Diciembre 28, 2024

Artesanas de la sexta región buscan rescatar trabajo con lana merino

Con el objetivo revalorizar la producción textil asociada a lana merino y así generar una nueva oferta turística en la zona,  un grupo de investigadores del Centro OVISNOVA de la Universidad Santo Tomás se encuentran trabajando en un proyecto financiado por el Gobierno Regional de O’Higgins denominado “Tras la hebra de la oveja merino”.

 

 

También se busca, salvaguarde la calidad genética de las ovejas merino y dar a conocer el patrimonio cultural e identitario de las tejedoras de la zona.

 

La oveja merino, es una de las razas ovinas originarias de España que se distribuyó en distintos países del mundo y en Chile, dada su alta rusticidad, se encuentra en sectores de secano costero de la VI Región donde se encuentran los rebaños más grandes.

 

A raíz de ello, un grupo de tejedoras y productores ovinos de la zona están rescatando el patrimonio genético y cultural de esta raza debido a su preciada lana con el objetivo, de generar una nueva oferta turística en torno a la creación de una ruta textil.

 

La lana merino cuenta con una gran variedad de propiedades que no encuentran en otros tipos de fibras.

 

Para comenzar, es la fibra más fina del mundo utilizada en prendas de vestir delicadas y finas y es usada en la confección de ropa deportiva para actividades al aire libre, debido a su gran capacidad térmica, absorbente de la transpiración, suave al contacto con la piel y ausencia de malos olores por ser naturalmente anti- bacterial.

 

Además, protege de los rayos UV, es renovable, reciclable y biodegradable.

 

Marcela Gómez, médico veterinario y directora del Centro OVISNOVA de la Universidad Santo Tomás, señala que “con este proyecto queremos rescatar el patrimonio de ovejas merino que existe en la sexta región y que asciende a más de 25 mil cabezas”.

 

“La idea, es mejorar la calidad de su lana y ponerla al servicio del trabajo de las artesanas del territorio, que hasta ahora solo tejían con lana de ovejas de raza tipo Suffolk también llamadas “cabeza negra”, desconociendo el enorme potencial que tienen estos animales de raza merino que se crían en la misma zona”, añade la coordinadora del  proyecto.

 

La calidad de la lana se mide en micrones para establecer un rango de suavidad y fineza entre sus especies. Las gruesas fluctúan entre los 30 y 35 micrones, mientras que las fibras inferiores a 26 no generan alergia ni pican tras su contacto con la piel. La de tipo merino está entre los 18 y 24 micrones, lo que la hace una de las más suaves y preciadas. 

 

En la comuna de La Estrella, una zona textil por excelencia,  vive Margarita Beas una artesana que hace más de 20 años trabaja en el tejido, una labor que se comprueba al observar sus creaciones y su hábil técnica para hilar.

 

“Lo más que me gusta de esta lana es la suavidad, y que se logra una prenda liviana y calentita. De hecho, acá no se conocía mucho, porque ha habido muchas mezclas entre las ovejas, además la gente se dedica a criarlas para carne”.

 

Si bien en esta zona siempre se ha trabajado la lana, este proyecto está dirigido a impregnarle un sello de calidad con diseños únicos y una amplia variedad de productos.

 

Alejandra Fuenzalida, diseñadora experta en conservación de la textilería patrimonial y parte del equipo de este proyecto, comenta que “desarrollamos primero una línea de decoración tales como pieceras, bajadas de cama, cojines, cortinas y también una línea de vestuario. Ahí entra el rol principal de la lana merino, porque su foco son los productos que están en contacto con la piel”.

 

El proyecto también busca incentivar a que las mismas artesanas sean las que le den valor a las lanas, porque como esta fibra solo se trabaja de manera industrial, los ovejeros venden su lana a empresas intermediarias y la producción de ropa Merino se hace fuera del país.

 

“Ahora la lana la están trabajando manos chilenas y la idea es comercializar los trabajos en ferias y usando plataformas online. En el 2018, van a hacer una nueva exposición y la idea es que después logremos más canales de comercialización”, señala Marcela Gómez.

 

Por esta razón, las tejedoras tuvieron que aprender el proceso completo del acondicionamiento de la lana merino, que requiere más dedicación que el de la lana normal que es un proceso que va desde el lavado del vellón, pasando por el escarmenado y cardado -desenredar la lana-, hasta las técnicas de hilar y teñir este fino y preciado material.

 

Todas las artesanas coinciden en que esperan que con este proyecto la gente aprecie, busque y valore las tradiciones chilenas, sobre todo la producción de esta fibra, que se ha perdido con el avance del tiempo y la industrialización de la empresa textil.

 

Margarita Beas expresa que “la lana es muy linda y también volver a trabajar en esto. Y de esto sabe, pues es una experimentada tejedora que por sí sola se podría considerar un patrimonio cultural vivo y  pieza esencial,  para el desarrollo y conservación del trabajo textil.

 

La Ruta estará completamente operativa a partir del año 2018, y contará con estaciones en las cuales las artesanas no solo venderán sus productos, sino que además mostrarán todo el proceso de producción, desde la esquila de los animales, pasando por el lavado del vellón, cardado, hilado, teñido y por supuesto mostrando los maravillosos telares en que se realizan los productos, por ejemplo el Telar Mapuche.

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