El mes de septiembre tiene mucho significado para los chilenos, todos ellos relacionados con la democracia: nos independizamos de la corona española en septiembre de 1810, las elecciones presidenciales se realizaban hasta 1970 el 4 de septiembre, La Moneda fue bombardeada y muerto el Presidente Allende aquel fatídico 11 de septiembre de 1973, muchos compatriotas murieron en septiembre. Por eso septiembre nos define como Nación.
Como Nación digo, porque somos una comunidad social y política que comparte vínculos históricos, culturales y compartimos un territorio y un idioma, con soberanía e independencia. Somos Nación desde las perspectivas político-jurídica y también, cultural y es por eso que nos debiera aglutinar el sentido ético. Chile es Nación y la llamamos nuestra Patria, pues nos ligan a este territorio, natal o adoptivo, fuertes lazos afectivos, históricos y culturales.
Septiembre —que mantiene su nombre de cuando era el séptimo mes—, es mes de duelo, de descanso, de pausa y reflexión, de controversias y revoltura. Conversamos y bailamos, comemos y tomamos, reímos y lloramos. Hay más accidentes y peleas, los desequilibrios afloran. Todo brota en septiembre como asomo de la primavera y a veces, de algunos delirios oscuros. El espacio público es usado por la ciudadanía en manifestaciones, en expresiones diversas, homenajes, reparaciones y conmemoraciones, los asados humean en los parques y los volantines surcan el azulado y ventoso cielo público.
La Universidad de Chile este año entregó títulos póstumos a mas de un centenar de sus estudiantes que fueron asesinados en dictadura y los reconoció como los mejores integrantes de su comunidad. No debieron morir en ese momento se dijo, La Moneda no debió ser nunca bombardeada, debieron haberse titulado y ejercido como profesionales que buscaban lo mejor para la sociedad. Habríamos sido un mejor país. Seríamos una mejor Patria si todos, más allá de diferencias políticas, rechazáramos los atroces crímenes cometidos. Porque, ¿existe acaso alguna justificación para asesinar, violar y torturar a niños, mujeres, hombres? ¿para usar sistemáticamente la violencia porque no se comparte una postura política? Rechazar con fuerza y claridad toda forma de atropello a los derechos humanos en una obligación de toda la sociedad democrática, de todo bien intencionado patriota, y es bueno recordarlo en estas Fiestas Patrias de 2017 cuando algunos parecen olvidarlo.
Especialmente relevante en esto es el comportamiento de los medios de comunicación por el impacto de sus contenidos en la ciudadaniìa y el poder en la formacioìn de opinión pública que los obliga a actuar con redoblada responsabilidad y ética, evitando los conflictos de interés. Lo digo desde el conocimiento que me da la experiencia de haber sido por varios años directora de postgrado del Instituto de la Comunicación de la Universidad de Chile: la conducta ética no solo es obligatoria para los periodistas sino que también lo es para los dueños de medios de comunicación.
Hasta en los espacios más privados, hay cosas que no se pueden hacer. Un padre no puede ni siquiera dentro de su propia casa, abusar de sus hijos o pegarle a su mujer, por ejemplo. Con mayor razón, por cumplir una función pública, la conducta ética de dueños y trabajadores de medio de comunicación está por encima de sus posturas personales (y las hay de todo tipo! razonables o descabelladas).
Pasaron 300 años antes de independizarnos, pasaron los años de dictadura. Pasamos ahora a un tiempo en que mejorar la democracia para avanzar a una sociedad mas justa es nuestra responsabilidad ineludible y no permitiremos que el autoritarismo, la corrupción, los intereses mezquinos y la captura de espacios públicos lo impidan. Pasemos septiembre sin más “brotes” de delirio fascista, cuya purulencia y pestilencia produce inmediato y decidido rechazo.
Desde Caleta Tortel, les deseo unas Fiestas Patrias esperanzadas y fraternas