Noviembre 17, 2024

Turismo, ambición y delirio

Las ambiciones e intereses por apropiarse de la Región de Aysén en desmedro de sus habitantes son constantes, desde sus orígenes. Eso fue lo que gatilló la llamada “Guerra de Chile Chico” acontecida en 1918, también conocida como los “Sucesos del Lago Buenos Aires”, asunto al que volveremos en próximas columnas, pues tiene muchos aspectos que se relacionan con nuestro presente. Tierras habitadas y trabajadas por chilenos desde hacía años, fueron entregadas por el Estado a un solicitante con la confabulación de varios. En momentos en que se veía todo perdido, Antolín Silva convenció a los pobladores que podían y debían defender sus derechos y sus tierras resistiendo el poder ejercido por esos empresarios, algunos chilenos y otros extranjeros, y por el Estado para despojarlos. Ayudaron en esto alguna prensa que informó oportunamente y un parlamentario que defendió con fuerza y decisión a los pobladores de Aysén. Con esta gesta, los habitantes del territorio se hicieron respetar y luego fundaron Chile Chico, pronto a cumplir 100 años.

 

 

Pensé en la Guerra de Chile Chico cuando leí hace unos días en el dominical cuerpo de reportajes de aquel diario santiaguino, que un exministro, exparlamentario, expresidente de un partido de derecha y exprecandidato a la presidencia (su candidatura no prosperó por graves problemas de salud mental y además ahora está siendo investigado en el caso SQM y la modificación del código de aguas) insiste en un megaproyecto de turismo para la Región de Aysén. Dice que “nadie le ha dicho que no”, que busca exitosamente gran financiamiento, que lleva tiempo elaborando la idea con un grupo de amigos y empresarios, que está listo para pasar de la teoría a la práctica, que este plan del “Parque Austral” iría desde Cerro Castillo hasta el monte Fitz Roy cubriendo 85 mil kilómetros cuadrados, que busca posicionar la Patagonia en el mundo y conservarla para las futuras generaciones (!?), pero su foco está puesto en los grupos y familias de mayores ingresos del país a quienes le pide un mínimo de 3 mil UF por miembro, que siguen con la idea de abrir el Istmo de Ofqui y que hacia fin de año se dará a conocer la lista de “fundadores”. Es decir, se quieren comprar “media región”, !Dios nos pille confesados y … nos libre!. La Región de Aysén no necesita que vengan a fundarla, ni que vengan a adueñársela ahora otros, menos aún con planes delirantes.

 

En la Región de Aysén ya existen avances para el desarrollo del turismo que se ha reconocido como un área relevante y que permitiría compatibilizar desarrollo con medioambiente bajo de concepto de desarrollo sustentable. El documento de “Estrategia Regional de Desarrollo”, vigente desde hace años, orienta lo que hay que hacer en turismo, aunque no es suficientemente usado como el instrumento maestro que ordene otras iniciativas. Es interesante la iniciativa ZOIT (Zonas de Interés Turístico, Subsecretaría de Turismo) para territorios comunales, o intercomunales que tengan condiciones especiales para la atracción turística y que requieran medidas de conservación y una planificación integrada para promover las inversiones del sector privado y que en la Región está activa. Por su parte existe el Programa Estratégico Regional (PER) de Turismo, de CORFO que es una instancia público privada de planificación y gestión del turismo. Y también se ha organizado la Federación de Turismo que representa a 13 gremios agrupando a 300 empresas desde Raúl Marín Balmaceda, La Junta, Puyuhuapi, Mañiguales, Puerto Aysén, Coyhaique, Caleta Tortel, Villa O’Higgins.

 

Actualmente el sector del turismo representa aproximadamente el 3,5 del PIB regional y absorbe el 6% de la fuerza de trabajo regional. Recordemos que es frecuente que en el sector se prefiera contratar a personas de fuera antes que a locales y eso es algo urgente de resolver, por ejemplo con capacitación adecuada y oportuna y con normas de protección a los trabajadores y trabajadoras locales.

Si queremos desarrollar el turismo al servicio de la Región de Aysén, será necesario mayor coordinación entre los distintos niveles, instancias e iniciativas, al tiempo que reconocer la relevancia que deben tener los territorios y las personas, por sobre el peso de los capitales financieros.

Aumentar el turismo significa abrirnos a tener más visitantes en “nuestra casa”, pero esos visitantes deben respetarnos, comportarse bien para no destruir nuestro ambiente y no pretender “tomarse nuestra casa”. Necesitamos visitantes que vengan y se vayan dejando la menor huella, no visitantes que quieran sacarnos de aqui para colgarse el título delirante de “fundadores”.

 

 

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