Aristóteles define la contradicción (Analityca posteriora), como una oposición que por sí misma excluye una vía intermedia. Difícil la situación en que se encuentra el Frente Amplio ante la decisión de apoyar o no al candidato de Fuerza de Mayoría (Nueva Mayoría) Alejandro Guillier en la segunda vuelta electoral del 17 de diciembre.
Junto con lograr un gran triunfo en los comicios del domingo recién pasado, que le permitió elegir 20 diputados y un senador, ese combo con un millón trescientos mil votos, contenía, además, una sorpresa: un paquetito que envolvía una gran responsabilidad ante la ciudadanía. Y, aunque el Frente Amplio no lo buscó (es más, sólo se percató después de la celebración del triunfo), obligará al comando, y a su directiva, a actuar en consecuencia.
Es que ya no se trata de una decisión política que sólo atañe a ese conglomerado y que pudiera tomar sólo el FA, sino que se trata de una decisión con alto contenido social (sólo separo lo político de lo social para enfatizar este último), puesto que afectará a toda la población de este sufrido país.
Llegó el momento, entonces, de actuar con mucha humildad, misma que le otorga el gran triunfo obtenido y el poder que se habrá de instalar en el Congreso. Es necesario iniciar un diálogo con el comando del senador Guillier con el objeto de plantearle las demandas más sentidas del programa del Frente Amplio: No más AFP, terminar con el CAE, Asamblea Constituyente, etcétera, para que sean incluidas en el programa del abanderado oficialista. Sin embargo, éstas no pueden constituirse en un condición sine qua non para apoyarlo en segunda vuelta. Es decir, el Frente Amplio no debe entrar en negociaciones con Alejando Guillier y su comando, por la sencilla razón de que no hay nada que negociar, pues, en general, lo que se negocia, son cupos en un eventual gobierno. La Democracia Cristiana y el PRO, de Marco Enríquez-Ominami, ya han entregado su apoyo sin condiciones al candidato oficialista. Sin embargo, sería de total ingenuidad pensar en que algunos personeros de esos partidos no ocuparán algún cargo en el gobierno. De hecho, Guillier ya ha incorporado a varios militantes de la DC a su nuevo comando. Digo lo anterior, pues pienso que, un eventual acuerdo en el sentido de llamar a votar por el candidato oficialista en segunda vuelta, termina la misma noche de las elecciones y, por motivo alguno aceptar un cargo en dicho gobierno. Los cantos de sirena ya le jugaron una mala pasada a Revolución Democrática en el actual gobierno de Bachelet. Así, el Frente Amplio, podría adoptar dos posiciones: apoyo crítico al eventual gobierno o, definitivamente, una oposición responsable (como lo ha insinuado Gabriel Boric).
Es necesario que con toda humildad (lo cortés no quita lo valiente), el Frente Amplio debe recordarle a Alejandro Guillier, sólo como un téngase presente, que es su bancada de diputados a través de la cual se ejercerá el verdadero poder de negociación, y que este poder se verá (tal vez subliminalmente, que no simbólicamente en lo que atañe a la educación), reforzado por los dirigentes estudiantiles de las cuatro federaciones más importantes del país: FECH, FEUSACH, FEUC y FEUCV, todos recientemente elegidos representando al Frente Amplio.
En una nota reciente, publicada en este medio, Felipe Portales hace una descarnada crítica de Alejandro Guillier, planteando que es muy difícil que le pueda ganar a Piñera, porque es un pésimo candidato. Creo que es la primera vez que me va a tocar discrepar (tal vez no será la última) de mi buen amigo Felipe Portales: ¿Eran mejores los otros precandidatos de la Nueva Mayoría: un Ricardo Lagos Escobar, el candidato que aman los empresarios; José Miguel Insulza, el ministro que rescató a Pinochet desde Londres para ser juzgado en Chile; Jorge Tarud, el diputado más xenófobo de ese conglomerado político? En mi humilde opinión, el único que supera en atributos a Guillier, es el abogado constitucionalista Fernando Atria, que, no por nada, el mismo Guillier lo ha integrado a su nuevo comando. Y por último, le pregunto a Felipe Portales, si de comparaciones se trata, piensa él que el farsante, inescrupuloso, falso, mentiroso y otros “lindos” atributos de Sebastián Piñera y todo lo que representa, es mejor que el candidato Alejandro Guillier?
En las circunstancias actuales, es necesario comprender que Guillier, es sólo la marca del vehículo (aunque sea del Transantiago, pero es lo que hay), al que tendremos que subirnos para parar a Piñera y su derecha corrupta, prepotente, arrogante, depredadora, excluyente, etcétera, con la esperanza que puedan profundizarse las reformas (me niego a usar la frase “el fin justifica los medios” achacada a Maquiavelo, pues tiene un alto contenido de carácter peyorativo).
Si Sebastián Piñera llega al gobierno, “lasciate ogni speranza voy ch’entrate” Abandonad toda esperanza vosotros los que entráis (letrero en las puertas del infierno del Dante).
En síntesis, la responsabilidad del Frente Amplio ante la ciudadanía, radica no sólo en dejar en libertad de acción a sus electores, sino además, llamar a votar por el abanderado del oficialismo. Aunque no son dueños de los votos, Beatriz Sánchez puede explicar, de frente al electorado, que con un gobierno de la Nueva Mayoría, ahora limpia, en gran medida, de los que obstaculizaban los cambios dentro del propio conglomerado, es más factible profundizar las reformas y de impulsar algunos proyectos que tengan que ver con los temas más importantes del programa del FA. Dejar muy en claro que, al apoyar la elección de Guillier, no se ha transado en lo más mínimo el ideario político, social y económico, ninguna parte del programa, ni menos negociado algún cupo en su eventual gobierno.