Noviembre 16, 2024

Encuestas y mentiras estadísticas

Pronosticar el futuro es un oficio de magos, agoreros, videntes, tarotistas y hasta falsos profetas. Giacomo Savonarola fue desafiado por su rival franciscano  a pasar sobre las llamas y no ser abrasado por ellas. Muy inteligentemente, el monje no se presentó al duelo, pues tenía que elegir entre su fama de vidente o morir quemado.

 

 

  Es evidente que el futuro probable – Santo Tomás de  Aquino de Aquino llama futuribles – pueda llegar a ocurrir en la realidad, (es el caso del mismo Savonarola cuando anunció la invasión de los franceses a Florencia, camino a Nápoles, lo cual le sirvió para ganar la admiración y respeto de los florentinos), pues “pronostica” hechos que se van a producir por el curso natural de las situaciones. La apuesta de San Pedro a Simón, el mago, para que se tirara desde las alturas y que saliera ileso, forzosamente tenía que ser ganada por el apóstol de Jesús, pues nadie, hasta ahora, ha podido contra las leyes de la  gravedad.

 Volviendo a las predicciones políticas, ocurre otro tanto: entre mil encuestas, por ejemplo, hay un porcentaje que, necesariamente, tiene que acercarse al  resultado real. En Estados  Unidos, en épocas de elecciones, hay sondajes diarios y, en Chile – siempre imitadores – tenemos semanalmente la  encuesta CADEM que da cuenta de las pocas variables entre los ocho candidatos que aspiran a La Moneda.

En este bosque de encuestas siempre hay vencedores y perdedores y, aun cuando la mayoría de los aspirantes digan no tomar en cuenta el resultado de los sondajes de opinión, se solazan cuando aumenta así sea un punto el porcentaje de apoyo y peroran contra ella en la medida en que bajen  y, además, aseguran no creer en las encuestas cuando las analizan en detalle y, lo peor del caso, es que desde la base  del resultado determinan su estrategia mientras viene la siguiente estadística.

Todas las encuestas en Chile son manejadas y auspiciadas por empresas, normalmente pertenecientes de funcionarios que han trabajado con Sebastián Piñera – ocurre con Adimark, Cadem y Cep – y muy pocas pertenecen universidades de derecha, salvo la excepción de la U. Diego Portales.

Los siúticos de siempre definen las encuestas como una radiografía de la realidad cuando, en verdad, no sirven para pronosticar, menos para retratarla, es decir, en fondo, sólo son útiles para manipular y conducir al analfabeto político y electoral, que se deja guiar por la televisión, las encuestas, la radios y los diarios, sin detenerse a pensar que todos estos medios-masa son propiedad de los  mismos dueños, en su mayoría de la derecha, y que el sistema electoral – los ingenuos llaman de sufragio universal – está construido de tal manera para que siempre ganen los más poderosos y sus yanaconas.

Las empresas encuestadoras están tan coludidas como las farmacias o el papel Confort: CADEM lleva a cabo el trabajo de campo de la  encuesta CEP – según Bombo Fica, “sospechosa la wea” – por esta razón no es extraño que sus resultados sean parecidos, pues los chicos de la CADEM no son tan tontos como los asesores parlamentarios, pues seleccionan,  copian y pegan “enchulando” un poco los resultados.

La mayoría de las encuestas se las arreglan para dar entre un 40% a un 42% al patrón de los patrones, Sebastián Piñera lo cual, matemáticamente le daría el triunfo holgado en la segunda vuelta, tal como ocurrió en 2009. Al haber más de diez puntos de diferencia en la primera vuelta entre Piñera y el que llegué de segundo, el balotaje está asegurado en favor del primero.

La encuesta CEP ha sido definida por la casta en poder como el oráculo de la política chilena: nunca se equivoca y es más profético que las profecías de Elías, Daniel y de otros preclaros de la antigüedad.

Cuando la empresa encuestadora, CEP, muestra una lámina en la cual se ve que Alejandro Guillier y Beatriz Sánchez están técnicamente empatados, todos los opinólogos y comentaristas políticos buscan mil argucias para explicar este raro fenómeno, pero cuando, al contrario, en la última encuesta CEP, de octubre, la distancia entre Guillier y Sánchez se amplía, todos buscan explicaciones del por qué la candidata perdió 10 puntos en poco tiempo; los agoreros que antes aseguraban que Beatriz Sánchez disputaría con Piñera la segunda vuelta, de la noche a la mañana lo niegan.

Cuando Marco Enríquez perdió nueve puntos de popularidad en una anterior encuesta CEP, todos los opinólogos lo dieron por muerto – hasta lo ignoraban – pero el voluntarioso, constante y esforzado candidato “resucitó”, y hoy, junto con Piñera, se encuentra entre los ganadores en la última encuesta – de uno pasa a seis -.

En el único aspecto en que las encuestas van a dar en el clavo es, posiblemente, en la abstención y en el porcentaje de indecisos: en el primer caso tal vez sea de más del 60% y, en el segundo, de 10%. Por otra parte, los candidatos no ayudan en nada a reducir este cifra de abstención o bien,  de convencer a los indecisos, lo cual demuestra su mediocridad e incapacidad para llegar a la ciudadanía. La casta política está cada vez más lejos del pueblo y, por consiguiente no entiende y no le importa  comprender la vida cotidiana de los ciudadanos.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

30/10/2017                                    

 

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