Los politólogos Lipset y Rokkan, 1967, sostuvieron la teoría de los clivajes que, aplicados a la realidad chilena, en el siglo XIX, se puede distinguir el clivaje entre Iglesia y Estado; en el siglo XX, entre proletarios y trabajadores y entre izquierda y derecha. El sociólogo Eugenio Tironi y el politólogo Agüero plantearon el clivaje entre autoritarismo y democracia y entre pinochetismo y anti pinochetismo; en las elecciones presidenciales de 1999, Joaquín Lavín afirmó el clivaje entre cambio y continuidad, logrando, con este lema, un empate técnico con Ricardo Lagos Escobar; en 2009, Sebastián Piñera aprovechó el mismo dilema planteado por Lavín para vencer al candidato de la Concertación, Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
En las elecciones presidenciales del próximo 17 de diciembre, el clivaje se plantea entre avanzar o retroceder, con Guillier y Piñera respectivamente. El triunfo depende, en parte importante, de la forma en que los dos candidatos hayan expuesto adecuadamente al dilema al cual se enfrentan los electores. Sebastián Piñera, con una demagogia sin límites, trata disimular que representa el “retroceso”, tomando temas progresistas de los que está de creer, y aquí denota su oportunismo y desprecio por la verdad y los electores: es demasiado fácil ofrecer el “paraíso” cuando los ciudadanos – ni él mismo – saben que no va a cumplir su programa.
Alejandro Guillier, que debiera representar la opción progresista de avance superando, incluso, las propuestas de reformas de Bachelet, se las arregla para presentarse ante los ciudadanos como un radical tan moderado que, a veces, cuesta diferenciarlo de las propuestas de su contendor, en la búsqueda de un “centro político” que, sabemos, no va a votar por él, pues sus líderes – entre ellos Mariana Aylwin, Andrés Velasco, y otros, como Eduardo Aninat, seguramente votarán por Piñera, o nulo o blanco -. Si pretende ganarse el favor de Yasna Provoste y de los demás democratacristianos progresistas – más avanzados que, por ejemplo, muchos socialistas – le sería más útil radicalizar el discurso en vez de moderarlo.
No logro entender por qué Alejandro Guillier en el foro de Anatel escondió una propuesta tan importante, como la convocatoria a plebiscito, si en el Congreso no se lograra la aprobación de una nueva Constitución, lo que abriría el camino a la Asamblea Constituyente, un avance gigantesco en la refundación de la república, demanda consignada en el programa del Frente Amplio. Tampoco logro comprender el porqué de la dificultad para plantear el fin de las AFP que, dicho sea de paso, nadie pretende que se haga realidad de la noche a la mañana, sino en forma gradual.
Dentro del programa de Guillier hay aspectos muy importantes como el círculo virtuoso de las baterías de litio, implementación de energía fotovoltaica y eólica, hoy a más bajo costo que las energías fósiles y la electromotriz. Hay que considerar que Chile, en menos de veinte años, podría llegar al 100% de energías limpias. En cuanto al litio, este país pertenece al triángulo – norte de Argentina, Bolivia y el norte de Chile – que acapara el 80%, del cual Chile posee el 50% de ese triángulo. (Dada la configuración geográfica, es mucho más fácil de extraer que el boliviano y el argentino).
Bolivia tuvo la audacia de nacionalizar la mina; en el caso del gobierno derechista de Argentina quiere privatizar el litio; Chile, por el contrario de algunos piensan, el Estado es dueño de todas las riquezas del subsuelo y sólo puede entregar su explotación mediante una concesión y, en el caso del litio chileno, está declarado estratégico.
Hacia el año 2050 todos los vehículos del mundo desarrollado serán eléctricos – Holanda, por ejemplo, en menos de 10 años, va a tener su transporte eléctrico, y Empresas alemanas y japonesas están ya privilegiando la producción de vehículos eléctricos -.
Las baterías sobre la base del litio, también contienen láminas muy finas de cobre que permitirían venderlas a un precio muy superior al metal en bruto.
Es muy extraño que El candidato Alejandro Guillier, que debe conocer muy bien la minería en el norte, no haya planteado ningún impuesto especial para las grandes mineras extranjeras, las cuales permitirían financiar gran parte del gasto social, planteado en su programa, además del impuesto especial a las grandes fortunas de Chile, propuesto por el Frente Amplio, o a quienes inviertan en Acciones de más de un millón de dólares, contenido en el programa de Marco Enríquez-Ominami
La ambigüedad que, a veces, muestra Alejandro Guillier sólo puede favorecer a su amoral y avasallador rival, quien no tiene ningún temor en engañar a los cándidos, que creen a pie juntillas todo lo que dice su patrón.
Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)
13/12/2017
Bibliografía
Eugenio Tironi y Felipe Agüero, ¿Sobrevivirá el nuevo paisaje político chileno?, Estudios Públicos 74, otoño 1999.
Lipset, Seymour, y Rokkan, Stein, Estructura de división, sistemas de partidos y alineamientos electorales, Ariel, Barcelona, 2003
Marco, Enríquez-Ominami y Rafael Luis, Gumucio Rivas, El problema no es la economía, es el poder, Fundación Progresa, 2013.