Se han creado muchos escenarios en los últimos meses señalando que Estados Unidos pierde la paciencia y con rabia destruye a Corea del Norte. Ya hace más de 6 meses atrás que el hegemón estadounidense mandó una flota dirigida por un gigantesco portaviones para asustar y obligar al líder norcoreano a destruir sus armas nucleares. Después se han mandado bombarderos también con armas nucleares en varias ocasiones y últimamente se han agregado submarinos, para asustar al tirano norcoreano. Finalmente se han puesto en alerta todas las fuerzas de Estados Unidos en Asia para enfrentar la situación. El broche de oro en estas campañas de amenazas, lo ha puesto el presidente Trump cuando tomó la decisión de ir en persona para comunicarle al dictador coreano lo que sucederá si no destruye pronto su armamento nuclear.
No obstante, todo este gigantesco movimiento de tropas y de visitas de altas figuras políticas estadounidenses; Corea del Norte no sólo no ha eliminado su armamento nuclear, sino que lo sigue aumentando y perfeccionando. Recientemente explotó una nueva bomba atómica y también construyó nuevos cohetes intercontinentales capaces de alcanzar el territorio de los Estados Unidos.
Es preciso preguntarse por qué sucede todo esto. ¿Es acaso que el líder norcoreano está totalmente loco y que los líderes que se le oponen también están locos?
Es necesario analizar este increíble y complejo fenómeno que al parecer nadie puede explicar en forma satisfactoria. Por lo tanto, el pánico se apodera de pueblos y gobernantes. Es necesario volver a los libros que se leen y estudian en los cursos de relaciones internacionales. Ellos incluyen modernas teorías de las relaciones internacionales particularmente aquellas creadas después de la segunda guerra mundial.
En 1950 el presidente Truman de los Estados Unidos, en un ataque de furia decidió poner punto final al conflicto con los soviéticos mediante un ataque nuclear preventivo. Afortunadamente, sus asesores, expertos en el tema de las relaciones internacionales lo disuadieron, señalando que existía la remota posibilidad de que la Unión Soviética tuviera armas nucleares secretas y también los necesarios cohetes para lanzarlas. Sus asesores también razonaron acertadamente, que aún sin armas nucleares, la destrucción planetaria sería parecida a la provocada durante la segunda guerra mundial.
Fue así como nació una nueva teoría de las relaciones internacionales titulada “Deterrence and conteinment” en español, contención y disuasión. Esto quiere decir que el enemigo sabe que si ataca con sus armas nucleares sufrirá un desbastador contraataque que borrará de la faz de la tierra a su país. Posteriormente en 1960, la administración del presidente Kennedy, decidió que las armas nucleares de China debían ser eliminadas antes que fuera demasiado tarde. Fue así como Kennedy le propuso a Kruschev que juntos destruyeran el armamento nuclear chino. No obstante, la Unión Soviética se opuso a esta aventura y le indicó al presidente Kennedy que lo único sensato para enfrentar “las locuras” de Mao Tse-tung, era utilizar la efectiva teoría de Deterrence and conteinment. Kennedy se dio cuenta de la desastrosa realidad que se provocaría con un ataque a China y fue así como cambió de opinión. Poco tiempo después, en octubre de 1962, ambos líderes se vieron una vez más confrontados con la probable devastación del planeta. Un avión espía descubrió que había cohetes nucleares en Cuba. A partir de ese momento, el planeta entero, estuvo al borde del abismo, pero afortunadamente la teoría del Deterrence and conteinment volvió a salvar la situación.
Kennedy consiguió que Rusia sacara sus cohetes de Cuba, pero a cambio de esto, dio amplias garantías a Kruschev y Fidel Castro, que la invasión a Cuba ya preparada en Florida (con cientos de miles de soldados, decenas de barcos de guerra y cientos de aviones), sería definitivamente cancelada. Los Estados Unidos también se comprometieron a dejar a Cuba en paz. Además, Kennedy ordenó la retirada de los cohetes estacionados en Turquía y apuntando hacia Rusia. Una vez más la teoría del Deterrence and conteinment, funcionó adecuadamente.
En términos muy simples la teoría del Deterrence and conteinment, señala que cualquier poder nuclear que se atreva a usar sus armas nucleares contra otro poder nuclear, tiene garantizada una horrible y aplastante muerte para su sociedad. Es precisamente este brutal terror a la destrucción civilizacional el que ha mantenido la paz global desde 1945 hasta nuestros días. La tercera guerra mundial se ha podido evitar gracias al uso de la teoría del Deterrence and conteinment. Tan pronto como un país adquiere armas nucleares, y vehículos para transportarlas, automáticamente entra en el selecto y exclusivo grupo de países intocables. Corea del Norte ha demostrado con creces que tiene armas nucleares y cohetes para utilizarlos. Por todo lo anterior; independientemente de las locuras reales o ficticias de su líder, o de cualquier otra característica sociopolítica y económica del nuevo país nuclear; nada ni nadie podrá atacarlo sin sufrir catastróficas consecuencias. ()
Este es precisamente el caso de Corea del Norte. Aún si Corea del Norte, no usara sus armas nucleares, sólo con sus armas convencionales podría causar la muerte de cientos de miles de coreanos del sur y no menos de 400 mil ciudadanos estadounidenses viviendo en Corea tanto civiles como militares. ()
La destrucción convencional del Corea del Sur y la pérdida de cientos de miles de vidas estadounidenses, ha sido la razón principal por la cual los Estados Unidos no ha podido obtener la desnuclearización de Corea de Norte. Esta también fue la causa principal por la cual todos los presidentes desde Clinton en adelante no han podido evitar el desarrollo nuclear de Corea del Norte. Es también obvio que el presidente Trump, tampoco logrará conseguir este objetivo. Ahora Corea del Norte no sólo tiene un poderoso ejército convencional, sino que también está en condiciones de pulverizar varias ciudades estadounidenses. Ante este fundamental hecho, los Estados Unidos no tienen otra opción, sino que aplicar con sumo cuidado la teoría de la contención y la disuasión. Tal como el país lo ha hecho al enfrentar a otras potencias nucleares en los últimos 70 años. A Corea del Norte Estados Unidos no lo puede atacar preventivamente. No sólo porque esto iría en contra del artículo 51 de la carta de las Naciones Unidas y también del derecho internacional, sino que por que ningún presidente estadounidense, duraría un día en su cargo después de la muerte de cientos de miles de sus ciudadanos. Todo esto en una guerra en donde Estados Unidos no ha sido previamente atacado y por lo tanto la supervivencia nacional no está en peligro vital.
El presidente Trump podrá tener miles de defectos, pero no es estúpido. Por lo tanto, una vez que su actual viaje por Asia termine, seguramente va a comprender la triste realidad de la actual situación internacional. Estados Unidos ya no es el hegemón mundial, el planeta no es unipolar y es preciso actuar con realismo político y sólida sabiduría en el tema de las relaciones internacionales. El mundo está dividido en al menos 8 civilizaciones y la civilización occidental es sólo una de ellas y está en acelerada decadencia. Los gastos en defensa de los Estados Unidos llegarán a 6 trillones de dólares en el próximo presupuesto fiscal y este inmenso gasto es insostenible ya que representa poco más de un tercio del producto interno bruto. Si el país sigue con este tren de gastos en pocos años más caerá en banca rota. ()
Trump sabe muy bien que una retirada estratégica del mundo y una concentración en los enormes problemas que afecta a la población estadounidense es la única solución razonable. Tal como lo dijo en su campaña, el presidente seguramente procederá a cerrar cientos de bases militares esparcidas por todo el planeta. Al mismo tiempo les exigirá a sus aliados tanto de Europa como de Asia que asuman los costos de la defensa de sus propios países. Ya en la campaña presidencial señaló que tanto Japón como Corea del Sur deben tener armas nucleares propias para su defensa. Igual cosa deben hacer los europeos. El término “América primero” quiere decir que Estados Unidos se ocupará de sus propios problemas los cuales son enormes. Si no se hace esto, el tejido social de Estados Unidos puede empezar a romperse y con ello puede iniciarse un proceso de desintegración nacional. Los blancos, protestante y anglosajones (wasp), en unas pocas décadas más será una minoría en el país. Si todo esto llega a ocurrir, la lucha étnica y cultural podría producir una catastrófica guerra civil parecida a la que el país sufrió en la segunda década del siglo XIX. Precisamente para evitar este desastroso evento, es que el presidente se verá obligado a resolver los problemas socioeconómicos de las minorías y muy en particular de los blancos de la clase media y proletaria. Para lograr todo esto, deberá utilizar los enormes recursos que hoy día se gastan en mantener la imagen de un hegemón mundial. Todos estos recursos se deben gastar en un gigantesco programa de expansión de la infraestructura. Esto significa nuevas carreteras, ferrocarriles de alta velocidad, puertos y aeropuertos, habitaciones populares, salud para todos, control de la criminalidad, etc. Todo esto creará millones de bien pagados puestos de trabajo. Este enorme programa deberá ser financiado con los recursos que el país ya no gastará en mantener la unipolaridad militar. Con todos estos cambios se revertirá la actual distribución desigual del ingreso. Esto es urgente ya que la clase media y los pobres ya llevan casi 40 años en que sus ingresos han contantemente caído, mientras los super ricos, el 1% de la población se han llevado la mayor parte del proceso de crecimiento a partir de los años 70 del siglo pasado. Esta situación es insostenible y debe ser modificada a la brevedad posible.
Cuando la mayoría del pueblo estadounidense entienda con claridad algunos principios básicos de las relaciones internacionales contemporáneas, entonces será posible volver a la normalidad. Una vez más, el planeta se acostumbrará a que surjan nuevas potencias nucleares, pues el ser humano siempre ha reaccionado de la misma forma. Si mi enemigo tiene una espada con la cual me puede cortar la cabeza, yo tengo la obligación de mandarme a hacer una igual. La desnuclearización del planeta sólo podrá ocurrir cuando las potencias nucleares actuales decidan poner dichas armas a disposición de un gobierno planetario mundial. Mientras esto no ocurra, tendremos que acostumbrarnos a la precaria estabilidad creada por la teoría de la disuasión y la contención.
F.Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, 11 de noviembre 2017