Los catalanes que se habían congregado este martes en las calles cercanas al Parlamento regional de Barcelona para celebrar una declaración de independencia reaccionaron con decepción al anuncio de postergación de esa medida y el llamamiento al diálogo por parte del jefe de Gobierno, Carles Puigdemont.
A un estallido inicial de aplausos cuando Puigdemont se refirió al “mandato del pueblo para convertir a Cataluña en un Estado independiente”, le siguieron los abucheos cuando anunció su suspensión para buscar el diálogo y llegar a una solución negociada.
“Estamos un poco desilusionados porque teníamos la ilusión de que se fuera a proclamar la independencia y que se haya pospuesto así es muy decepcionante”, contaba a Dpa Mariona, de 52 años, que siguió la comparecencia junto a su marido desde el paseo de Lluís Companys, donde se instaló una pantalla gigante para seguir la comparecencia.
Las calles se habían llenado de gente que clamaba por la independencia convocados por la entidad civil independentista Asamblea Nacional Catalana (ANC) bajo el lema “Hola república”, para saludar el nuevo país que surgiría tras la declaración de hoy.
Portaban banderas independentistas y carteles a favor del “sí”, lo mismo que rosas en la mano como símbolo de su carácter pacifista.
Sin embargo, en vista de la declaración de Puigdemont, tendrán que esperar, algo que algunos recibieron con resignación: “Si nuestro president, al que queremos mucho, nos pide que tengamos un poco más de paciencia después de 300 años en esta situación creo que podemos esperar un poco más”, añadía Mariona.
“Nos gustaría que fuera sólo cuestión de unos días o meses, porque si ya son años, entonces mal. Si hablo con el corazón, me voy un poco decepcionado, pero si hablo con la razón, creo que es positivo que haya un diálogo”, añadía su marido, un arquitecto también de 52 años que trabaja en las obras de la Sagrada Familia.
A la resignación y la paciencia ganaba en ocasiones la decepción, como la de Neus, de 52 años, que se mostraba muy enfadada y “totalmente decepcionada”. “Esto es la crónica de una muerte anunciada. Dar margen para el diálogo con gente que no quiere dialogar es inútil, ¿para que perder más tiempo?”.
La decepción quedó también latente en la rápida dispersión de los concentrados para celebrar la independencia que no llega. Poco a poco, los convocados fueron marchándose con sus banderas y carteles, dejando la plaza medio vacía, donde muchos seguían aún debatiendo, en medio de resignación, decepción y opiniones encontradas.