Latinoamérica aún no se rinde, 500 años de saqueos, genocidios, ecocidios, de devastación y sigue resistiendo. No será ahora que nos van a vencer.
Memorícenlo: ¡no nos han vencido!, ¡no nos van a vencer!
Que lo sepan los cobardes, genocidas, saqueadores, los vende patrias, los arrastrados y los traidores: no nos van a vencer.
Que lo tengan claro los corruptos, las oligarquías, los injerencistas, los lacayos: no nos van a vencer.
Porque Latinoamérica es milenaria: con raíz de encino, conacaste y madrecacao. Con frutos de memoria, conciencia y dignidad.
Aunque los traidores afirmen lo contrario, América Latina, originaria, es fogón de cocina en casa de obrero. Es la piocha, el chuzo y el machete del labrador. Es el canto de las chicharras atravesando la cordillera, las manos ajadas de las mujeres trabajadoras. Es la sonrisa de los niños jugando. Es la sabiduría de los campos abiertos que anidan las utopías, que día con día florecen en los zacatales y en las calles enlodadas del arrabal. Aunque ellos piensen en el exterminio con las limpiezas sociales, nosotros seguimos floreciendo, como los chactés en los cerros y como las libélulas en el temporal.
Que lo sepan, que lo tengan claro, que nunca lo olviden: están peleando contra los hijos de una tierra que ha dado los frutos más dulces que la historia del tiempo ha podido contar: Che Guevara, José Martí, Bartolina Sisa, Las Adelitas, Violeta Parra, Bolívar, Fidel, Zapata, Pancho Villa, Tupac Amaru, Juana Azurduy, Sor Juana Inés de la Cruz, comandanta Ramona, El Niño Arañero, Lula, Dilma, Cristina, Rafael, Néstor, Mujica, Evo. Clarice Lispector, Carolina Maria de Jesus. Sandino, Víctor Jara, Árbenz, Mercedes Sosa, Evita.
No, aquí hay una raíz profunda, aquí hay una tierra fértil, aquí hay sangre hirviente, voluntad, hay entereza de espíritu. Aunque los lacayos afirmen lo contrario. No pueden cambiar la dirección del viento, no podrán marchitar la primavera aunque sequen todos los ríos, no pueden obligarnos a renunciar y no podrán doblegarnos, porque en nosotros habita la memoria, la fuerza y la dignidad de los mártires y de los Pueblos Originarios. En nosotros habita la lozanía de los cerros, los carrascales y las favelas.
América Latina, aunque los ingratos afirmen lo contrario, es rebelde y resiste. Como resisten los pétalos de las flores de las 10, al sol del medio día.
Blog de la autora: https://