La política de Trump contra Cuba no se explica porque Cuba sea hoy un país adversario, que afecte la política norteamericana en la región.
Tal vez por su cercanía a Venezuela, pero EEUU ya está jugando claramente contra Venezuela y tiene para ello nada menos que a la OEA. No necesita un cambio en Cuba, que está más firme que Venezuela.
La política de Trump contra Cuba no se explica porque Cuba, según EEUU, “atropelle los derechos humanos”. Aliados de los EEUU como Israel, Arabia Saudita, los “gobiernos” de Afganistán, Iraq, Libia, y el propio EEUU con su represión a los negros, islámicos y latinos y sus confesas torturas “legales” en Guantánamo, los atropellan todos los días.
La política de Trump contra Cuba no se explica, tampoco, porque el gobierno cubano sea comunista. Los gobiernos de Vietnam,que derrotó a EEUU, y China también lo son y Trump comercia e invierte en el primero normalmente y, a pesar de sus diferencias con China, no sueña con bloquearla.
La política de Trump contra Cuba se explica, en primer término, porque Trump fue electo como Presidente no sólo por el extraño sistema político de su país sino por los contrarrevolucionarios cubanos que dominan la votación en Miami.
Aparatoso y agresivo, el Puma Trump lo dijo en Miami ante los que le dieron la victoria: vengo a saldar con ustedes la deuda electoral y política que tenía.
El momento, además, fue aprovechado por él para cubrir con demagogia chovinista (las banderas y el himno de los EEUU tan ardorosamente flameadas e interpretado por “los cubanos” asistentes, violín inclusive) el gravísimo momento que está pasando acusado de estar en la Casa Blanca por la intervención extranjera, la de Putin.
Justo en los momentos en que el Puma Trump está, al parecer, siendo acorralado por el chantaje de Putin, y, sin duda, por el inicio de su juicio por impedir el avance de la justicia de su país, por “obstrucción a la justicia”, lanzó su primer gran zarpazo contra América Latina: el anuncio de echar atrás el deshielo Obama-Raúl Castro, que había sido bien recibido por el mundo e iniciar una gran aventura contra la debilitada Cuba.
Un discurso al estilo de los mismos años 60, cuando incluso se trajo a Chile a la hermana de Fidel Castro, desde Miami, para que despotricara y pintara una oscura y dolorosa isla del Caribe. Hacía tiempo que no se ponía en escena interna e internacional una farsa así.
Estaban rodeando al Puma Trump por destacados reaccionarios, norteamericanos y cubanos, derrotados en invasiones y algunos canjeados por tarros de leche, ex delincuentes que cumplieron largas condenas, altos políticos extremistas de EEUU y Cuba y hasta parientes cubano-americanos de la familia Castro, que la han odiado y combatido desde los años cincuenta. El hijo mayor de Fidel Castro Ruz es Fidel Castro Díaz-Balart, familiar de los Díaz Balart, uno de los grupos políticos dominantes en La Florida. El fundador del clan, muerto ya hace un buen tiempo, fue importante ministro de Fulgencio Batista.
Un selecto coro americano-cubano que aplaudía junto al Puma, soñando con la pronta victoria, con la devolución de las tierras y las empresas expropiadas, con la devolución del níquel y del cobre, del poco petróleo que se cultiva, de la caña, del ganado asiático que aún sobrevive, de la propiedad de sus playas y balnearios, de sus mansiones de El Vedado, de Quinta Avenida, de los puertos de La Habana, de Santiago y de Cienfuegos, con el manejo de los hoteles de Varadero, La Habana y los Cayos, en fin, con el mando de centros científicos prestigiosos y de las más grandes FFAA de América Latina, porque ahora sí operarían las inmensas excavadoras manejadas por el Puma y sus amigos poderosos.
Ahora, además, que ya no está Fidel Castro.
La muerte de Fidel y el anuncio del Gran Gato. ¡Qué más pedirle a la vida, además del tabaco y el ron!
Creo que lo de Trump contra Cuba no es una vuelta a “la guerra fría”.
En “la guerra fría” Cuba pertenecía a un bloque que balanceaba el poder de EEUU, en ese bloque estaba y con él comerciaba y recibía crédito, invertía, compraba y vendía. Con la URSS y el Este europeo se relacionaba normalmente. Tenía vida junto a la mitad del mundo. Ahora no hay nada de eso. Cuba perdió, desde 1990, todo ese mundo.
Por eso, para no caer en una obligada autarquía, que al final puede significar el aislamiento y la decadencia, se ha abierto a recibir inversiones extranjeras en casi todas las áreas de la economía, y busca comerciar con todo el mundo.
La Revolución Cubana ha resistido más tiempo que lo que resistieron la Revolución francesa y la Revolución china de Mao Tse Tung, y es muy posible que lo siga haciendo.
¿Puede decir lo mismo el gobierno del Puma, al que le quedan poco más de tres años y está ya debilitado al interior de su país, de su partido y del Congreso, y en la alianza internacional con Europa que hasta hace poco le fue fiel?