Es como un aire que sopla; es una especie de intuición, de esa vital, que hablaba el filósofo Bergson, la que hace pensar, sentir y palpitar que Piñera no pudo, no logró armar su montaje….y la tiene perdida. Ni las encuestas sesgadas, ni el triunfalismo obsceno y fantasioso, ni las denostaciones soberbias lanzadas contra todo lo que huele a cambios, ni el exhibicionismo payasesco del candidato, ni las freses en que se atribuía el repunte de la economía en el último trimestre, gracias a la perspectiva indiscutida de su victoria.
En fin, el candidato aquejado de un mal que los griegos llamaron “Hybris” y que podemos traducir como la soberbia que traiciona y que termina trocando en perdedor a aquellos que se vanaglorian de ganadores, anticipadamente.
Las personas como Piñera, sufren, además, de un mal conocido como “HIPERTIMIA”. Este mal se caracteriza por una confianza en sí mismos que va más allá de la percepción sensata del observador promedio. Ellos gozan de una fe enorme en lo que hace, pero eso les hace pasar de largo ante las advertencias de la realidad; los signos de contratiempo no les afectan; las víctimas que dejan en el camino, tampoco; esto porque el hipertímico sufre de la visión en túnel, carece, como sucede en el caballo de tiro, de la visión lateral. Cuando estos males se acompañan de un daño en la zona prefrontal, las personas son incapaces de controlar su impulsividad, y si esa lesión se extiende al sector ventromedial, entonces ante los dilemas morales ese individuo carece de la capacidad de diferenciar entre situaciones con distinto fondo causal. Si se trata de un negocio o un robo, esa indiferencia-para él indistinta moralmente- las hace ser iguales éticamente, por tanto usted los verá pasar incólume ante una prueba que les ponga en esta encrucijada. Estos tipos son pacíficos, incapaces de matar una mosca, pero tienen esa ambigüedad moral que les pone necesariamente en el tribunal del juicio público.
El caso de personalidades como TRUMP, la situación es algo diferente. Esas personalidades vanidosas y narcisistas, sumergidas bajo el complejo del niño mimado, con un componente ideológico de sesgo totalitario, es decir racista, discriminador y represor, impone un comportamiento tremendamente más peligroso que el de un tipo como Piñera, que es parte de eso pero sin los rasgos de patología agresiva como las que posee TRUMP. Este último puede desencadenar una tragedia, si tiene poder; Piñera, cuando mucho, puede dar pie a una comedia.
Ambas personalidades son manipuladoras extremas, les sugiero leer una entrevista a Noemi Klein sobre las estrategias de manipulación mediática que están ejerciendo los líderes neoliberales del mundo para continuar con la estrategia de distraer al ciudadano para mejor medrar los recurso. Ya no rige la teoría del Shock (aprovechar los desastres económicos, provocados, para asaltar las riquezas de los países) sino que simulan conflictos peligrosos (caso con Corea del Norte o Irán o Isis) y en este juego de combate agonal y al borde de la inmolación, generan el miedo suficiente para que los incautos no miren lo otro que hacen bajo cuerda: seguir apropiándose de recursos, riqueza y de países enteros.
Aquí, los comediantes de Piñera, pretenden asustarnos con la Bolsa de valores, con Maduro y la crisis venezolana, con los comunistas comegüagüas, con las acumulaciones individuales de las pensiones, etc. Con ese cuco, pueden seguir operando impunemente sobre las riquezas de los pueblos. El miedo es la herramienta engañosa del Diablo; dicen que también se disfraza de seductor y perfumado Lucifer (es decir de Iluminado). En fin, si las cosas van por esta deriva, entonces tendremos teatro del bueno, con montajes mediocres pero estridentes. Pero el destino, ese que los griegos tanto respetaron, va cantando en los corifeos otra música: ¡Perderás….Perderás….BUM..BUM…