Noviembre 16, 2024

Decisión de la Junta Nacional DC: cómo camuflar el camino a la derecha con el vuelo de cóndor

Las llamadas dos almas de la Democracia Cristiana chilena son incompatibles: el  camino propio – en el fondo, por la dinámica de la política, siempre termina conduciendo a este Partido hacia la derecha – y la unión social y política que, necesariamente, lleva a la alianza con la izquierda; estas  tesis  no pueden convivir en un mismo partido.

 

 

Cuando estas dos almas se han enfrentado en las Juntas Nacionales siempre han terminado con un quiebre: en 1969, con la fundación del MAPU y, en 1971, con la Izquierda Cristiana. Como la derecha de la DC nunca se ha atrevido a plantear, con claridad, una alianza con  los partidos que representan, en Chile, la derecha, se esconden en la tesis del camino propio que sostiene el “vuelo del cóndor” sobre derecha e izquierda, ni colectivismo, ni individualismo; hoy existe una salida más fácil que consiste en “domiciliarse” en la centro izquierda para hacer políticas neoliberales.

En los años 70, como el freísmo no pudo imponer la candidatura del DC Edmundo Pérez Zujovic, tuvo que aceptar el camino propio, conducido por un líder democratacristiano de izquierda, Radomiro Tomic, abiertamente discrepante en muchas materias con el gobierno de Eduardo Frei Montalva, entre otras, la chilenización del cobre.

El  llamado “camino propio” es una mala expresión que, ningún líder de la Democracia Cristiana va a sostener nunca pues, históricamente, condujo a este Partido al desastre político, por consiguiente, los Walker y sus aliados de derecha se ven obligados a buscar fórmulas y frases acomodaticias para camuflar su concepción claramente neoliberal de la sociedad.

El resultado de la votación del sábado 29 de abril fue bastante contundente: 63% contra 37% en favor llevar la candidatura de Carolina Goic directamente a la primera vuelta presidencial, a realizarse en el mes de noviembre del presente año. A la sombra de la candidata Goic está Ignacio Walker, que se muestra como el ideólogo de este camino hacia la derecha que emprende la  Democracia Cristiana.

En la Junta de ayer se trataba, más allá de las apariencias, de evitar un quiebre del Partido, por consiguiente, quienes postulaban el  camino propio lo vendieron a la miembros de la Junta,  sosteniendo la teoría del “domicilio” en la centro-izquierda, una jugada hábil para camuflar las posiciones de derecha. Ignacio Walker no ha disimulado en ninguna ocasión que la Democracia Cristiana es un partido  de centro, lo cual significa el “vuelo del cóndor” que es, en definitiva, una “humanización” del neoliberalismo.

Para calmar a los  que aún creen que la Democracia Cristiana sigue siendo un partido de vanguardia y con vocación popular, se les ofrece el caramelo de elaborar una lista común parlamentaria forzando al resto de los partidos que integran la Nueva Mayoría a ceder los mejores lugares a los candidatos democratacristianos, de lo contrario, amenazan con una pataleta.

Este vocabulario, propio de los democratacristianos sólo sirve confundir el escenario real: la llamada centro-izquierda, con dos candidatos a la primera vuelta, Goic y Guillier, da por finalizada la alianza Nueva Mayoría – antigua Concertación –inaugurando un debate cuya dinámica llevará a una diferenciación necesaria entre ambas candidaturas que, ineludiblemente, originará conflictos entre ambos candidatos, lo cual dificultará en gran medido el apoyo en la segunda vuelta. Por lo demás, los sendos programas de los  candidatos de centro-izquierda deberán diferenciarse claramente.

La experiencia histórica en Chile sobre dos o tres  candidaturas presidenciales en primera vuelta demuestran que el traspaso de los votos de uno a otro candidato no es mecánico: así ocurrió con la derecha, cuando compitieron Joaquín Lavín y Sebastián Piñera, en 2005, y, por el lado de la llamada centro-izquierda, en 2009, entre Eduardo Frei Ruiz-Tagle,  Marco Enríquez-Ominami y Jorge Arrate. El único de traspaso de la casi la totalidad de los votos fue cuando el Partido Comunista apoyó a Ricardo Lagos Escobar.

Por mucho que los derechistas democratacristianos se disfracen de centro-izquierdistas  prometiendo quitarle votos de centro a Sebastián Piñera, a la larga, en una segunda vuelta, si pierde Carolina Goic,  muchos DC – como lo pronosticó Mariana Aylwin –   terminarán dando su voto a la derecha.

Como está el panorama político, es muy probable que el resto de los Partidos de la “difunta” Nueva Mayoría acepten, cual borregos, el chantaje de la Democracia Cristiana y se allanen a llevar una lista parlamentaria común, con dos candidatos y programas distintos – en la política actual lo único que importa es asegurar el máximo número de parlamentarios, aun cuando no representen a la soberanía popular -, así, una lista común sería la manifestación de buenas intenciones de deseos de unidad que, sabemos, camuflan el asalto al Estado, la repartija de cargos públicos, la mantención de una casta  político-oligárquica, la perpetuación de los mismos tenores con distinta música.

Es cierto, como lo dice el “dueño” de la Democracia Cristiana, el patriarca del clan Walker, desde el momento en que el Partido Socialista optó por Alejandro Guillier en vez de  Ricardo Lagos, se hizo imposible la realización de unas primarias en que participara Carolina Goic, de la DC, Ricardo Lagos del PPD y Alejandro Guillier. En el fondo, para la Democracia Cristiana sólo era posible la resurrección de la alianza  Concertación de Partidos por la Democracia, y el eje socialista-liberales-democratacristianos centristas.

A partir de esta última Junta nacional la Democracia Cristiana reafirma su ruta hacia la derecha, tal como ocurrió en los años 70 cuando del camino propio, con muy lindas palabras, terminó siendo el eje de la  destrucción de la democracia, en 1973.

A partir de ahora iniciamos un nuevo cuadro político que estará marcado por la radicalización de la crisis de representación, así como una balcanización de las propuestas programáticas. Digámoslo sin ambages: el acuerdo nacional en la Junta nacional de la Democracia Cristiana es otro regalo para Sebastián Piñera, quien siempre ha soñado con atraer a sus filas a los llamados “humanistas cristianos”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El  Viejo)

30/04/2017                 

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