Recientes declaraciones de prensa del candidato de la derecha Sebastián Piñera confirman la errática personalidad del ex presidente. Dijo hace unos días a una radioemisora que “El dinero y el poder si uno los toma como un fin en sí mismo se transforma en una esclavitud (…), si uno lo toma como un medio son un instrumento de libertad”. Se refería en este caso a los procesos por colusión en los episodios judiciales del comercio del llamado papel “tissue” y en las farmacias. Con desenfado y en el más puro estilo de un Rajoy o un Trump criollos Piñera se preguntaba “¿cómo puede haber tanta codicia, tanta aspiración?”
Añadió que bajo su gobierno fue reforzada la Fiscalía Nacional Económica, la que, según sus dichos, “ antes miraba, pero no mordía”. Tampoco dejó pasar el escándalo de la fastuosa fiesta en Cancún de los mandamases de la AFP Capital, comparando el publicitado derroche con la pobreza de las pensiones que esas entidades pagan a los chilenos. A Piñera el mostrar esos lujos le pareció de “mal gusto”
Días más tarde, en otro medio informativo aseguró que siempre tuvo devoción “ por el conocimiento, las ciencias, la literatura, el arte y la cultura”, recordó los nombres de algunos de sus profesores de historia y entre sus propuestas respecto a Educación señaló en primer término que había creado una Fundación “con mi mujer y mi hermana” para atender el tema.
¡Pero si es el mismo Piñera que eludió el debate sobre Ciencia y Cultura ! Y el mismo que no se atrevió a comparecer ante la Corte Suprema para hablar de Justicia.
Y es el mismo Piñera que sostiene que fue el mismísimo Robinson Crusoe quien habitó en nuestra famosa isla…. Y debe seguir creyéndolo sin duda. Es el que confunde hasta a los personajes más elementales de la Historia o de la Religión, desde Adán y Eva en adelante. Las “piñericosas” no son invento de humoristas. Es su identidad personal.
Con tales atributos es difícil creerle que haya sido “académico”como sostuvo, salvo claro en una institución privada y, de haber sido efectivo, habría que saber qué fue de sus alumnos en el curso de la vida.
Pero además no deben olvidarse las revelaciones que en el desaparecido ( por culpa de Piñera) periódico La Nación hiciera hace algunos años el académico chileno de la Universidad de Harvard, Roberto Castillo, quien denunció que Piñera nunca había sido profesor de Economía de esa conocida universidad, sino que apenas “ayudante”.
El profesor Castillo recordó con razón que Piñera “es conocido por sus éxitos empresariales, pero no por sus contribuciones académicas.” Y agregó :“ Ser Profesor de Economía en Harvard no es cualquier cosa. Es un cargo respetadísimo, muy poca gente logra un puesto académico como ése.”
Pero el ex presidente se las arregla para marcar presencia. Como es sabido, hace algún tiempo apareció galardonado con un curioso premio y por una curiosa entidad. Se trató del premio por su “Defensa de la democracia y libertad” y el reconocimiento fue entregado por el escritor Mario Vargas Llosa, máximo dirigente del hasta ahora desconocido “Consejo de la Fundación Internacional por la Libertad”. Claro esto fue en una ceremonia realizada en la casa central de la Universidad Católica, donde habría estudiado Piñera y con la presencia de personajes vinculados a la derecha. Del gran escritor Vargas Llosa bien conocemos todos su penoso devenir político.
Lo que no puede sorprendernos en el candidato de “Chile Vamos” es su rechazo a comparecer a tribunales. Es parte de su trayectoria de vida, como lo recordó el Senador Navarro cuando los candidatos fueron invitados a la Corte Suprema. Todo el país conoce su participación como autor en el juicio por estafa al Banco de Talca. Eran tiempos de Pinochet cuando Sebastián Piñera, junto a Carlos Massad por entonces presidente de esa entidad bancaria, fueron encargados reos. Junto con ser procesado se decretó su detención por los delitos de estafa y apropiación indebida perpetrados en contra del Banco en que él mismo era alto directivo. Estaban en juego algunos cientos de millones de dólares.
La resolución del Ministro Luis Correa Bulo, a cargo del sumario, fue ratificada por la Corte de Apelaciones. Desde agosto de 1982, Piñera permaneció prófugo y oculto. Y como consta en el expediente judicial a fojas 533, cuando los policías buscaban al prófugo en su casa, la cónyuge respondió que sabía de la orden de detención pero que no sabía dónde se encontraba el fugado pues el mismo día de la resolución judicial “ él se fue de la casa, sin siquiera despedirse…”.
Mientras tanto sus cómplices y socios de Piñera, Miguel Calaf y Alberto Dianoni, permanecían presos en la hoy desaparecida cárcel de lujo llamada “Capuchinos”.
El reo y prófugo presentó entonces un recurso de amparo, que fue rechazado categóricamente por la Corte de Apelaciones, pero luego le salvó un “supremazo” del máximo tribunal, como sabemos adicto a la dictadura, que le libró de una prisión segura, mientras sus socios eran condenados a 3 años de cárcel. Años más tarde la ex ministra de Pinochet, abogada Mónica Madariaga, reconoció su gestión de apoyo para salvar a Piñera.
Tampoco cabe olvido para aquel episodio, nunca bien aclarado, de su relación con el empresario golpista Ricardo Claro sobre el tema de las tarjetas de crédito. Tampoco se debe olvidar su paso por Citicorp y las jugadas maestras de sus empresas, entre ellas “Santa Cecilia” e “Inversiones Las Condes” en las que con su socio, Juan Bilbao, realizaron diversas operaciones en el marco del proceso privatizador de la dictadura, léase compra de acciones en la Compañía de Aceros del Pacífico, CAP, o en la empresa Copec.
Ni menos se puede olvidar el “ Piñeragate” en 1992 cuando se da a conocer por su ex amigo Ricardo Claro – por entonces dueño de Megavisión – la grabación de la conversación privada de Piñera con su amigo Pablo Díaz para afectar a su contraparte, Evelyn Matthei, en un debate televisivo.
Por tanto, a la luz de lo que ha sido su vida y si es el mismo quien define como “esclavos” a aquellos que toman el dinero y el poder como un fin en sí mismo no cabe más que concluír que el candidato derechista no es más que lo que él señala, un esclavo de su ambición.