Hace unos días entrevistaban en televisión en español a un grupo de “Soñadores” que exigían que el gobierno no cancelara el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
Estos jóvenes se presentaban como la crema y nata de los indocumentados en Estados Unidos, pregonaban que estaban estudiando y que tenían valores y que ayudarían en la economía del país una vez graduados de universidad. Y allá en una esquinita, sola, estaba otra jovencita que sin tambalear contestó que ella muy bien podría tener DACA pero que lo rechazaba porque no iba a poder andar por la vida con permiso de residencia sabiendo que hay millones que no lo tienen y que pueden ser deportados. Sus palabras me emocionaron grandemente, porque representaron un bálsamo para los millones de indocumentados que quedan fuera del programa.
Una sola y no se intimidó, lo dijo con dignidad. Una sola jovencita tiene la capacidad para discernir, siente y valora y además respeta la lucha de los jornaleros. A ella no se le subió el estudio a la cabeza, a ella no han logrado manipularla. Solita, en una esquina, lejos de la bullaranga de quienes pregonaban la traición a los suyos.
Y es una insolencia por parte de los “Soñadores” descalificar y minimizar a los jornaleros indocumentados que tienen que trabajar hasta 3 turnos al día, de lunes a domingo para poder enviar remesas a sus familias en sus países de origen. Ellos no tienen la oportunidad de estudiar ni de sacar una carrera universitaria, y no por eso son menos importantes y no por eso dejan de contribuir al país pues pagan impuestos y sus trabajos no los realizarían ni siquiera los “Soñadores” mucho menos los estadounidenses.
Luchar por DACA es una traición a los 25 millones de indocumentados que viven en las sombras y que sobreviven en múltiples trabajos: mal pagados, sin derechos laborales y con el temor de una deportación.
DACA nunca debió existir pues fue un canje de Obama para silenciar las luchas por la Reforma Migratoria Integral, un canje al que muy bien accedieron sin pensar en los más necesitados de derechos laborales, porque son los jornaleros indocumentados los más explotados del sistema estadounidense.
Y duele, duele verlos. Duele ver que esos niños que llegaron de Latinoamérica, que supuestamente representan a los indocumentados, sean quienes los traicionen accediendo a tratos para salvarse ellos, apuñalando por la espalda a quienes ponen el lomo por los indocumentados en este país.
La lucha no debió ser por DACA, esos “Soñadores” debieron disolver cualquier organización pro canje, y unirse a los millones de parias para exigir una Reforma Migratoria Integral, era para todos o no era nada. Así hubieran dignificado su origen latinoamericano, honrando a quienes históricamente han puesto la cara por los migrantes en este país. Porque somos los latinoamericanos la minoría más grande y dentro de pocos años seremos la mayoría en este país.
Mientras estos jóvenes gritan fanfarroneando que son lo mejor de los indocumentados por haber estudiado, hay miles trabajando de sol a sol, cortando las frutas y verduras que estos jóvenes tienen en sus casas todos los días a la hora de la comida. Debería darles vergüenza un solo pronunciamiento en apoyo a DACA y más escupir los rostros de quienes les dan de comer. Adultos mayores, que han dejado los mejores años de su vida en este país, explotados, excluidos y ahora traicionados por quienes debieron dignificarlos.
Por eso no sorprende que la mayoría de agentes de la Patrulla Fronteriza sean hijos de latinoamericanos que llegaron como indocumentados y que en otros tiempos cruzaron esas mismas fronteras que hoy cuidan ellos con odio racial.
No sorprende tampoco, que policías de origen latinoamericano sean más racistas contra los latinos indocumentados que los mismos gringos.
Y mucho menos sorprende que legisladores estadounidenses de origen latinoamericano voten a favor de un muro en la frontera, por las deportaciones masivas y apoyen la injerencia y las invasiones militares en Latinoamérica. Es un escupitajo a la entraña, porque aunque se quieran hacer pasar por gringos, aunque hablen su idioma, aunque les avergüence su origen es latinoamericano y eso no lo podrán cambiar nunca. Y nunca, nunca, nunca serán vistos por los gringos como uno de ellos.
Estos legisladores son el espejo de la traición que están haciendo los “Soñadores” con el resto de indocumentados; y no son comparaciones banales, es la realidad.
Traicionaron a sus mayores, a quienes les deben respeto milenario, traicionaron a los parias que son su raíz, a las manos obreras que dignifican millones de familias dentro y fuera de Estados Unidos y también se traicionaron ellos mismos, porque aunque tengan documentos, permisos de trabajo, puedan tener licencias universitarias, nunca, nunca, nunca dejarán de ser vistos como lo que son: la vergüenza de la comunidad latina indocumentada en Estados Unidos. Porque lo mucho o poco que logren será a causa de la traición a su comunidad.
Y que no nos sorprenda en ningún momento, que el día que llegue un presidente de origen latinoamericano a la Casa Blanca, sea el peor de los malditos contra Latinoamérica.