El sino de la Democracia Cristiana es similar al ciclo de reproducción de las amebas – división permanente -. Antaño, se le clasificaba un Partido poli-clasista – varias clases sociales que convivían sobre la base de una ideología religioso-mesiánica – que pretendía ser la vanguardia del catolicismo y sus mentores trataban de conciliar la Iglesia con la democracia: reivindicaban como inspiradores a Félicite de Lammenais, a Charles Péguy, Leon Bloy, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, y otros filósofos cristianos, del siglo XIX y XX.
La Falange, y la Democracia Cristiana posteriormente, tenían como enemigo principal a los conservadores. Su slogan “la redención del proletariado” y su grito de guerra “juventud chilena, adelante” eran la clave del “vuelo del cóndor”, es decir, superar a las derechas y a las izquierdas. En el fondo, la Encíclica Quadragesimo Anno responde a esquemas corporativistas, modalidad propia del fascismo de los años 30-40, una expresión vulgar y populista de la vieja derecha, aterrada con el avance del socialismo y el bolchevismo.
Es falso – como dicen algunos – que la Falange Nacional era similar en sus principios a la Falange española, de Primo de Rivera; por el contrario, la Falange chilena apoyó a los curas vascos que estuvieron a favor de la República; en España tampoco existió la Democracia Cristiana como partido político, pues la fracción de Ruiz Jiménez fue una de los grupos críticos dentro del franquismo; (si se hubiera dado alguna cercanía con la Falange chilena, debería haberse buscado en la Confederación de Derechas Autónomas (CEDA), de José María Gil Robles, quien fue visitado por Eduardo Frei Montalva, en los años 30.
Desde su comienzo, la Falange Nacional y la Democracia Cristiana están signadas por la división: en el primer congreso de “los peluqueros”, los puristas, liderados por Jaime Castillo Velasco, se dieron a trompadas con los políticos Frei, Leighton y Palma, desavenencias que se daban en la política de alianzas; se trataba de formar un bloque con los conservadores socialcristianos o bien, apoyar a Gabriel González Videla junto a los comunistas.
Desde 1957, año de la fundación de la Democracia Cristiana, hasta 1969, en que se dio la división – MAPU -, siempre existieron varias tendencias en ese Partido, incluso, cuando fue prácticamente Partido único del gobierno de Frei Montalva, a partir de 1964, el debate político estuvo centrado en tres fracciones: los rebeldes, los terceristas y los oficialistas. Rebeldes y terceristas eran partidarios de la unión social y política del pueblo, ojalá, encabezada por un candidato democratacristiano – en esa época, Radomiro Tomic -; los oficialistas eran partidarios de detener las reformas impulsadas por la “revolución en libertad”.
El sector derechista de la Democracia Cristiana que seguía a Frei se había formado en el círculo dela Revista Política y Espíritu, era partidario de una alianza con la derecha, en las elecciones presidenciales de 1970, y su candidato, amigo personal de Frei, era Edmundo Pérez Zujóvic, pero no se atrevieron a plantearlo abiertamente por temor al quiebre del Partido, razón por la cual se aliaron a la candidatura de Radomiro Tomic, que era apoyada por los terceristas – en ese tiempo se llamaban Izquierda Cristiana, con su líder, Bosco Parra -.
En las elecciones extraordinarias de diputados, en 1971 durante la presidencia de Salvador Allende, los democratacristianos acordaron apoyar al derechista Dr. Marín contra el socialista Hernán del Canto, candidato de la UP, generando otra división al seno de la Democracia Cristiana, la Izquierda Cristiana.
En la transición (¿transacción?) a la democracia, los progresistas que permanecían en el Partido, se hacían llamar “chascones” y los derechistas, “guatones”. Posteriormente, se dieron otras disputas con tintes divisionistas, como la de Soledad Alvear y la de Adolfo Zaldívar – los “cholistas” y los “colorines” – que terminó con la expulsión del segundo, al negarse a apoyar el subsidio millonario para el Transantiago.
Algunos colorines renunciaron al Partido y formaron el PRI, actualmente ultra-reaccionario piñerista; otros, siguieron en el Partido, como la candidata a la presidencia de la república, Carolina Goic y el diputado Fuad Chahin. Un tercer sector acaba de formar el Partido Ecologista Verde, liderado por el diputado electo, Jaime Mullet, (tiene la clave para formar mayorías en la Cámara de Diputados).
La Democracia Cristiana hace varias décadas dejó de ser un partido ideológico para convertirse en uno de patronazgo – usando las categorías de Max Weber – y los líderes están muy alejados de las bases y no respetan los acuerdos tomados en los congresos del partido -.
Actualmente, en la crisis terminal en que se encuentra la Democracia Cristiana, su balón de oxígeno para sobrevivir se encuentra en el “pituto o muerte”, pero estando fuera del gobierno, las jugosas pegas fiscales ya no existen para sus líderes.
El Partido, antes dirigido por los “príncipes” Walker, se convirtió en el “caballo de Troya”, que minó las reformas del gobierno de Michelle Bachelet, convirtiéndose en la mejor oposición en contra de cualquier cambio que significara algún progreso; el ex ministro de Bachelet, Jorge Burgos, se convirtió en el líder de la restauración.
Ante la renuncia de la reaccionaria Mariana Aylwin y sus 30 “vírgenes del Progresismo con Progreso”, sólo se puede decir que han dado un paso muy acertado, pues desde hace mucho tiempo que estaban con el derechista Sebastián Piñera, y sólo les faltaba sincerar esta posición.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
06/01/2018
Bibliografía
José María Gil Robles:No fue posible la paz, Grijalbo
Rafael Agustín Gumucio Apuntes de medio CESOC 1995
Jaime Castillo Las fuentes de la Democracia Cristiana
George W Grayson El partido Demócrata Cristiano 1969
Luis Vitale Esencia y apariencia de la Democracia Cristiana
Cristian Gazmiri y otros Eduardo Frei Montalva
Manuel Acuña A Rol de la Democracia Cristiana en la gestación, consumación y afianzamiento del golpe militar de 1973