“Muerte al Islam”, “vais a morir” o “fuera moros de mierda” son sólo algunos ejemplos de los mensajes que han proliferado en los últimos días en España a raíz del doble atentado en Cataluña que costó la vida a 15 personas y dejó a más de 130 heridas.
En las mezquitas, en los locales comerciales regentados por ciudadanos de origen árabe o en las llamadas redes sociales, donde prolifera el “anonimato”, se han intensificado los mensajes “islamófobos”, que suele enarbolar la extrema derecha europea pero que cada vez se va extendiendo más en la sociedad.
En los atentados de Madrid del 11 de marzo del 2004, en los que murieron 192 personas y fueron heridas alrededor de dos mil, se registró además una conducta ejemplar de la mayoría de la sociedad española, que en ningún momento asumió como propias las visiones más extremistas de la violencia producido por las células yihadistas y que se limitan a lanzar mensajes de odio contra los musulmanes, a los que dibujan como “vagos” que viven del Estado del bienestar y a “terroristas en potencia”.
Pero con el doble atentado en Cataluña algo ha cambiado. Al menos en una parte de la opinión pública española, que ahora es más proclive a este tipo de mensajes incendiarios y que explotan la sensación de dolor y frustración ante actos más violentos y brutales como los perpetrados por la célula yihadista en Barcelona y Cambrils.
Y máxime cuando los detalles biográficos de los autores materiales confirman que eran jóvenes de entre 17 y 25 años, todos ellos con residencia legal, la mayoría con trabajos bien remunerados y fueron escolarizados desde pequeños. Al parecer estaban integrados hasta que de repente su supuesto líder espiritual, el imam de Ripoll, los habría instigado a perpetrar el crimen.
Entre los ataques a los centros de reunión o comercios relacionados con población árabe y musulmana destacan las pintadas en las mezquitas de Tarragona y Barcelona, así como los ataques a una serie de centros comerciales en las poblaciones madrileñas de San Martín de la Vega y Fuenlabrada.
También se registraron sendas concentraciones de grupos de extrema derecha tanto en Barcelona como en Madrid que intentaron frustrar los minutos de silencio por las víctimas con proclamas contra la población árabe y musulmana, insistiendo en su idea básica de que “hay que echarlos a todos de Europa” y a “no dejar entrar a ni un refugiado ni migrante más”.
Los ataques de los nuevos “islamófobos” también van dirigidos contra las autoridades y contra los alcaldes de Madrid y Barcelona, Manuela Carmena y Ada Colau, que representan unas candidaturas independientes, y a las que acusan de “buenismo que nos mata”.
Las autoridades catalanas, encabezadas por su presidente, Carles Puigdemont, han insistido en todos sus mensajes que Barcelona es una ciudad abierta y que los atentados no van a acabar con su espíritu de solidaridad y hermandad con otras religiones y culturas. Además, la Comunidad Islámica española decidió dar un paso al frente y manifestarse públicamente contra los responsables del atentado, pero también para insistir en que no se puede criminalizar su religión.
Sobre toda ante los mensajes de odio han circulado sin control por las redes sociales. En Twitter, la etiqueta #StopIslam ha llegado a ser Trending Topic con mensajes como estos: “Las consecuencias de vuestra democracia, la inmigración o la interculturalidad” o “crear un hashtag que diga #StopIslam está muy bien, pero ahora hay que llevarlo a cabo y comenzar a deportar islamistas cuanto antes”.
En Cataluña los musulmanes salieron a la calle gritar que “Islam es paz” y “somos musulmanes, no terroristas”. Mientras que el vocero de la Comunidad Ahmadía del Islam en España, Qamar Fazal, tildó a los responsables del atentado de “antimuslmanes” : “Estas personas son antimusulmanas y antireligiosas que dejen a la religión en paz. Una religión que no tiene bondad no es religión. El santo Corán dice que quien mata a un inocente es como si hubiera matado a toda la humanidad. El crimen de Barcelona es como si hubieran asesinado a todo el mundo”.