El Sr de la foto de la derecha es Bradislav Marelic Rokov, director del Instituto de Derechos Humanos del Estado de Chile, el de la izquierda es Patricio Villablanca, un trabajador que viene saliendo de la 19 comisaría donde fue llevado luego de ser detenido por un imponente contingente de carabineros por determinación de don Bradislav, quien participó personalmente en el operativo.
Patricio ya conoce de cárceles estuvo en el cuartel Borgoño de la Central Nacional de Informaciones donde casi lo reventaron a golpes y descargas eléctricas, aprendió allí que la dignidad tiene en ocasiones un alto precio. En Argentina la Triple AAA lo tenía de objetivo prioritario, es también colocolino (nadie es perfecto), un chileno de a pié, como usted y yo. Vive de su trabajo en empresas no estatales y su puño en alto refleja que sus convicciones están intactas.
Don Bradislav está feliz, la foto lo refleja, la vida le sonríe. En un país con más de 10 mil chilenos en situación de calle y un 50% de los trabajadores chilenos ganando 350 mil pesos mensuales él tiene asignado 8 millones de pesos mensuales por “defender y promover los derechos humanos”. Los Derechos Humanos son para algunos un verdadero nicho de negocios.
Para don Bradislav sus proyecciones pueden ser hasta internacionales, pues ha recibido entre agasajos a quienes pretenden derrocar por la violencia a los gobiernos de Cuba y Venezuela. Su “visión de Estado” y la de su instituto se plasma en en una enérgica defensa de la permanencia de Punta Peuco como centro de detención privilegiado.
Patricio y sus compañeros ocuparon pacíficamente el Instituto Nacional de Derechos Humanos. Piden al gobierno Justicia y Reparación; que se ponga fin al secreto de los 50 años, justicia para los ex presidentes Allende y Frei, que se revisen las millonarias jubilaciones fraudulentas de los militares de Punta Peuco y su “stress” postraumático, que se aumenten el pago de sus reparaciones que actualmente son menos que el sueldo mínimo: una suerte de limosna para indigentes.
En derecho, Patricio y sus compañeros simplemente ejercieron el derecho de petición establecido en el artículo 19 de la Constitución, su propuesta fue recibida por el propio ministro del interior. Pero pasaron más de 4 meses y ni siquiera recibieron respuesta. El gobierno no atendió a lo que la jurisprudencia chilena ha dicho en reiterados fallos; el derecho a petición obliga a la autoridad a responder.
En su momento, don Bradislav les espetó a los ex presos políticos de la dictadura que con o sin ocupación el cobraba su sueldo igual, todos tenemos motivaciones particulares y propias en la vida, Bradislav las explicitaba.
Enfurecido don Bradislav gastò millones en inserciones pagadas en diarios que como La Tercera, que siempre han tolerado cuando no promovido la violación de Derechos Humanos en Chile, para denostar a los ex presos políticos. El instrumento era el mismo solo cambiaba el mandante.
Entre los que ocupaban pacificamente la sede del INDH se encontraba un abogado que ha logrado someter a proceso y apresar a decenas de genocidas de Pinochet como el coronel Labbè, Santiago Sinclair y Krasnof Marchenko. Por un simple azar don Bradislav no logró meterlo preso también, pero seguramente seguirá presente en sus inquietudes. No habría sido tan malo después de todo pues habría quedado más de manifiesto de qué lado esta cada cual. De Punta Peuco le habrían agradecido.
Se remitieron amenazas a los ocupantes, el que estuviera allí nunca sería recalificado como preso político. Muchos auténticos presos políticos no calificaron en la comisión Valech y genocidas como Miguel Estay Reyno, el Fanta, si lo hicieron. Los ex pp respondieron que la dignidad no tenía precio y que el Código Penal contempla la prevaricación administrativa.
Los ex pp fueron desalojados del INDH y arrestados, luego enviados a un cuartel policial. Chile ocupará una silla en el Conejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la presidenta no se sonroja, se congratula.
La posición real de cada uno en los Derechos Humanos ha quedado de manifiesto en este conflicto. También ha quedado claro que cada vez que los Estados crean organizaciones de DDHH con el supuesto fin de promoverlos y defenderlos, por la lógica de la vida, siempre se terminan transformando en organismos de tapadera de los abusos.
ROBERTO AVILA TOLEDO