Noviembre 17, 2024

La condena de Lula

En Brasil se aplica  la delación compensada, es decir la colaboración eficaz con la justicia significa la rebaja de penas para personas involucradas en delitos. El escándalo Lava Jato, cuyo nombre se debe a una empresa lavadora de autos, fue el eje del comienzo de la relación “incestuosa” entre políticos y Petrobras.

 

 

 

Las empresas Odebrecht y Oas – Constructora y de Obras Públicas, respectivamente, están implicadas en sobornos a varios Presidentes de América Latina   – uno de Colombia, Juan Manuel Santos, sumado al candidato opositor uribista, Óscar Iván Zuluaga; cuatro de Perú, Alán García, Alejandro Toledo, Ollanta Humala y el actual mandatario, Pedro Pablo Kuczinski, hasta ahora,  Toledo se encuentra en proceso de extradición desde Estados Unidos, y Humala y  su esposa, Nadine Heredia, en proceso de reclusión preventiva, a definirse hoy, 13 de julio, de acuerdo con el dictamen del juez de la causa.

El Juez Sergio Moro, un magistrado implacable, que imita a sus pares  italianos, ha sorprendido a la opinión pública mundial al dictar una pena de prisión en primera instancia, de nueve años, al Presidente más famoso y querido de Brasil, Lula da Silva, caso único en la historia de ese país; sumado a esta pena, a 19 años de prohibición de ocupar cargos públicos. El Juez Moro no determinó tomar preso, de inmediato, a Lula da Silva, dejándole libertad para que apelara ante los tres jueces del Tribunal Supremo del IV Distrito.

Esta condena no afectaría, hasta el momento, el derecho de Lula a postular a la presidencia de la república de ese país, pues se haría necesaria una condena de in Tribunal colegiado, integrado por tres magistrados de la Corte Suprema. Según los especialistas, normalmente este Tribunal demoraría entre 18 y 24 meses para dar su veredicto. Ante este escenario, se abran dos posibilidades: que sea conocido antes de la elección de Lula da Silva que, a juzgar por las encuestas, las probabilidades de triunfo están  aseguradas; o bien, cuando ya sea Presidente, que sería inmune, y que solo pasible a sólo un juicio político, que exigiría 2/3 del número de senadores en ejercicio.

La historia de Lula da Silva es verdaderamente ejemplar: desde una cuna muy pobre, pasó a ser dirigente sindical de la metalúrgica de San Bernardo y, posteriormente, elegido Presidente de la República Federativa de Brasil (2003-2010). Con los programas “Hambre Cero” “Bolsa Familiar”, logró sacar de la extrema pobreza a 52 millones de personas, el 27% de la población  – muchos de ellas, paulatinamente, pasaron a engrosar las filas de la llamada clase media emergente.

Durante los gobiernos de Lula Brasil se convirtió en la novena potencia del  mundo, y este carismático Presidente en líder del socialismo del siglo XXI, como también de la izquierda latinoamericana, coincidiendo los Kirchner, de Argentina, Rafael Correa, en Ecuador,  Hugo Chávez, en Venezuela,  Evo  Morales, en Bolivia y con Pepe  Mujica, en Uruguay.

La fortuna es esquiva y funciona como “un río corrientoso”, como lo describiera Maquiavelo, no hay ningún dique humano que la pueda contener y, como fracasó César Borgia, modelo de El Príncipe, a Lula le está ocurriendo otro tanto: el azar se volteó y podría terminar en la cárcel, acusado de corrupción pasiva y lavado de activos.

Si sumáramos las condenas de los Presidentes Dilma Rouseff y de Luiz Inacio Lula da Silva, parece evidente que existe una conspiración de la derecha latinoamericana para enlodar y y tratar de erradicar los gobiernos de izquierda latinoamericana.

Junto a la condena de Lula en primera instancia se encuentra el juicio político contra el actual Presidente de Brasil, Michel Temer, quien se auto-acusó por medio de una grabación en la cual confiesa defender al ex presidente del senado, Eduardo Cunha – actualmente condenado y en prisión por delitos de corrupción -. Temer confidenció en esa grabación que había invertido 2 millones de reales (600 mil US), para que Cunha mantuviera silencio en el asunto de Lava Jato.

Reitero mi tesis de que la democracia representativa y electoral no existe, pues los únicos que votan en la realidad son los Bancos y las Bolsas de Comercio, es decir, estamos ante la presencia de democracias bancarias. Veamos el caso de Brasil: cuando Temer es acusado, se devalúa el real y cae la Bovespa; si parece salvarse, como hoy, 13 de julio, sube el Bovespa y de revalúa el real; cuando se sabe la noticia de la sentencia de  Lula, el Bovespa sube 219 puntos (0,34%), y el real se revalúa.

Temer, de ser acusado formalmente, sería reemplazado hasta el 2018 por un representante de la Cámara de Diputados. Hay mucha presión ciudadana para salga el actual Presidente Temer y las elecciones sean adelantadas, y de seguro, el triunfo de Lula estaría asegurado, y de no poder competir por la condena en segunda instancia, aparecería como posible triunfadora la candidata ecologista Marina Silva, que ya lo fue tanto en 2010, como en 2014. Otro posible ganador sería el ultraderechista Jair Bolsonaro. La socialdemocracia brasilera está perdida, pues su líder Aécio Neves también está acusado de corrupción.

Brasil, a pesar de una recesión prologada, (-3%), sigue siendo la primera potencia de América Latina. De afirmarse la extrema derecha, tendríamos un panorama funesto en todo el continente, y posiblemente, tres empresarios, implicados en asuntos de corrupción, gobernarían los países del Cono Sur – PPk, en Perú, y con alguna posibilidad, Sebastián Piñera, en Chile; si sumamos a un ultraderechista, en Brasil y posiblemente, Vargas Lleras – o el candidato que Álvaro Uribe designe en Colombia – el panorama no puede ser más negro para la izquierda latinoamericana, y si le agregamos los altos niveles de desigualdad imperantes y el bajo crecimiento, nos vamos al despeñadero.

Ser viejo permite constatar que los países de América Latina funcionan sobre la base de ciclos históricos: en 1964, la dictadura brasilera fue un preámbulo del auge de las dictaduras de Seguridad Nacional; (recuerdo cómo los refugiados brasileros en nuestro país, en pleno gobierno de Eduardo Frei Montalva, contaban los sofisticados y crueles métodos de tortura empleados en ese país, y nos conmovíamos sin saber que diez años después la sufriríamos en carne propia.

Siempre Brasil anuncia los ciclos históricos en el continente.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

13/07/2017                    

 

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