Noviembre 16, 2024

Las incongruencias de la ley y la precariedad comunicacional del SERVEL

Hace unos días, después que el SERVEL anunciara la publicación de las listas definitivas de vocales,  mismos que tendrán la función de asistir las mesas de votación durante las elecciones primarias del próximo 2 de julio, quise saber si había sido designado para tan noble tarea republicana.

 

 

Con la casi  total seguridad de que por mi profesión de periodista y por la edad, era muy difícil que pudiera haber sido seleccionado como vocal de mesa, y  como del SERVEL y sus continuos estropicios (acaba de dar por inscrito el Partido Ciudadanos,  de Andrés Velasco, después de haberlo dado por disuelto), se puede esperar cualquier cosa,  con tal objetivo entré a la página del Servicio Electoral.

Muy obediente y siguiendo las instrucciones, anoto mi RUN y, ¡oh sorpresa!: no sólo no he sido designado como vocal de mesa, sino que se me informa que no estoy habilitado para sufragar en las elecciones primarias del domingo 2 de julio. Ese mismo día (18 de junio), envié un correo a los distinguidos miembros de tan excelsa institución, solicitándole muy atentamente (como es mi costumbre), que me explicaran la causa de dicha inhabilitación. Por supuesto, al día de hoy, con triunfo de la selección incluida, no he recibido respuesta a tan angustiosa solicitud.

Como la duda me corroía hasta la más profunda de mis entrañas, y sabiendo que la respuesta (si llegaba), no iba a ser muy oportuna, consulté a mi señora si ella había revisado si era vocal designada. La misma historia: no está habilitada para sufragar. Ante tamaña afrenta, me hice del teléfono fijo (este aparato, a pesar de ser inalámbrico, me permitía asirlo con más fuerza y decisión que el diminuto y enclenque celular), e inicié una ronda de llamadas a amigos, ex camaradas, militantes, etc. Varios de ellos me dijeron que nunca habían militado, a pesar de haber compartido muchos avatares en la izquierda. Debo confesar que militaba en el otrora glorioso Partido Socialista de Chile desde 1966 (BUS, Brigada Universitaria Socialista), hasta el Golpe de Estado. Luego me inscribí en al Partido PAÍS (1989), para pasar, al ya legalizado Partido Socialista. Sin embargo, a poco andar, al ver que dicho partido había cambiado su Declaración de Principios, en el que quedaba muy poco de socialista, y su accionar cada vez más “renovado”, decidí (con muchos otros camaradas),  renunciar a dicha militancia. Entramos a la página del SERVEL, en la que no existía ni la más remota posibilidad de hacerlo vía internet. Me dirigí, entonces a la Junta Electoral de la comuna de La Reina en la que registraba mi domicilio electoral, pensando que ahí podría renunciar por escrito. Imposible, si usted desea renunciar debe dirigirse  y apersonarse (esto quiere decir en persona), al Servicio Electoral, sito en calle Esmeralda 611, Santiago, Región Metropolitana. ¡Ah, eso sí, si usted desea afiliarse a algún partido político, lo puede hacer en la esquina que más le acomode!

Ante tanta adversidad y lo complejo que se hacía el asunto, y pensando que a través  de mis acerbas críticas a la conducción y accionar del PS, podría lograr la tan anhelada expulsión, no me dirigí para apersonarme (esto es en persona) al SERVEL, por la sencilla razón de que no me daba la más mínima gana de perder el tiempo en tan absurda diligencia burocrática.

Volviendo a las llamadas telefónicas, logré contactar a un muy querido ex camarada (él sí había renunciado hace unos años junto a varios otros militantes, que se apersonaron  en el edificio que cobija al SERVEL, y firmaron la renuncia  de su puño y letra), para formar una agrupación que reúne a varios ex militantes de diversos partidos y ahora integra el Frente Amplio. Mi ansiedad por encontrar una pronta respuesta, radicaba en la suposición de que el Partido Socialista, para lograr las firmas requeridas por la nueva ley de partidos políticos y seguir existiendo como tal, había falsificado mi firma o había incluido militantes del padrón anterior, o qué se yo.

Mi amigo y ex camarada, me aclaró la situación: los militantes que no nos refichamos, hemos pasado a la categoría de “ciudadanos zombies”, es decir somos y no somos, integramos la cofradía que habitamos en un limbo político. Qué significa esto: que supuestamente ya no somos militantes, pero para ser absolutamente NO militante, tenemos que apersonarnos (esto es en persona) ante el SERVEL y estampar nuestra rúbrica de puño y letra para renunciar expresamente al partido del cual ya no somos virtualmente militantes, pero que parece que sí somos.

Y he ahí la madre del cordero. Y uno que pensaba, como otros tantos compañeros a los cuales consulté (a quienes todavía nos queda algo de ingenuidad), que las leyes que se redactan en la Copia Feliz, tenían cierta coherencia  (no mucha, por supuesto), y que al no concurrir al refichaje, era de toda lógica que uno quedaba automáticamente “desafiliado” y libre de pecado, por haberse inscrito alguna vez para ser militante de un partido que nos conduciría por la senda de la fraternidad, la igualdad y la soberanía popular. Y toda esta información, jamás podría habérsele ocurrido al dichoso SERVEL comunicarla a la ciudadanía: obvio, el SERVEL piensa que ya está bueno que los ciudadanos nos demos cuenta que en este  bendito país, las leyes están hechas y las instituciones funcionan (por decir algo), totalmente alejadas de la coherencia y de la lógica.

Nota importante: debo agradecer a la Nueva Mayoría por no haber realizado primarias, pues esto permitió que muchos ex militantes, (o todavía militantes) de alguno de sus partidos, pudieran conocer la situación de zombie en que nos encontramos, y ver conculcados nuestros derechos ciudadanos  ante la no habilitación para poder sufragar en dichas primarias.

Si bien esta nota está redactada en forma personal, interpreto a muchos compañeros y amigos consultados, que me “habilitaron” para escribir en nombre de todos ellos, por tener el privilegio de poder hacerlo en un medio independiente y su lucha por la verdad.     

 

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