El nuevo año arrancó casi igual que el anterior, con Donald Trump atacando al azar a enemigos percibidos dentro y fuera del país, y las mujeres encabezando una ola de resistencia contra los abusos de hombres poderosos, incluyendo los del residente de la Casa Blanca.
El primer tuit presidencial del año fue un ataque contra Pakistán, seguido por otro contra el gobierno de Irán, sólo para después renovar sus ataques contra su propio Departamento de Justicia, y no faltó uno más, ya rutinario, contra los medios.
El lunes, Trump denunció al gobierno de Pakistán por sus mentiras & engaños
en torno a su falta de acción contra militantes
y lo acusó de otorgar protección a los terroristas que cazamos en Afganistán, sin (su) ayuda. ¡No más!
Poco después, declaró que “el pueblo de Irán finalmente está actuando contra el régimen brutal y corrupto iraní. Todo ese dinero que el (ex) presidente Obama les dio tontamente se invirtió en terrorismo y en sus ‘bolsillos’ (…) Estados Unidos está vigilando”.
Volteando a casa, este martes Trump acusó al Departamento de Justicia de formar parte del estado profundo
–referencia a la noción ultraconservadora de la existencia de un gobierno permanente que busca minar su administración– al apremiar a que se proceda penalmente contra una de las asesoras de Hillary Clinton, a quien acusó de entregar códigos a manos de agentes extranjeros
, y que también se investigue al ex director de la FBI James Comey.
Días después de ofrecerle una entrevista exclusiva, Trump dio este martes la bienvenida al nuevo director de lo que llama el “New York Times en fracaso”, AG Sulzberger, aconsejando que el medio contrate a “periodistas imparciales de un nivel mucho más alto, pierdan todas sus ‘fuentes’ falsas y no existentes, y traten al presidente de Estados Unidos de manera justa, para que la próxima vez que yo (y el pueblo) gane, no tengan que escribir una disculpa a sus lectores por un trabajo mal hecho”.
Hablando de falsedades, al concluir el año, Trump había hecho mil 950 declaraciones falsas o engañosas desde que prestó juramento como presidente, reportó el Washington Post (la lista completa).
Mientras, este gobierno sigue cumpliendo con sus promesas antimigrantes; las autoridades del Departamento de Seguridad Interna están festejando sus grandes logros en detenciones y deportaciones (el servicio e inmigración ICE arrestó a 110 mil 568 personas entre enero y septiembre del año pasado, un incremento de 42 por ciento comparado con el año anterior), estudian un plan para separar a madres de sus hijos si cruzan la frontera sin documentos, y están por decidir (el 8 de enero) si extenderán la legalización temporal (TPS) de aproximadamente 195 mil inmigrantes salvadoreños.
Al mismo tiempo, se intensifica la batalla por una solución legislativa para los dreamers, cerca de 800 mil jóvenes indocumentados que ingresaron al país cuando eran menores de edad y a quienes se les otorgó una especie de legalización temporal por medio de una orden ejecutiva de Barack Obama conocida como DACA, que fue suspendida por Trump. El presidente indicó a finales de 2017 que no habría DACA sin el MURO tan desesperadamente necesario
.
Sin una solución, el DACA quedará anulado el 5 de marzo, y mientras tanto unos 122 dreamers pierden cada día su protección contra la deportación, de acuerdo con el Foro Nacional de Inmigración.
Pero a la vez, el primero de enero entró en vigor la ley estatal que proclama a California como el primer estado santuario de Estados Unidos, en desafío abierto a las políticas de Trump. La ley limita la colaboración entre agencias de seguridad pública locales y estatales y las autoridades migratorias federales.
La resistencia a Trump y sus aliados, tanto entre los inmigrantes como en otros sectores, se prepara para mayores batallas este año, incluyendo las elecciones legislativas federales en noviembre en las que se está perfilando –según sondeos– una ola demócrata
que podría llevar a un cambio de control de por lo menos una de las cámaras del Congreso.
En la vanguardia de la resistencia nacional están las mujeres. Casi un año después de la primera expresión masiva contra el nuevo gobierno de Trump, cuando millones en Washington y otras ciudades se sumaron a la Marcha de Mujeres, 2018 empezó con el anuncio de una iniciativa de 300 mujeres de Hollywood –entre ellas actrices como Natalie Portman, Emma Stone, Ashley Judd y Eva Longoria– dedicada a batallar contra el hostigamiento sexual por hombres poderosos y a financiar acciones legales y de protección para víctimas en este y otros sectores menos privilegiados. Llamado Time’s Up (algo así como se acabó el tiempo
o llegó la hora
), la iniciativa se amplió cuando una organización que dice representar a unas 700 mil jornaleras de campo, la Alianza Nacional de Campesinas, solicitó que no se olvidaran de las mujeres más vulnerables y anónimas que padecen lo mismo (timesupnow.com).
El movimiento de denuncia y revelaciones contra el abuso de hombres poderosos bautizado como #MeToo (yo también) que tanto marcó 2017, continúa derrumbando a los antes impunes en una amplia gama de sectores. Hoy dos altos ejecutivos –incluyendo el presidente– del medio Vice fueron suspendidos después de revelaciones sobre su conducta sexual inapropiada con subordinados. Peter Martins, el legendario maestro de baile y director del Ballet de la Ciudad de Nueva York anunció su jubilación después de acusaciones de hostigamiento sexual.
A la vez, se perfila lo que algunas activistas consideran el inicio de un cambio sísmico
, donde miles de mujeres están protagonizando pugnas electorales a escala local, estatal y federal en respuesta al clima político promovido por un acusado de abuso sexual en la Casa Blanca.
Por otro lado, California, la sexta economía más grande del mundo, celebró el Año Nuevo implementando la legalización de la cannabis recreativa para adultos mayores de 21 años, sumándose a otros siete estados (29 entidades han legalizado la mariguana para usos médicos). Aunque el mercado regulado apenas se estrenó, con sólo unas 100 licencias expedidas para comerciantes, se espera que esta industria genere más de mil millones de dólares anuales de impuestos estatales en los próximos años.
Por lo menos ahí hay señales de que este 2018 podría ser un año más feliz que el anterior.