¿A cuál personaje de ficción se parece don Sebas? Existe una prodigiosa galería de ellos, tanto en novelas, cuentos, obras de teatro, cine o en las óperas. Los hay por miles. Hallar a su sosías, puede convertirse en infinita búsqueda. No es don Quijote, quien combatía las injusticias del mundo y no creaba más injusticias. Menos aún a su escudero Sancho Panza, cuyo candor y sentido de la realidad, hace recordar a otros personajes.
Algo hay en don Sebas del comisario de la novela “Los miserable” de Víctor Hugo, que persigue a Jean Valjean, con ciega obstinación, por haber robado un pan. Otros se roban un país, un banco, los peces del Pacífico y nadie los persigue. También podría ser el capitán Ahab de la novela Moby Dick, obsesionado por capturar a un cachalote blanco.
¿Conoce el futuro gerente general de la oligarquía a estos personajes de ficción? ¿Siente admiración por ellos? Es posible que haya leído “El hermano asno” de Eduardo Barrios, “Martín Rivas” de Blest Gana y la poesía de Gabriela Mistral, escritores que estaban en el programa de estudios de nuestro país y era obligatoria su lectura. Desde luego a Shakespeare de pasada, si anduvo en Estados Unidos dictando cátedra. ¿Está enterado de las desgracias de Oscar Wilde, encarcelado por ser homosexual?
En el cuento “El señor del sofá” de Enrique Germán Liñero, un mendigo transporta en un carretón de mano, un sofá y cachureos, mientras recorre el barrio Recoleta de Santiago. Cuando se aburre, instala su sofá en la vereda. Se sienta y desde ahí contempla el devenir de la ciudad. Este personaje, antítesis de quienes viven ofuscados por el dinero y el poder, demuestra que la vida no puede convertirse en eterno medrar.
Acaso don Sebas ha leído La Biblia, sobre todo el Génesis. Ahí en ese texto plagado de anécdotas y misteriosas historias, habría obtenido su pasión mesiánica. Como quien dice: “He llegado al mundo para redimirlo de sus pecados e injusticias”. ¿O cree ser Moisés recibiendo los diez mandamientos? Si ha leído el Apocalipsis, se esmerará en acelerar la búsqueda de nuevos paraísos fiscales, donde esconder su cofre de pirata, por no decir corsario, si por estos andurriales los rojos decidieran investigar sus peripecias.
En la ópera, donde destacan Mozart, Bizet, Rossini y Verdi, hay barberos, payasos, reyes, gitanos, aventureros, dignos de ser comparados con don Sebas, el abracadabra de la economía, cuyo talento de especulador lo mantiene en el Olimpo de los zarracatines. O sea, quienes compran barato para vender caro.
También podría ser el retrato creado por genios de la pintura. Velázquez, Da Vinci, cuya Gioconda es un buen símil. O el italiano Arcimboldo, autor de retratos con zapallos, pepinos, guindas, zanahorias y otros vegetales, que les dan a sus personajes un carácter de singular lozanía.
¿Cuale son los creadores de prestigio que apoyan al candidato de Chile (nos) Vamos? Si escarmenamos, por ahí hay artistas y no lo podemos ignorar, que apuntalan a regañadientes su postulación, porque se han dado vuelta la chaqueta y aguardan recibir migajas del patrón.
Un escritor de cuyo nombre no quiero recordar, mientras bebíamos café con cardamomo y hablábamos de los “intelectuales” que se dedican a la política, me decía: “No se equivoquen con don Sebas, alias el pez espada. Todos esos traspiés del lenguaje, muecas, chistes aburridos, o citas equivocadas, los utiliza a propósito, para que hablen de él. La sabiduría, el purismo y el buen hablar, asustan a la plebe. A la mayoría de los borregos que concurrieron a votar por el jefe, aunque no terminan de pagar la segunda cuota del auto, les seduce la actitud de un presidente inculto, dicharachero, frívolo. Ansían tener de quien reírse, pues la vida es tan breve y amarga”.
Yo preferiría no tener de quien reírme. Estoy aburrido de reírme a carcajadas de los papanatas que se entregan al arte de embaucar al pueblo. Que sean los artistas de verdad quienes deban dedicarse al humor.