El Presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, propuso la candidatura a la presidencia de la Generalitat a Carles Puigdemont, líder del Partido Demócrata por Cataluña quien, actualmente, reside en Bruselas.
El parlamento catalán no puede tener una composición más anómala: tres diputados electos se encuentran en prisión a causa de la aplicación del art. 155 de la Constitución, y otros cuadros miembros, también electos, viven actualmente en Bruselas, y serían tomados presos una vez que pisen el territorio español.
Los delitos que se les imputan, tanto a los presos, como a los exiliados en Bélgica, de rebelión, subversión y malversación de fondos públicos, sumados equivaldrían a una pena de 30 años de cárcel.
Puigdemont se encuentra en un dilema insoluble: los delitos de los cuales se le acusa son tan graves que sólo prescribirían a los 20 años, es decir, tendría que permanecer en exilio todos ese tiempo, por consiguiente tiene que ser Presidente de Cataluña sí o sí, pues de lo contrario envejecería fuera de Girona.
El juez de la causa planteó que la mesa del Parlamento recién electo debería decidir si los tres parlamentarios elegidos podrían delegar el voto, y en el caso de los exiliados, esta delegación no ha sido acordada.
Puigdemont, desafiando la justicia española, viajó a Copenhague vía Ryanair (low cost); la justicia lo amenazó con resucitar la orden de detención en su contra que, según información reciente, fue rechazada por el juez Pablo Llarena ante la petición de la fiscalía.
Carles Puigdemont ha manejado bien su situación desde el exilio logrando, para su coalición Juntos por Cataluña la mayoría en el Parlamento, con 34 diputados de un total de 135 y, a su vez, mantener el liderazgo del bloque independentista sometiendo a Oriol Junqueras, líder del Partido Izquierda Republicana Catalana; por otra parte, ha eliminado todo rival en su propio Partido, el Democrático por Cataluña.
El extremismo independentista del Comité de Unidad Popular (CUP), ha dejado de ser decisivo para la formación de mayorías, pues sólo tiene cuatro diputados cuando antes contaba con diez parlamentarios.
Los anti-independentistas, por su lado, además de ser minoritarios, se encuentran bastante divididos: en una última encuesta, el Partido Ciudadanos, mayoritario en Cataluña, con 36 diputados electos, aventajaría, en el plano nacional, al Partido Popular, de Mariano Rajoy, que, en Cataluña, apenas obtuvo 4 diputados en la elección del 21 de diciembre y, como agravante, el Partido Ciudadanos se negó a cederle un diputado para constituir bancada.
Por su parte, el Partido Podemos que en Cataluña obtuvo 8 diputados, con la combinación Común Podemos tenía la clave en la elección de la mesa del Parlamento, pero la abstención posibilitó que se eligiera a Torrent, de la Izquierda Republicana, lo que le ha valido al Partido de Pablo Iglesias muchas acusaciones de ser compañero de ruta de los independentistas.
Consultados los letrados que trabajan en el Parlamento catalán sobre la situación de Puigdemont de la posibilidad de que fuera elegido Presidente de la Generalitat y que presentara su discurso-programa desde Bruselas, a través de Skype, la respuesta fue contundente: no es posible, pues quebraría la oralidad necesaria en una investidura.
El gobierno de Rajoy ha anunciado que, de ser ungido Puigdemont como jefe de gobierno en forma telemática, recurriría al Tribunal Constitucional para anular el acto de proclamación y, consecuentemente, repondría la aplicación del art. 155 de la Constitución española.
Mariano Rajoy se muestra muy preocupado por la vía que asumiría Puigdement para ser ungido Presidente de la Generalitat, pues este personaje se ha convertido en impredecible, demostrando, hasta ahora, gran capacidad para eliminar a rivales y así lograr los objetivos que se propone – ya lo hizo con Junquera y con Arthur Mas, de su propio Partido -. De un periodista común y corriente, Puigdemont ha pasado a convertirse en líder del Partido mayoritario y Presidente en el exilio de la “República de Cataluña”, cuyo único antecedente histórico fue el de 1934.
La crisis catalana, tal como está ahora, no se le vislumbra ninguna solución: la Comunidad Autónoma está dividida en dos sectores antagónicos, prácticamente con una proporción electoral del 50% cada una. Lo más posible es que se repitan las elecciones, pero el resultado podría calcado del de 21 de diciembre de 2017, es decir, un círculo vicioso sin salida a corto plazo.
No está muy claro si Carles Puigdemont sea tomado preso si intentara comparecer ante el Parlamento, o bien, la Mesa permita la lectura del mensaje de posesión del mando por un representa o por vía Skype.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
23/01/2018