Noviembre 16, 2024

Rendición

De esta buena novela de 200 páginas escrita por Ray Loriga, el jurado que le dio el premio Alfaguara de este año dice que se maneja bien entre Kafka y Orwell.

 

 

  Finalmente la guerra llega y se instala en tu casa y debes partir al exilio.No sabes de tus hijos.Van todos a la ciudad de cristal.Todo es transparente.Gratis.No hay viento que altere una lectura.Y el deseo de huir.La desición.

  Y algo de la Broma de Kundera y de La peste de Camus.El horror del totalitarismo.La rendición de Argel.

Algo que trajo de mi mate unos minutos de Tarkowski donde se ve a un hombre frente a su casa que se quema.

 Un mate por la sensación extraña que produce la pareja saliendo de la casa Tomada de Cortázar.O mejor si es una exageración del episodio del extranjero asesinado en sueños por su hijo.

Hay una primera persona que relata la historia sin tiempo de la cual podemos decir que se trataría de un hombre sin atributos especulativos. Un campesino al que le agrada la sangre del primer jabalí de la temporada y el olor del sudor de su mujer.

Pero llega la guerra tantas veces que llega la guerra en el mundo.Alguien sentado en un árbol con su escopeta de caza apoyada al tronco y hay que emigrar con muy poco a cuestas.Los militares aseguran que estaremos mejor.Que ganamos la guerra pero nunca se sabe.Hay que ir a la ciudad transparente.

Al parecer allí no hay corruptos y todos parecen vestir con leves variantes de la misma manera como turistas entre la limpieza y algunos trucos que evocarían la casa de la infancia, que le empezarían a dar nostalgia de los grillos, de algunos zorzales acalorados.

Y da en el clavo Loriga. Recrea el eterno drama humano con buenos dejes de humor cervantino y hasta gongoriano ya puestos a recordar e ir creando nexos a como de lugar, por el mero placer de tejer en silencio en el metro de cristal y levantar la vista y contemplar por unos minutos un fragmento de la telenovela errante Ruiz.O una escena de Crónicas marcianas.

“Rendición” de Loriga es la prima madrileña de la novela Sumisión de Michel Houllebecq. La angustia por las ciudades inseguras por la misma ciudad que se globalizo, una ciudad grande libre y transparente.Pesadilla como la mora en la isla de Robinson.

Crusoe no supo porque se vino de vuelta.

 

Por Jordi Lloret

 

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