Los Vargas Llosa, padre e hijo, son los peregrinos del neoliberalismo: cada vez que se postula un candidato de esta tendencia en América Latina están dispuestos a dar sendas charlas para hacer el panegírico del candidato de su predilección.
El enemigo principal de estos dos escritores es el populismo, un leviatán muy difícil de destruir y al cual, como al demonio, le achacan todos los males que padece América Latina.
En Chile, el encuentro entre Sebastián Piñera y Mario Vargas Llosa pretendió marcar un jalón en la imagen internacional del empresario chileno – justo una semana antes tuvo un encuentro con el ex Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, coincidiendo con la participación de Michelle Bachelet en la ONU – quien, en su afán narcisista, busca mostrarse como un estadista a nivel internacional.
El Premio Nobel de Literatura llegó a Chile con la excusa de presentar el libro de su hijo Álvaro, El estallido del populismo, que fue el tema del seminario seguido a continuación, en que lanzaron periquitos contra la izquierda que “caros amigos” de Piñera llama populista.
Piñera, aunque lo niegue, esta vez no podrá prescindir del sector más derechista de la UDI; por parte, tendrá la ardua tarea de conquistar para la segunda vuelta a los votantes de José Antonio Kast y, en las circunstancias actuales, Piñera no va a poder contar con un gabinete de gerentes como lo hizo al inicio de su primer gobierno, pues está cada día más dominado por la derecha dura de la UDI, que no lo deja ni a sol ni a sombra.
Para intentar una salida de este círculo de hierro que aprisiona a Piñera fue necesario el apoyo de su amigo, Mario Vargas Llosa, quien dijo: “una señora que es violada está obligada a tener el niño porque hay buna derecha completamente cavernaria que no admite el aborto, eso es una estupidez, es una barbaridad y hay que decírselo claramente a esa derecha, esa derecha no es liberal, esa derecha no entiende lo que son los derechos humanos”, sentenció Vargas Llosa en Televisión. (Mostrador, 29 de septiembre). Los participantes a este evento no pronunciaron palabra alguna.
Hay que recordar que durante el gobierno de Sebastián Piñera fueron invitados varios conferencistas, de fama internacional, que disertaron sobre la derecha liberal promoviendo debates que, al final, me llevó a la conclusión de que la derecha liberal es una utopía, un constructo mental, un conjunto de buenos deseos, una añoranza del liberalismo del siglo XIX, que tenía muy poca aplicación en el gobierno de Piñera y la derecha chilena.
Es cierto que algunos nuevos los partidos políticos actuales, que han salido de Renovación Nacional, tiene personeros que podríamos llamar de derecha liberal, pero en el fondo, quienes predominan en la derecha y en la candidatura de Piñera son dirigentes de la UDI, es decir, la extrema derecha chilena. (Jean Marie Le Pen, en una visita a Chile, manifestó que la derecha chile era espantosamente ultraderechista).
La reciente intervención de Vargas Llosa en Chile, que tenía la intención de ayudar al candidato Piñera, hasta ahora no ha tenido éxito, pues la hegemonía de la UDI está terminando por aplastar a los nuevos partidos de la derecha. (Véase la sumisión de Evópoli a la UDI en las listas de candidatos a parlamentarios).
Los gobiernos de Jorge Alessandri y de Sebastián Piñera se caracterizaron porque, al comienzo, intentaron formar gobierno con los gerentes y técnicos, para terminar dominados por los partidos políticos que los apoyaron – en el primero caso, liberales, conservadores y radicales y, en el segundo, la UDI y RN -.
Hoy la situación para Piñera es más compleja, pues la UDI anunció, desde ya, que esta vez marcará su impronta en el posible próximo gobierno del ex Presidente. La derecha, como siempre, es muy optimista y se cree a pie juntillas los resultados de las encuestas de opinión y – agregan su seguridad de que pueden ganar en la primera vuelta -. Este error siempre lo ha cometido la derecha: bástenos recordar que Jorge Alessandri iba primero en todas las encuestas, seguido por Radomiro Tomic y, en tercer lugar, Salvador Allende.
La derecha chilena hegemonizada por la UDI nunca dejará de ser cavernaria y seguirá defiendo la dictadura de Augusto Pinochet, así algunos de sus miembros se decida por un acto de contrición perfecta.
El caso sui generis de la candidata a diputada, Loreto Letelier, que declaró públicamente al referirse a la detención de militares por parte del juez Carroza, sostuvo que los jóvenes Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Denegri se “habían quemado a sí mismos”, muestra la verdadera identidad de la UDI, que aún continúa defendiendo a los genocidas del régimen militar.
Si la UDI se hubiera convertido a la llamada “derecha liberal”, si sus parlamentarios hubieran votado a favor de la despenalización del aborto en tres causales y, además, expulsado de sus filas a la candidata a diputada, Loreto Letelier, ya sería un paso la democratización de su ideario político.
Si, por desgracia, Piñera resultara elegido, (la división de los candidatos progresistas y la tontería de los electores), estaríamos ad portas de una verdadera restauración autoritaria y la anulación de los pocos avances logrados durante el gobierno de Bachelet, cuyo gran error fue no haber gobernado con los ciudadanos, sino para una pequeña cáfila de inútiles asesores.
Cuando el general español Mariano Osorio entró triunfante a Santiago fue aplaudido por los habitantes. Es de esperar que este baldón no se repita.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
03/10/2017