Noviembre 15, 2024

Venezuela: soberanía, hipocresía y revolución

Pasar junto a la realidad con los ojos cerrados es una modalidad intelectual característica de la educación impuesta a los pueblos coloniales por los pueblos dominadores. Un conjunto de palabras de embeleco y de doctrinas aparentemente generosas suplanta a la cruda y siempre revuelta consideración y examen de los hechos de la vida real (Raúl Scalabrini Ortiz, 1898-1959).

 

 

Hechos I. Ninguno de los expertos que los medios hegemónicos califican de independientes, recuerda que a dos días de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) certificaron la confiabilidad del sistema electoral del país.

El ecuatoriano Nicanor Moscoso, presidente del Consejo de Expertos Electorales en América Latina (Ceela), precisó entonces que luego de varias auditorías realizadas a las máquinas de votación por técnicos del PSUV y la MUD, fue posible verificar que las máquinas tenían “…la identidad correcta, que ejecutan las funciones que fueron probadas en la auditoría del software, así como el funcionamiento del sistema de totalización”.

Con tales garantías, la oposición logró su primera victoria en 17 años de revolución bolivariana. La MUD consiguió poco más de 56 por ciento de los votos y 112 diputados en la Asamblea Nacional (AN, Congreso), y la coalición del Gran Polo Patriótico (PSUV y otros), poco menos de 41 por ciento (55 diputados). La dictadura aceptó los resultados. Sin embargo, en el discurso de posesión como presidente de la AN, el demócrata Henry Ramos Allup manifestó que en seis meses terminaría con el gobierno de Maduro.

Hechos II. Acusando el golpe, los bolivarianos se pusieron las pilas y, rápidamente, empezaron a revisar y revertir las causas de la derrota parlamentaria. Pero 2016 fue un año en que la crisis económica mundial y los tiempos de la política se aceleraron. Y embriagados de triunfalismo, los sectores extremistas de la MUD desaprovecharon torpemente lo ganado, convirtiendo la AN en trinchera del golpismo, la desestabilización, y en la punta de lanza de la intervención extranjera. O sea, de Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA) y sus títeres de Europa y América Latina.

Así como en el fallido golpe de 2002, las crecientes agresiones contra el gobierno de Maduro son totalmente financiadas por Estados Unidos, con asesoramiento de la USAID y varias ONG del imperio: entrenamiento de mercenarios venezolanos en Panamá y Colombia, acciones terroristas, ataques a edificios públicos, ministerios, hospitales, centros de salud y culturales, incendio de la casa donde nació Hugo Chávez, y ene cantidad de personas acusadas de chavistas, linchadas y quemadas vivas frente a las cámaras de las televisoras independientes.

Por sobre todo, el tratamiento coordinado de los medios, para distorsionar y atribuir la violencia callejera al gobierno de Maduro, sin una sola palabra de condena a Washington. Mike Pompeo, director de la CIA, admitió haber realizado reuniones en México y Colombia con el fin de lograr la transición en el país bolivariano. Mientras, el secretario de Estado, Rex Tillerson, declaró en rueda de prensa que diversas agencias de inteligencia de Estados Unidos estudiaban las formas de obligar al presidente de Venezuela a abandonar el poder.

si en Italia acaban de abrir el primer museo dedicado a la mentira, bien podrían en Chile erigir otro a la hipocresía.

Las doctrinas, las teorías y las bellas palabras sazonadas con el ingenio o el sacrificio de otros revisten a nuestro pensamiento un oropel fácil de adquirir y del que es duro desprenderse. Por otra parte, las ideas y conclusiones que se extraen del estudio directo de la realidad pueden llegar a ser una simpleza desconsoladora ( ídem).

Hechos III. Se ha comentado hasta la saciedad el crónico rol golpista que la OEA desempeña desde su fundación (1948), y del nauseabundo papel de su titular, Luis Almagro. Pero si en Italia acaban de abrir el primer museo dedicado a la mentira, bien podrían en Chile erigir otro a la hipocresía.

El gobierno que encabeza la socialista Michelle Bachelet, manifestó profunda decepción de que Venezuela haya celebrado las elecciones a la Asamblea Constituyente del 30 de julio. En comunicado oficial, los hijos vergonzantes de Salvador Allende dijeron no reconocer la validez de esta elección “…porque fue votada por 42 por ciento de los venezolanos”.

Mira tú. En la última elección presidencial de Chile (2013), donde aún rige la Constitución de Pinochet, votaron exactamente 41.98 por ciento de los chilenos. Y ni se nos ocurra mencionar que la derecha controla la mitad de los votos en el Congreso, aunque en las elecciones obtenga apenas un tercio. O comentar algo sobre la sangrienta represión a los mapuches de la Araucania. Te dirán que son asuntos internos de Chile.

Párrafo final de la reflexión de Scalabrini Ortiz: Con frecuencia, tras un largo rumiar de hechos y examinar circunstancias, terminamos redescubriendo el paraguas. No nos desalentemos, sin embargo, por eso. Ese paraguas será un instrumento nuestro, tosco, quizá, pero enteramente adecuado a nuestras necesidades. Por lo menos, ese paraguas no encerrará una traición.

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