En el mundo de las relaciones internacionales, cada vez que se habla de Bosnia & Herzegovina, se suele decir que es el “Frankenstein europeo”, una metáfora de un país creado a partir de pedazos de cadáveres diseccionados incapaces de solucionar la cuestión nacionalista. Este fenómeno se conoce como balcanización, siendo éste la desmembración de un país en comunidades o territorios enfrentados.
¿Pero qué tiene que ver Bosnia & Herzegovina con la actual crisis territorial que vive España con Cataluña? Aunque España no sea totalmente equiparable con el país balcánico, tienen ciertos paralelismos y su historia guarda lecciones de las cuales podemos aprender.
En primer lugar, la Constitución bosnia nació a partir de los Acuerdos de Dayton en 1995. Los Acuerdos pusieron final a una guerra sangrienta, donde los líderes políticos de distintas formaciones y sensibilidades tuvieron altura de miras para construir una transición en una paz duradera y una democracia funcional. Una solución que para aquel tiempo era apropiada, pero que tras 22 años, queda invalidada. La Constitución del 78, discutida en el Parador de Gredos por siete hombres pertenecientes a cinco partidos políticos diferentes, tuvo el mismo efecto: la Carta Magna tuvo cierta legitimidad pero que, a día de hoy, hace aguas. Se puede afirmar que ambas Constituciones fueron producto de una transición pactada para esos tiempos.
En la Constitución de Bosnia & Herzegovina, como en la de España, se hace el reconocimiento de un país de naciones, afirmando la existencia de distintas nacionalidades o identidades religiosas-culturales, entre las que se encuentran los serbobosnios, los bosníacos (bosnios musulmanes) y los bosniocroatas. La Constitución Española contempla cuatro naciones históricas: la vasca, la gallega, la catalana y la andaluza. Los estatutos de autonomía de estas comunidades permiten asumir más competencias a los gobiernos regionales que a las del resto.
En momentos de crisis, los nacionalismos hacen brotar las banderas empuñadas por las clases dirigentes, con el último objetivo de tapar la corrupción. Detrás del ondeo de los símbolos de tela, no hay que olvidar que Bosnia es el país más pobre de Europa[1] o que el 27,9% de la población española está en riesgo de pobreza y/o exclusión social[2]. Los discursos nacionalistas son peligrosos en tanto en cuanto son excluyentes – como en Francia con Marine Le Pen -. Un vistazo rápido a la historia nos lo confirma así.
Con este tipo de relatos se parchean los problemas reales para la democracia: la corrupción y la capacidad de diálogo. En los últimos días y, por desgracia, han pasado casi desapercibidas las noticias de que la Audiencia Nacional confirma que Rato se sentará en el banquillo por Bankia o que Cristina Cifuentes oculta las actas del Canal de Isabel II. En este mismo sentido, Bosnia y Herzegovina sigue ganando puestos en país corrupto – actualmente en el puesto 83 (siendo el puesto 1 el país menos corrupto)[3] – mientras que España se coloca en el puesto 60. Todo un orgullo.
En el año 2014, y dada la penosa situación económica y política de Bosnia, estalló una revolución ciudadana llamada El movimiento de los Plenums, población indignada con la corrupción, la élite política y, en definitiva, el sistema político, definido por su Constitución. Tres años antes, en las plazas de toda España floreció el 15M, por los mismos motivos.
En el año 2016, Milorad Dodik, Primer Ministro de la Republika Srpska (una de las dos regiones del país) declaraba su intención de promover un referéndum de independencia para el año 2018. En la actualidad, Dodik ha dejado en standby el referéndum. No hubo declaración unilateral de independencia y no existe una mesa de diálogo para entablar conversaciones sobre las condiciones de la crisis territorial y otras materias con el Estado central.
El 9 de noviembre de 2014 se dio cita a lo que se llamó el proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña, en el que el entonces presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, planteó como alternativa legal, ante la imposibilidad de obtener del Gobierno central el permiso necesario para celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña y tras el recurso del Gobierno ante el Tribunal Constitucional, una consulta sobre el futuro político catalán. La pregunta era: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado? En caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente?” El proceso fue suspendido. Tres años más tarde, nos encontramos en la insólita situación en la que el Gobierno del PP bloquea el diálogo, se encarcela a dos activistas, Puigdemont declara la independencia de Cataluña y el Partido Popular – partido condenado por enriquecimiento ilícito – aplica el artículo 155 con el apoyo del PSOE y de Ciudadanos. Vivimos una situación kafkiana donde los corruptos de CiU son defensores de la libertad y los corruptos del PP lo son de la Constitución. Tenemos un país estancado por la reforma constitucional anhelada; una reforma tan necesaria para con los derechos de toda la ciudadanía.
Este escenario ha demostrado la incapacidad política de la clase dirigente de España al no estar a la altura de la ciudadanía:
No sabemos cómo se desarrollarán los acontecimientos en Bosnia & Herzegovina, pero en España todavía estamos a tiempo de reconectar Catalunya y afianzar los derechos sociales de todos. ¿Cómo? Mediante un referéndum pactado y con garantías. La encuesta publicada hoy por Sigma Dos refleja que un 75,6% de la población catalana quieren votar en un referéndum legal y pactado. A la pregunta de ¿Es partidario de que Cataluña se independice de España? El 58,3% de la población catalana contestó no mientras que un 80,4% del conjunto de la población española opinó lo mismo.
Desde el principio, hemos defendido esta posición y nos han machacado, pero somos la posición del sentido común y así lo dice la gente.
Sabemos que con diálogo, fraternidad y solidaridad, lograremos el estado plurinacional que necesitamos y que queremos, encontrando la reforma constitucional garante del referéndum pactado, al igual que Bosnia y Herzegovina.
Contaba Eduardo Galeano:
«Cuando era niño, mi abuela me contó la fábula de los ciegos y el elefante. Estaban los tres ciegos ante el elefante. Uno de ellos le palpó el rabo y dijo: “Es una cuerda.” Otro ciego acarició una pata del elefante y opinó: “Es una columna.” Y el tercer ciego apoyó la mano en el cuerpo del elefante y adivinó: “Es una pared.” Así estamos: ciegos de nosotros, ciegos del mundo. Desde que nacemos, nos entrenan para no ver más que pedacitos. La cultura dominante, cultura del desvínculo, rompe la historia pasada como rompe la realidad presente, y prohíbe armar el rompecabezas.
¿Armamos el rompecabezas?.
[1] Según Eurostat.
[2] Según el último informe de la Red Europea contra la Pobreza.
[3] Según el Índice de Percepción de la Corrupción, elaborado por Transparencia Internacional.
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*Allende Marina es española. Graduada en Relaciones Internacionales. Máster en Migraciones. Estudiando Máster en Comunicación Política. En Público.es, 31 Oct 2017