay que agregar la corrupción y la violencia tanto al seno del gobierno, como de los mismos partidos políticos y de la sociedad en general, cuya consecuencia se hace manifiesta en la campañas presidenciales de ambos países con miras a las próximas elecciones a realizarse durante el presente año.
En el caso de México, el triunfo de López Obrador, a juzgar por las encuestas, parece asegurado y, asimismo, la derrota del PRI. El peligro está en la larga historia de fraudes que marcan la historia política de ese país, y que, de seguro, tratarán de impulsar de triunfar López Obrador.
En Colombia el panorama es aún más grave: a pesar de los Acuerdos de Paz, firmados entre el gobierno y las FARC, en estas elecciones asistimos a la vuelta de la violencia política, característica en la historia de ese país en los últimos cincuenta años – sin considerar las guerras entre liberales y conservadores que datan desde el siglo XIX -. Durante el presente año, los paramilitares han asesinado más de 250 líderes sociales y defensores de derechos humanos.
A mi modo de ver, no hay que ser mago para sostener que la disputa en Colombia, para la segunda vuelta presidencial se dará entre la derecha y la izquierda. Gustavo Petro tiene asegurado su triunfo en la Costa Atlántica y en la ciudad de Bogotá, en tanto Iván Duque, uribista, ha aumentado del 8% al 23%, empatando con Petro. Los otros dos candidatos cercanos, Germán Vargas Lleras y Sergio Fajardo, que superaban a Duque, hasta hace una semana, ahora van a la baja en las encuestas. Londoño y Pillar Córdoba apenas tienen un 1% de apoyo popular.
La posibilidad de que gane Petro tiene aterrada a la derecha uribista colombiana, que ha desarrollado una campaña de miedo y de violencia que, afortunadamente, no ha llegado a los electores, salvo a los muy fanáticos admiradores del paramilitar, ahora senador Álvaro Uribe, (está siendo investigado por la Corte Suprema por presentación de testigos falsos y por la manipulación de testigos a su favor). Dos líderes paramilitares han acusado a los hermanos Uribe Vélez de haber formado un grupo paramilitar en la hacienda de su padre.
En el pasado reciente varios candidatos presidenciales han sido asesinados, durante actos de campaña, por sicarios contratados por la derecha, entre ellos Jaime Hernando Garzón, Bernardo Jaramillo y Luis Carlos Galán. En el caso de la campaña eleccionaria de 2018, la derecha uribista y los paramilitares están contratando sicarios para asesinar al candidato presidencial Petro.
En la plaza principal de Cúcuta Gustavo Petro había logrado reunir sus partidarios para llevar a cabo una manifestación de campaña; en un momento dado una bomba explotó y los contra manifestantes comenzaron el ataque al candidato de Colombia Humana y a sus adherentes; la camioneta que llevaba a Petro recibió un proyectil, y afortunadamente se comprobó que no era de balas. Gracias a que el auto era blindado, las piedras no alcanzaron a golpear la cabeza del candidato, sin embargo, le impidieron lograr su cometido de dirigirse a sus partidarios.
La derecha, tanto en México como en Colombia, hará lo imposible para evitar el triunfo de los dos candidatos progresistas, que cambiarían radicalmente el mapa político de América Latina, dada la importancia estratégica de ambos países.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
04/03/2018