¿Cómo rezaban esas líneas escritas por Miguel de Cervantes en su obra magna, Don Quijote de la Mancha, novela publicada el año 1605 (la primera parte), y luego, el año 1615 (la segunda parte)? Ah, sí… ya recordé. “La razón de la sin razón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra fermosura”.
Esa frase forma parte del ‘top ten’ de las más subrayadas en el gran libro, y además ha sido estudiada no sólo por literatos y profesores de castellano, sino también por sicólogos, siquiatras y diletantes de cien calañas, aunque bien deberían internalizarla todos los políticos, sean ellos profesionales o amateurs, porque millones de ciudadanos vienen soslayando voluntariamente el derecho a elegir sus autoridades vía sufragio, y ello, a no dudar, obliga a pensar una vez más en la frasecita de marras, particularmente en su significado y en las razones de tal rechazo.
No es poca cosa ese 65% de abstención electoral en las municipales de octubre 2016, que distingue negativamente al panorama político chileno, pues dicho de otra laya resulta que nos gobiernan y nos legislan personas que han sido elegidas con porcentajes paupérrimos, nada de representativos, como por ejemplo: 25% para la Presidencia (25% del total o universo del padrón electoral), y guarismos aún menores en el caso de senadores y diputados, porcentualmente considerados tanto en circunscripciones como en regiones.
Visto así el asunto, los alcaldes resultan contar con más representatividad efectiva que el mandatario o mandataria que habita en la Moneda. Para entender mejor el cuento, digamos que cada 10 personas que deberían sufragar, sólo lo hacen cuatro…y será Presidente quien obtenga el voto de dos de esas cuatro personas. Entonces, ocho de los diez ciudadanos no están verdaderamente representados por quien resultó electo.
Nunca antes tuvo tanta solidez esa frase atribuida al filósofo Platón que acusa: “el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”. No obstante, millones de chilenos se sientan sobre la frasecita y tozudamente insisten en no concurrir a emitir su voto. ¿Cuáles son las razones que esgrimen muchos de esos electores para sumarse a la abstención? Las hay para todos los gustos, aunque algunas… bueno, mejor lea y compruebe.
1) “Todos los políticos son ladrones, y da lo mismo Chana que Juana”. Esa ‘razón’ es una de las más referidas, pero quienes la esgrimen olvidan lo esencial: ‘todos’ los políticos son aquellos que hoy siguen enquistados en la pirámide del poder, y es a esos “todos” a quienes hay que jubilar de una buena vez. Pero, si no se concurre a sufragar, entonces esos ‘todos’ seguirán donde están, ya que con un 60% de abstención a ellos les resulta ganancioso que concurran a las urnas sólo o preferentemente sus parciales, los eternos cumplidores de cada partido, quienes les otorgarán un porcentaje mínimo pero suficiente para ser electos.
2) “Sea quien sea el elegido, yo debo continuar trabajando para ganarme el pan”; este razonamiento abstencionista parece ser el peor de todos, pies refleja –amén de comodidad- una frescura infumable. Quienes así piensan, ¿creen que en el planeta y en la Historia del planeta ha habido algún gobierno gracias al cual los habitantes de un territorio, nación o país, pudieron vivir plácidamente sin tener que trabajar? Ni en Jauja.
3) “Me da lo mismo quien gobierne, yo vivo de mi trabajo y me abstengo de escuchar, obedecer o preocuparme de los políticos”; claro que al concretarse algunas decisiones del político mandante, muchas de esas personas que así razonan se ven enfrentadas a graves problemas por pagos excesivos -y en alza- de servicios como la luz, el agua, la telefonía, el gas, los combustibles, las matrículas de sus hijos, los medicamentos, la salud, etc., entonces, en ese momento comienzan los alegatos y pataletas que, erradamente, hacen que tales personas se refugien en el argumento de aquellas que ya conocimos en el punto 1) de esta misma nota, pero obstinadamente se niegan a reconocer su propia irresponsabilidad.
4) “No voto porque los partidos quieren obligarme a elegir uno de los corruptos que ellos nominan”; esta razón parece contar con justificación, pero, en defensa de los partidos necesario es decir que ahora se realizan “primarias” para que la gente decida -o determine- cuáles serán los candidatos que lucharán por los sufragios. En fin, convengamos que los candidatos que se enfrentan en esas ‘primarias’ son también designados por los respectivos partidos, cuestión que en esencia sigue avalando el razonamiento principal de los abstencionistas en este punto.
5) “Mi conciencia me impide votar por quienes traicionan sus raíces, sus promesas y mis esperanzas para beneficiar a sus verdaderos amos, los megaempresarios”; poca duda cabe que este razonamiento está directamente ligado al anterior, y la sumatoria de ambos hace difícil contra argumentar en beneficio del “derecho y responsabilidad de sufragar”.
Más allá de las buenas o malas justificaciones que millones de chilenos esgrimen para ausentarse de las urnas los días de comicios electorales, queda grabada a fuego una verdad irrefutable: las actuales cofradías políticas están subsumidas en el fango de las corruptelas , traiciones y arreglines que no sobreviven siquiera a la más mínima de las críticas. De ello, un ejemplo actual es lo que está a punto de suceder con la solicitud -o ‘deseo’- expresado por dirigentes y parlamentarios del bloque oficialista, Nueva Mayoría, quienes solicitaron a la Presidenta de la república no enviar al Congreso el proyecto de descentralización –que permitiría elegir democráticamente a los nuevos intendentes (o Gobernadores Regionales)- porque la actual fractura experimentada por esa coalición (el descuelgue del PDC y su ‘camino propio’) pondría en jaque el triunfo del bloque gobiernista en tales comicios. ¡Una vergüenza!
Todo esto hace recordar otra frase rescatada del “Quijote de la Mancha” y que el ingenioso hidalgo entregó en calidad de consejo a su fiel escudero, Sancho Panza, poco antes que este asumiera como Gobernador de la Ínsula Barataria. La frase en cuestión reza lo siguiente: “se padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso ni siempre blando y escoge el medio entre estos dos extremos, que en esto está el punto de la discreción”.
Parece cosa de locos, pero con ese pensamiento, el año 1615, Cervantes y Saavedra “caló” a los políticos chilenos que existirían siglos más tarde, en el año 2017, los cuales son verdaderos maestros en caminar por el medio de la ruta, sin definir su verdadero norte, engañando a quienes les votaron, ya que a ellos estos personajillos de la política casera les mintieron asegurando realizar todo lo contrario a lo hecho una vez obtenido el sufragio del ‘respetable’. Son padres de sus virtudes y padrastros de sus vicios. Desgraciadamente, hasta este momento, “es lo que hay”.
Sin embargo, a pesar de los pesares, todavía se vislumbra una luz de esperanza. En noviembre de este 2017 podría comenzar a cambiar el escenario mediante la elección de autoridades con rostros nuevos e ideas frescas. Todo depende de usted, amigo lector, de quien se espera que haga el milagro usando un simple lápiz grafito y marcando una raya en un papel.
Después de todo y antes que nada, los mismas argumentos esgrimidos por los abstencionistas se transforman en buenas razones para los nuevos referentes que comienzan recién a insertarse en la lucha electoral, prometiendo (también ‘prometen’) cambiar el modus vivendi de la política nacional.
Por eso entonces, si usted concuerda con esto último y quiere que ello resulte, tiene que concurrir a votar. Eso es lo esencial, es la única forma en que se hace posible derrotar a la sin razón que –cual efecto violento- se desglosa del incombustible pensamiento de Platón respecto a desentenderse de la política.