Cuando estudiaba en el Archivo de Indias, en Sevilla, empeñado en realizar mi tesis sobre La influencia de la Ilustración española en la independencia de Chile, me aficioné a las corridas de toros que, en tiempos de ferias, se concentraban los mejores de España. En un tercio, un chaval se demoraba, en la práctica, una hora para matar al toro; en el Club México había boxeadores que se niegan a golpear a su rival y, como táctica, recurren a los permanentes abrazos. En esta segunda vuelta tenemos a dos contendores, malos candidatos los dos , además, perdedores en el favor popular. Piñera es un tipo vacío y que sólo sirve para repetir consignas como “arriba los corazones y vendrán tiempos mejores” y, por su parte, Guillier no se atreve a encarar a su ex patrón como es debido. De todas maneras, tendremos un Presidente más tonto que el “cara de alicate” Carlos Ibáñez del Campo.
El foro fue, para variar, se redujo a un conjunto de entrevistas por parte de periodistas – esta vez, mayoritariamente mujeres – con preámbulos tan extensos que los candidatos no tenían tiempo para responder – en algunos casos los salvaba, pues managers les habían aconsejado mucho tino y que se cuidaran de meter la pata, situación en la cual habían caído ambos candidatos días antes del “foro” -, (como si dos tenistas se negaran a jugar un partido para no cometer errores no forzados); lo mejor hubiera sido que los periodistas se hubieran preguntado y respondido a la vez.
Cuando los interrogadores preguntaron a los asustadizos candidatos, a Piñera por la “metida de pata” de los votos marcados, y a Guillier por proponer meter la mano en el bolsillo de los más ricos para financiar los programas sociales, ambos “paquetones” eludieron el golpe y, como aprendices de púgiles, buscaban siempre el toque de la campana anunciando el fin del round, a fin de evitar una pregunta comprometedora. Cuando Claudia Álamos pregunto a Piñera sobre la inmigración y, posteriormente, sobre el aborto en tres causales, se le notaba su sonrisa, de oreja a oreja, al evitar compromisos y pérdidas de votos.
Guillier estuvo mejor de lo que, personalmente, esperaba: al fin entendió que la “bella durmiente” no despertaría hasta que recibiera el beso del “príncipe azul”, y se decidió, finalmente, a hablar y a combatir. Sus aportes respecto a sus energías no convencionales, que para el año llegarían al 100% de nuestra matriz energética, es decir, podríamos prescindir del carbón y del petróleo, y sólo le faltó hablar sobre la electro-movilidad – buses, camiones y autos movidos por energía eléctrica -, (hay que considerar que Holanda y los países nórdicos van a contar con sólo autos eléctricos a partir de 2020). La energía eólica y fotovoltaica es, hoy por hoy, más barata que la térmica, además, si Chile produce baterías en base al litio, que también cuentan con importante componente de cobre laminado, este país se convertiría en una nación tanto o más millonaria que cuando se ganaron las provincias de Tarapacá y Antofagasta.
La desidia, imbecilidad y colusión con los ricos de la asquerosa plutocracia hasta ahora no ha querido o no ha logrado terminar con el convenio con SQM, de Julio Ponce Lerou, que duraría hasta el año 2030 – está ocurriendo lo mismo que hizo el Presidente Domingo Santamaría con Thomas North, regalándole el salitre -.
Las periodistas, a diferencia de sus colegas varones, en este “foro” fueron más directamente al grano: al interrogar a Guillier sobre las tres demandas principales, contenidas en el programa de gobierno del Frente Amplio, la condonación a los deudores del CAE, el fin de las AFP y la Asamblea Constituyente, en los tres casos las respuestas fueron bastante ambiguas: en el primero, que sólo se condonaría al 40% más pobre, mientras siguieran en esta categoría; en el segundo, propuso poner fin a las AFP paulatinamente, pero a largo plazo – por el momento, los cotizantes podrían depositar su dinero en las actuales AFP o bien, en una institución de ahorro estatal, similar al Banco Central -; en la tercera fue más claro al afirmar que si el Congreso se negaba a aprobar la reforma del artículo 15 de la Constitución vigente, se llamaría a un plebiscito.
El discurso del latero Piñera, un tipo bastante ignorante y con muy pocas luces literarias – se sospecha que sólo ha leído El Financiero y la Estrategia, además de los Boletines periódicos de la Bolsa de Comercio – se limitó a repetir lugares comunes, saturados de adjetivos calificativos, prometiendo – al igual que Iván Torres – vendrán tiempos mejores, cuando lo único que se vislumbra en el horizonte son tormentas y catástrofes si llega a ganar la derecha.
Piñera, como es casi amoral, no tiene ningún empacho a los “canutos” y a los que él considera “tontos electores”, que no han sido capaces de idear ningún emprendimiento personal, y que son pobres porque son hediondos, flojos, borrachos, feos y cojos.
“No vengo a vender, sólo vengo a regalar”: habrá un Auge especial para los adultos mayores, si al cabo de un mes, no se cumple la garantía GES, los más viejos podrán elegir el hospital o la clínica de su predilección – sólo que la clínica no es gratis y no se les vaya a ocurrir caer en el hospital Christus, que rechaza a rechaza a los pobres por su condición de miserables -; Piñera ofrece Sala-cunas para todos los bebés; en cuanto al incremento del empleo, no se atreve a ofrecer un millón de puestos de trabajo, y los limita sólo a 600 mil; ofrece. Además, el 90% de gratuidad para los alumnos de Institutos Profesionales y, pasa mirando cifras – como el personaje de El Principito – sabe bien que Chile va a crecer entre el 3% y 3,5% el próximo año, gracias al buen precio del cobre, producto determinante en nuestro crecimiento, y no se atreve a pronosticar un crecimiento superior al anunciado por el Banco Central.
Las “ofertas” son regaladas y nadie puede exigir el cumplimiento de su programa de gobierno – debiera existir un SERNAC político, que permitiera la querella por publicidad engañosa – pero sí se debiera incluir en los motivos para una acusación constitucional por el delito de traición a fe pública.
Sebastián Piñera, que dice ser amante de los niños – cada vez aparece con los accionistas de sus nietos – lanzó una tontería de marca mayor cuando se le preguntó por los infantes transgénicos, afirmando que esta “anomalía” podría superarse a los largo de los años.
En paso “foro” faltaron las preguntas sobre cuestiones internacionales, lo que demuestra que estamos en un país “ombliguista” y no bañamos en nuestra propia mierda.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
08/12/2017