La Organización Internacional del Trabajo (OIT) la define del siguiente modo: “ La seguridad social es la protección que una sociedad proporciona a los individuos y los hogares para asegurar el acceso a la asistencia médica y garantizar la seguridad del ingreso, en particular en caso de vejez, desempleo, enfermedad, invalidez, accidentes del trabajo, maternidad o pérdida del sostén de familia.
La seguridad social está claramente definida en los Convenios de la OIT y en los instrumentos de la ONU como un derecho fundamental.”
La existencia de la Seguridad Social está en el corazón de la identidad de los trabajadores como un sector social con fisonomía colectiva propia, esto es especialmente cierto cuando las prestaciones son universales y llegan a sectores de trabajadores que debido a la precarización laboral y a las nuevas formas de organización del trabajo, están fuera de relaciones contractuales y centros de trabajo tradicionales. La Seguridad Social es la mayor conquista del movimiento de trabajadores y sus organizaciones sindicales y políticas.
¿Por qué está bajo ataque en América Latina? ¿Por qué está en el centro de masivas luchas sociales en varios países?
En América Latina, la Seguridad Social y especialmente los sistemas de pensiones están en el centro de la lucha de clases, de una parte las elites empresariales quieren echar mano a los principales flujos y fondos acumulados de ahorro nacional de los sistemas de pensiones mediante sistemas privados de capitalización individual que rompen con los principios de la Seguridad Social, tales como la solidaridad inter-generacional e intra-generacional, la suficiencia y certeza de ingresos, la universalidad de la cobertura, la no discriminación, etc.
De otro lado los trabajadores quieren mejorar sus pensiones, y recuperar la Seguridad Social en aquellos países donde han perdido total o parcialmente las pensiones sociales también conocidas como sistemas de reparto.
Chile fue un adelantado de la contrarreforma social, al implantar las AFP a comienzo de la década de los 80 durante la dictadura cívico militar, y fue una respuesta a la depresión que dejó en quiebra y descapitalizados a grandes empresas y bancos. Frente a este descalabro las antiguas Cajas de Previsión concentraban los principales flujos financieros, que harían posible robustecer los mercados financieros, y transformar el ahorro previsional de los trabajadores en capitales para los grandes grupos económicos. El primer embate global de privatización de las pensiones sociales fue parte del llamado “consenso de Washington” a favor de las privatizaciones, la desregulación y la globalización. En el nuevo panorama geopolítico mundial producto de la caída de la URSS y del “socialismo real”, se popularizó el “éxito” del sistema chileno de pensiones privadas, y la propuesta de imitarlo con el impulso de las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, años después el propio banco Banco Mundial aceptaría que privatizar la Seguridad Social podría no ser tan buena idea.
La Seguridad Social constituye una tremenda parcela de la economía, en términos de fondos acumulados, y de flujos de dinero. Los principios de la Seguridad Social son por definición solidarios y socialistas, por lo mismo la lógica de cualquier sistema de Seguridad Social apunta al bienestar colectivo, escapa del lucro y la especulación del capital en los mercados.
Pero ante las dificultades financieras, el robustecimiento de los mercados de capitales mediante los sistemas de pensiones aparecen como una tabla de salvación para los grandes grupos económicos. Esto explica que frente a las crisis financieras globales a las que ha estado sometido el planeta de manera recurrente, la propaganda de las elites acusa a los sistemas sociales de pensiones de ser la causa de las profundas crisis económicas y promueven su reemplazo por sistemas privados. Aunque en realidad las crisis globales han tenido su origen desde el mundo financiero, a partir del sobre-endeudamiento y el subconsumo o sobreproducción estructural. Así la nueva ola privatizadora de la Seguridad Social en el continente, está muy relacionada con las dificultades crecientes de modelos de crecimiento basados en la exportación de commodities ante el desplome de sus precios tras largos años de bonanza en lo que se conoció como “ciclo de súper precios” arrastrados por el crecimiento primero y la ralentización después de las grades economías emergentes, especialmente China. Esta es la causa de fondo que indica que la cuestión de las pensiones estará en el centro de la lucha de clases del continente latinoamericano en la próxima década por lo menos.
Pero hay otro aspecto en esta disputa a considerar. Los fondos de pensiones sociales acumulados a través de la inversión colectiva son una forma de propiedad social, una fuente primordial de ahorro nacional y permiten avizorar tipos de control de la economía, crecimiento y desarrollo no capitalista. Nos jugamos pues el presente de las pensiones pero también el porvenir de la sociedad.