Noviembre 14, 2024

Secuela cinematográfica: No estoy loca, soy momia

Escribo estas páginas para extirpar la maledicencia que vocea que estoy fallada del coco. No es así. Sólo soy momia, y serlo, en este mundo malévolo, es un pecado mortal contra la razón y el equilibrio mental. Aunque hayamos ganado las elecciones.

 

 

Pertenezco desde niña a un partido al que perteneció mi padre, casi todos sus hermanos, mis hermanos, mi marido, en su minuto casi todos, el partido que llegó a ser, a mediados de los sesenta, el más grande de la historia de Chile. Tuvo 82 diputados de 120.

Los entendidos dicen que en su nacimiento el partido fue una pequeña fuerza pequeño burguesa de raigambre católica, dirigida por jóvenes profesionales formados en la Juventud Católica de los años 30 y en la Universidad Católica de Santiago. El partido fue encabezado por gente como Eduardo Frei M., Radomiro Tomic, Bernardo Leighton y más adelante mi papá y ocupó tres veces la presidencia de la república.

Fue y es un partido raro. Un partido que puede ir para allá o para acá, estar con dios o con el diablo, aliarse con los comunistas o con los fascistas. Los demás partidos son fomes, previsibles. Este no. La razón: tal vez la calidad de los dirigentes y eso que llaman la ambición de poder, cierta ceguera hermosa, atractiva.

Creemos en la persona humana pero actuamos como individuos.

Este es un partido que dio a Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Jacques Chonchol, Julio Silva, Gumucio, Manuel Bustos, Alberto Jerez, mi tío Andrés y hasta Jorge Lavandero, izquierdistas todos, casi comunistas, y a Juan de Dios Carmona, Pérez Zújovic, Álvaro Bardón, Max Silva, Juan Hamilton, Enrique Kraus y, en su momento, mi papá, más bien dicho momios. Hamilton y Kraus son citados por un informe de la CIA de 1974 desclasificado recién por decisión del gobierno de Trump. No soy la primera momia y no voy a ser la última.

Personajes trágicos algunos: mataron con los momios y fueron exiliados, heridos y muertos por los momios.

Ahora incluso se dice que la extrema derecha asesinó a don Eduardo, nuestro principal dirigente y que camaradas de su gobierno lo ultimaron en plena dictadura, el 82.

Tuvo entre sus filas a quienes aplastaron los derechos humanos y a quienes fueron los máximos defensores de los derechos humanos. Un partido como el país. Como un país.

Casi confesionales y a punto de ser excomulgados para que se condenaran al infierno en los años 40. Grandes dueños de tierras e impulsores de la reforma agraria. Conservadores y hasta revolucionarios, como Rodrigo Ambrosio, Juan Enrique Vega, Tomás Moulian y Luchito Maira.

Recién fundada en 1937, la Falange inició un camino hacia la izquierda. Dejó el Partido Conservador y con ello permitió el triunfo del Frente Popular con Pedro Aguirre Cerda en 1938, que ganó por un uno por ciento a don Gustavo Ross. Luego apoyó a Juan Antonio Ríos, candidato de la izquierda radical, socialista y comunista, en cuyo gobierno don Eduardo fue Ministro de Vías y Obras. Se salió del gobierno después que este reprimió a la izquierda.

Luego el partido se movió hacia la centroizquierda y en 1946 apoyó a don Eduardo Cruz Coke, socialcristiano, iluminado como Tomic. Se mantuvo en la centroizquierda y en la elección de Ibáñez, de 1952, apoyó al radical Pedro Enrique Alfonso.

En 1958 levantó la candidatura en el centro de Eduardo Frei Montalva, de 47 años, y sacó bastante. En 1964 Frei triunfó desde el centro y con apoyo de la derecha y de los EEUU.

Después de un gobierno lleno de reformas el partido levantó en 1970 la candidatura izquierdista de Radomiro Tomic, que llamó a la izquierda a unirse con la DC, a la Unidad del Pueblo, pero ésta estaba con Allende, que se impuso.

En menos de tres años, comprobando lo mal de la aventura izquierdista, el partido, encabezado por don Eduardo y mi papá, se alió con la derecha y apoyó el pronunciamiento militar de septiembre de 1973. Algunos camaradas asumieron responsabilidades con Pinochet.

Siete años después, de nuevo al centro, y oposición a la dictadura con Frei a la cabeza, en 1980. Frei fue, al parecer, asesinado en 1982 con la activa participación de su ex subsecretario de Salud. Lo ha negado Patricio Rojas.

Todos saben la historia de los últimos años. Gobernamos con mi papá y Eduardo Frei Ruiz Tagle, como partido mayoritario y sin los comunistas. Luego vino el inicio de la decadencia: Zaldívar fue derrotado por Lagos y la Alvear por Bachelet, ambos socialistas presidentes. Luego la misma Bachelet, después de Piñera, realizó este gobierno en que estuvimos a medias y no nos interpretó. Los comunistas querían terminar con la educación privada e implantar el aborto.

¿Por qué ahora partir de nuevo hacia la izquierda y la unidad con los comunistas? Hasta Merkel, que se reunió dos veces con Goic en el último tiempo, advirtió sobre esa política y propuso el camino y la candidatura propios aquí. Ella, la Merkel, siempre se opuso en Alemania a los comunistas y después de la caída del muro nunca ha gobernado con sus seguidores, con los verdes sí, con los liberales sí, con los socialdemócratas sí, pero con los comunistas jamás.

No estoy por entrar en el gobierno de Sebastián, hijo de demócrata cristiano y muy amigo de mi papá, pero me siento más cercana a la derecha que a la izquierda, como mi papá en el gobierno de Allende y en el pronunciamiento. En el gobierno de Piñera podrá haber gente vinculada al asesinato de don Eduardo pero yo, de todas maneras, me siento más cercana a José Antonio Kast que a Teiller, a la Ena von Baer que a la Camila Vallejos, a quien siempre le he notado una sonrisa diabólica, o a la nueva diputada del Frente Amplio, esa gorda de la farándula, que ahora se dice humanista…la Pamela Giles creo ¡esa sí que está loca!

¿Yo? Sólo momia. Como hubo antes, hay hoy y habrá mañana.

 

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