Cuando Obama se fue con sus once ovejas a Cuba, y se tomó la foto, vencido, y a sus espaldas el rostro imponente del Che, en la Plaza de la Revolución; a 90 millas marítimas de Estados Unidos, muchos celebraban.
Había de todo, quienes celebraban que podían viajar y ver a sus familiares, esa parte humana de la migración, otros, a los que el comunismo, el socialismo y el capitalismo les valía un pepino, pero que se mecían a la sombra del tercero, celebraban que en un santiamén podrían poner negocios en Cuba; los vi saborearse los labios, contando imaginariamente los miles de dólares que iban a ganar fácil, así decían.
Va a caer Fidel, decían. Y no eran gringos, eran latinos emigrados de distintas partes del continente, se entiende qué clase de latinos y a qué clase social pertenecen, porque el paria, al paria no le queda tiempo ni para respirar. Realmente los gringos, hablando propiamente del pueblo, desconocen el asunto político con Cuba y no ven a los cubanos como enemigos, como nos lo hacen creer los medios corporativos. Creo que confunden Cuba con el caribe mexicano y no estoy exagerando. Para ellos Latinoamérica se compacta en las playas de Acapulco y Puerto Vallarta que es a donde van a vacacionar.
Cuando Fidel se convirtió en inmortal, los vi celebrar, muchos comenzaron a hacer transacciones bancarias, se cambiaron de residencia y se fueron a vivir a Miami, porque decían que estando cerca se les facilitarían los negocios, ¡a 90 millas nomás de Cuba! Ojo, que no eran cubanos anti Cuba, eran latinoamericanos anti Latinoamérica.
Hablaban de comprar propiedades con los ahorros de toda la vida, decían que las estarían regalando porque lo que los cubanos iban a hacer en cuestión de días, era vender todo y largarse de Cuba hacia Estados Unidos, al país de la libertad. Entonces ellos aprovecharían para poner negocios. ¡Murió Fidel, Cuba es libre!, decían y brindaban.
Otros se hacían en la cama con 3 cubanas, se lamían los labios imaginándose en el festín. Se harían millonarios, decían. Planeaban cómo aprovechar la estampida que el pueblo cubano daría, lanzándose a las aguas en busca de la tierra de la libertad, para ellos establecerse en tierra de Martí para crear el patrimonio económico de sus descendientes.
Habanos, decían. Y se imaginaban a puro ron, con negras nalgonas y a droga en sus yates a la orilla de la isla. ¡Murió Fidel, Cuba es libre! Decían. Fidel venció al capitalismo, y todavía no se han dado cuenta. ¡Murió Fidel, Cuba es libre! Decían.
Más no sabían, no lo quisieron ver, nunca quisieron entender que Cuba es Fidel. Que Fidel se hizo pueblo. Que Fidel se hizo cepa, macolla, raíz, paisaje, infancia, montaña. Desconocen que la lealtad no se compra ni se vende y que el agradecimiento no tiene transacción alguna. Porque Fidel habita en las manos, en los cerebros, en los corazones y en la lealtad de los cubanos que hacen de Cuba el país más digno del continente americano.
Malaya…
No hay Cuba sin Fidel, porque Fidel es Cuba. ¡Qué la libertad a Cuba le sea eterna!