El 28 de junio del año 2009, cuando Honduras iniciaba un camino propio, alejada del neoliberalismo y se hermanaba con el progresismo latinoamericano que emergía en Suramérica, el presidente Manuel Zelaya sufre un golpe de Estado. Un golpe de Estado ordenado desde Estados Unidos y ejecutado por la oligarquía, tal como sucedió en Paraguay y en Brasil; llevados a cabo por el Congreso y la Corte Suprema de Justicia.
Buitres afines al poder del capital, dictaduras que se imponen con nuevos modelos operacionales, que tienen el centro de la logística en el Congreso, en la Corte Suprema de Justicia y en el Tribunal Supremo Electoral y; que son manipuladas por los medios de comunicación corporativos que son base para mantener vigente el sistema actual, engañando a la población.
Honduras, ubicado en el triángulo norte de Centroamérica, tal como Guatemala y El Salvador, es uno de los tres países más explotados de Latinoamérica, en las últimas décadas. El negocio de las multinacionales ha realizado ecocidios que han terminado con pueblos enteros. Comunidades que se ven obligadas a emigrar de forma irregular hacia Estados Unidos porque el país los obliga. En Honduras, las muertes de defensores de Derechos Humanos y del medio ambiente, se igualan a las de Colombia. Las cifras de los feminicidios son abrumantes.
País base en el tráfico de droga desde Colombia hasta Estados Unidos, y nos han contado el cuento al revés, cuando nos dicen que Estados Unidos firmó un convenio para la erradicación de la misma en el triángulo norte de Centroamérica con el Plan Alianza para la Prosperidad: no, esto lo único que busca es militarizar la zona y dejarla al mando de las clicas criminales del gobierno, para dar paso al tráfico de droga, de personas y a la explotación minera; desapareciendo y asesinando a cuanta persona se ponga en contra, tal como sucede en Colombia con el Plan Colombia y en México con el Plan Mérida y el Plan Frontera Sur.
Y entonces entra al ataque la mediatización acusando de estas muertes a las maras, cuando es violencia institucional, y manipulan a la población que angustiada y sin entender nada pide la pena de muerte para los parias. Y se sube el telón y se baja el telón y se lleva a cabo la obra de teatro que mantiene lejos a la población de las transacciones del gobierno, el ejército y la oligarquía. Y poniendo como excusa la violencia de las maras y del tráfico de drogas, crean bases militares estadounidenses en territorio latinoamericano, con la única finalidad de cercar a quienes en amor patrio buscan liberar a su tierra de toda opresión. Y así nos han convertido en colonias estadounidenses, vencidas e indefensas.
Honduras, Guatemala y El Salvador, después de México, son los países que más exportan mano de obra barata a Estados Unidos, poblaciones enteras se ven obligadas a emigrar: por la violencia, por falta de oportunidades y porque buscan salvar sus vidas y desarrollarse. Migración que realizan sin documentos y que las convierte en presas fáciles para el crimen organizado.
En Guatemala la destitución de Pérez Molina tuvo como resultado la elección de otro capo llamado Jimmy Morales, la población votó a favor de otro verdugo. Solo sirvió de espectáculo para la prensa internacional y de excusa para que quienes en realidad controlan la zona, cambiaran a un títere y pusieran a otro. En Honduras las cosas están siendo distintas, la población votó a favor de Salvador Nasralla y debe defender ese voto, saliendo a las calles y exigiendo que se respete su decisión.
No se puede dejar robar su soberanía, el pueblo hondureño debe defender ese voto y no permitir otro golpe como el de Zelaya. Hay mucho en juego, el pueblo hondureño no puede dejarse vencer, ya trazó un camino, debe seguirlo, es el camino del progreso.
Hace dos años, Honduras se llenaba de indignados manifestando con antorchas, la larga noche hondureña se llenaba de luz, de resistencia, de pueblo despierto, de utopías y albedrío.
No deben dejarse vencer, el pueblo hondureño tiene la fuerza, la dignidad, la entereza y el amor para resistir y no permitir que buitres afines a la explotación, a la manipulación y al exterminio, sean quienes los gobiernen.
Deben demostrarle al gobierno actual, que su tiempo terminó, que Honduras despertó y van a defender su derecho constitucional a como dé lugar. Por los que ya no están, por los que están y por los que vienen. Es ahora, el tiempo es hoy.
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