Noviembre 17, 2024

Coyhaique, mucho más que humo

Llega el frío y en la ciudad de Coyhaique comienza la vida dentro de una densa nube de humo.

El aire húmedo se carga de material particulado de calibre 10 micrones que proviene de la quema de leña en cantidad que no es compatible con una buena salud. Y no olvidemos que también están presentes las muy tóxicas partículas de 2,5 micrones que provienen principalmente de la combustión de hidrocarburos.

 

 

Parece al salir a la calle, como si el oxígeno se hubiera acabado, ese que necesitamos cada uno de nosotros al día, equivalente a lo producido por 22 árboles. Lloran los ojos, y las vías respiratorias se irritan aumentando las bronquitis y resfríos. Es peor el efecto para los niños, adultos mayores y personas enfermas. En Coyhaique el problema se agudiza por las características geográficas pero es algo que afecta a toda la región porque al interior de casi todos los hogares el humo está presente.

Se calcula que en la Región de Aysén se consumen cerca de 700 mil metros cúbicos anuales de leña, lo que significa algo así como 6 millones de árboles talados cada año. No puede eludirse entonces la preocupación por nuestros preciosos bosques. ¿Cuánto tiempo más durarán con este ritmo de destrucción? Estamos quemando sin tregua nuestra Lenga, Ñirre, Tepú, Ciprés de las Guaitecas, Coigüe, Tepa. Los bosques se hacen humo.

Es urgente restituir el equilibrio medioambiental. El evidente cambio climático que en nuestra zona se manifiesta con fuerza y claridad, nos obliga a actuar. Son señales de cambio climático cuando notamos que llueve menos, hay menos nieve en las montañas, los lagos bajan su nivel de agua, las tormentas son más agudas, que en definitiva hace más calor en estos tiempos que en nuestra infancia. Pero el equilibrio que urge restituir debe considerar la posibilidad de vida de los habitantes de la Región, que merecen un sustento digno.

La política de uso de leña, un plan complejo y bien pensado, aborda las variables principales de costo, calidad y humedad de la leña, recambio de aparatos de combustión más eficientes, mejoramiento de aislación habitacional y las prácticas de los usuarios.

Esta política puede mejorarse si se aplica una mejor fiscalización, no solo de los hogares sino que con mayor insistencia y exigencia, a aquellos establecimientos públicos y privados que aún utilizan leña. También es posible apurar algunas medidas con un aumento de presupuesto para la aislación de viviendas que considere el uso de termo-paneles para disminuir el consumo de energía. Y lo más urgente, complementar el plan con la introducción más enérgica de formas limpias de energía que no intervengan los ecosistemas hídricos. La región tiene un enorme potencial no utilizado de energía solar y de geotermia, además de la eólica.

Hemos conocido los promisorios resultados del muy serio y responsable estudio de geotermia de la región de Aysén gestionado por la Seremi de Minería, que incluye una propuesta concreta y realizable. Es un camino que debe ser apoyado para pasar del estudio a la implementación.

El complemento de energía solar es muy importante, pues puede ser de adopción inmediata. Ha sido exitosa en las zonas rurales con la instalación de paneles fotovoltaicos que han mejorado la calidad de vida de muchas familias, pero han sido poco usado en zonas urbanas, con algunas excepciones como el espléndido restorán Sabores Locales de Caleta Tortel que por iniciativa de su dueña, se ilumina con energía solar. La energía solar funciona bien en la fría y nublada Región de Aysén, pero requiere de un plan para que sea usada masivamente.

Una matriz energética más robustamente compleja, alternativa y limpia es el camino que debemos continuar, con paso acelerado. También debemos reconocer que el problema es de todos y que cada uno debe contribuir a solucionarlo. No nos dejemos engañar con propuestas grandilocuentes pues una única medida no resolverá un asunto de tal complejidad. El humo no se irá con puro “humo”.

No será barato el camino limpio pero es lo más sabio y sustentable, porque finalmente es mucho más caro arruinar la salud de los aiseninos, destruir el enorme potencial turístico regional, acabar con los bosques y la rica biodiversidad que sustentan, descuidar el medioambiente, “farrearnos” el futuro. Para poder seguir diciendo honestamente y con orgullo que la prístina Aysén es reserva de vida, y que aquí tu problema es mi problema, no nos queda más que avanzar con paciencia pero con gran decisión.

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