A los 73 años, Iris Balbina Fontbona González, la viuda de Andrónico Luksic Abaroa, es la mujer más acaudalada de América Latina y una de las nueve principales millonarias del mundo, con una fortuna de 13.700 millones de dólares, según el tradicional ranking que entrega anualmente la revista Forbes.
Ella nació en Antofagasta, la llamada “perla del Norte Grande”, como la única hija del matrimonio formado por Luis Fontbona Buxallen y Emma González Morales. El padre, de origen catalán, estudio comercio en Valparaíso y se radicó luego en el puerto nortino, donde ejerció como agente general de Aduanas. Iris tuvo una infancia normal, situación que varió repentinamente cuando tenía 16 años. Cursaba humanidades en el Colegio Santa María y conoció al que un año después sería su marido, el ya próspero empresario Andrónico Luksic Abaroa, veinte años mayor que ella y viudo de su primera esposa, Enna Craig, con quien había tenido dos hijos: Andrónico y Guillermo Luksic Craig, a la fecha de cuatro y dos años respectivamente.
El matrimonio Luksic Fontbona concibió tres hijos: María Paula, en 1962; Jean Paul, en 1964 y María Gabriela, en 1965. Vivían entre la mansión familiar del barrio La Chimba, la casa en la playa de Hornitos y las cotidianas reuniones sociales con numerosos amigos. Andrónico trabajaba en Soinorte -una concesionaria de vehículos Ford que había adquirido-, en la minería -era dueño del yacimiento Portezuelo, que más tarde vendería a una sociedad japonesa- y en sus cada vez mayores inversiones bursátiles.
A mediados de los 60, la familia se trasladó a Santiago. Los hijos ingresaron a The Grange School, en la comuna de La Reina, y las niñas al colegio de las monjas Ursulinas. Luksic adquirió sus primeras acciones de la fábrica de pastas Luchetti y luego ingresó a la propiedad de la industria Manufacturas de Cobre, Madeco. En 1966 compró la carbonífera Lota Schwager, que tenía catorce mil empleados.
Andrónico Luksic desarrolló en la capital las mismas habilidades sociales que había mostrado en Antofagasta. Hizo amistades en todos los ámbitos, incluyendo los políticos, conducta que transmitió a sus hijos, insistiéndoles que esas relaciones debían mantenerse en reserva. El bajo perfil y la distancia de los medios de prensa era para el patriarca de la familia un requisito sustancial para desarrollar la diversificación de sus negocios.
A fines de la década de los 60, Luksic Abaroa vislumbró la posibilidad de que la Izquierda llegara al poder. Previsor como era, envió entonces a su hijo mayor -Andrónico Luksic Craig- a terminar sus estudios secundarios en Estados Unidos, en el Dublin School, en New Hampshire, y luego en el muy exclusivo Babson College. Así, además de prepararse para asumir responsabilidades en el manejo de las empresas de la familia, el primogénito también podría -si el clima económico se ponía muy malo en Chile- disponer los medios para un eventual aterrizaje de todos los Luksic en el país norteamericano.
PROTEGIENDO AL GENERAL PRATS
Luego del triunfo de la Unidad Popular, el 4 de septiembre de 1970, Luksic Abaroa fue uno de los escasísimos empresarios -si no el único- que pactó con el presidente Salvador Allende una intervención parcial de sus empresas, ganándose el repudio de sus pares. Paralelamente, sacó parte de su dinero de Chile y lo invirtió en Argentina, Brasil y otros países.
En agosto del 73, cuando la inteligencia militar y la ultraderecha acosaban al general Carlos Prats tras su renuncia a la comandancia en jefe del ejército, Andrónico Luksic le facilitó a él y su esposa un departamento en Viña del Mar para que se refugiaran. La gestión se hizo a través de Fernando Flores, entonces ministro Secretario General de Gobierno.
El dictador Augusto Pinochet nunca perdonó a los Luksic haberse entendido con Salvador Allende y menos haber protegido al general Prats y a su familia. Los servicios de seguridad buscaron con lupa alguna excusa para destruir al naciente grupo económico, pero nada encontraron. Sí le impidieron acceder a las empresas estatizadas que fueron privatizadas por la Corfo desde 1975. Andrónico viajó a Londres con Iris Fontbona y se mantuvo en un discreto segundo plano hasta bien avanzados los años 80 cuando, al avizorarse el retorno a la democracia, los Luksic pudieron dar un nuevo impulso a sus negocios.
En la capital inglesa adquirieron una antigua casa de tres pisos en Wilton Place, en el exclusivo y céntrico barrio de Belgravia. El costo promedio de una residencia en Belgravia en 2010 era de 6,6 millones de libras esterlinas. Compraron un lujoso automóvil Rolls Royce y contrataron a míster Peack, un chofer autorizado por la Rolls que los paseó por las ciudades y comarcas británicas durante más de una década. Entre idas a la ópera, al teatro y a reuniones de la sofisticada sociedad local, el jefe del clan Luksic inscribió en la Bolsa de Comercio de Londres el ferrocarril Antofagasta-Bolivia, que había adquirido a comienzos de los 70 a la familia Rothschild, y empezó a planificar el futuro de Quiñenco, la sociedad de inversiones que creó en 1958. Aquellos años fueron de enorme dicha para Iris Fontbona, tanto que -ahora viuda desde 2005- debe regresar a la capital inglesa varias veces al año. Allí se divierte y adquiere las exclusivas prendas de vestir, joyas y accesorios que luce habitualmente.
EL GRAN SALTO
La crisis económica que azotó a Chile a comienzos de los 80 diezmó a los grupos económicos que habían surgido con el régimen militar. Entonces, los Luksic, que se habían mantenido a prudente distancia de ellos, tuvieron la oportunidad de dar un enorme salto y empezaron a comprar. Los tres hijos hombres -Andrónico, Guillermo y Jean Paul- ya habían crecido y estaban prestos para iniciarse en los negocios. En 1986 adquirieron la Compañía de Cervecerías Unidas, CCU, que había sido del grupo Cruzat Larraín; luego el Banco Santiago, emblema del abortado boom económico de la dictadura.
Al vislumbrarse el retorno a la democracia, los Luksic ya pisaban fuerte. En su patrimonio estaban los bancos O’Higgins y Santiago, Madeco, Lucchetti, CCU, el ferrocarril Antofagasta-Bolivia, el Hotel Carrera, los minerales Michilla, El Tesoro y Los Pelambres, Telefónica del Sur y numerosas otras empresas.
Mantuvieron excelentes relaciones con los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei, entendiéndose directamente con ellos y con sus ministros; estrecharon vínculos con los parlamentarios y con los dirigentes políticos de la Concertación y se mostraron muy dispuestos a colaborar en la conservación del nuevo modelo, donde seguía imperando la economía de mercado.
En 1999, al irrumpir la candidatura presidencial de Ricardo Lagos, los Luksic ya habían consolidado una estrecha red de contactos con la Concertación. En la UDI, cuyo candidato era Joaquín Lavín, jamás podrán olvidar cuando Jean Paul Luksic invitó a Lagos a la mina Los Pelambres y éste fue aclamado por los trabajadores del lugar, en el mes de noviembre, a pocas semanas de la elección.
En los gobiernos siguientes, tanto en los de Michelle Bachelet como en el de Sebastián Piñera, los acercamientos prosiguieron.
LA NUEVA GENERACION
Al enfrentar el siglo XXI los Luksic no sólo habían crecido económicamente, también se multiplicó la familia:
• Andrónico Luksic Craig, el primogénito -“Luco”, le dicen sus amigos- se casó con la argentina Patricia Lederer Tcherniak, con quien tuvo cinco hijos (Andrónico, Davor, Maximiliano, Dax y Fernanda) que siguieron la tradición de estudiar en el Grange, de La Reina.
• Guillermo Luksic Craig, el segundo de los hijos, pasó del Grange a Derecho, en la Universidad de Chile, pero no se tituló porque en 1975 asumió el control de algunas empresas. Se casó dos veces, primero con Margarita Puga, con quien tuvo dos hijos (Nicolás y Antonia); y luego, con Virginia Prieto Cruse, con quien tuvo tres hijas (Isidora y las mellizas Mara y Elisa).
• Jean Paul Luksic Fontbona estudió economía y ciencia política en Londres. Se casó con la británica Belinda James y tuvo tres hijos (Isabella, Tomás y Sebastián), los que también estudiaron en el Grange.
• María Gabriela Luksic Fontbona terminó sus estudios secundarios en las Ursulinas y se instaló en Londres, en un departamento que sus padres adquirieron en el elegante barrio de South Kensington. Se matriculó en historia del arte, en Sotheby’s, y luego estudió restauración de muebles antiguos en el London College. Se casó con el inglés Alexander Newman y tuvo cuatro hijos (Anthony, Alexander, Florence y Georgina). Regresó a radicarse en Chile en 2011 y matriculó a sus cuatro hijos en el Grange.
• María Paola Luksic Fontbona se matriculó en ingeniería forestal en la Universidad de Chile, pero luego partió al Imperial College de Londres. En un viaje a Chile conoció a Oscar Lería con quien se casó. Entre ambos tienen cinco hijos: dos de él y tres de ambos. Todos estudian o ya lo hicieron en el Grange.
En agosto de 2005 falleció Andrónico Luksic Abaroa; en 2013 murió Guillermo Luksic Craig. Ambos, víctimas de cáncer. Hoy, Iris Fontbona tiene cuatro hijos, 22 nietos, seis bisnietos, tres nueras y dos yernos.
OTROS PROYECTOS
En las décadas del 70 y 80 el jefe de la familia creó un entramado de sociedades y fundaciones en diversos paraísos fiscales europeos para controlar el incipiente imperio que construía en tres continentes. Uno de esos paraísos fue el principado de Liechtenstein, el único país del mundo que tiene prácticamente el doble de empresas que habitantes. La entidad madre es la Luks-burg Foundation, que tiene el control de Andsberg Inversiones, Ruana Copper A.G., Inversiones Orengo y Sutivan Investments Establishment, entre otras. Estas sociedades ejercen el control de Quiñenco, Antofagasta PLC y Adriatic Luxury Hotels, los cuatro ejes del grupo en las áreas industrial, financiera, minera y hotelera-inmobiliaria, respectivamente. Tras el retiro de Luksic Abaroa de los negocios, Andrónico hijo se puso al frente del área financiera; Guillermo se hizo cargo del brazo industrial y Jean Paul dirigió el rubro minero. Al morir Guillermo -en marzo de 2013- Andrónico asumió el control del área industrial, conformado principalmente por las empresas CCU, Viña San Pedro, Enex, Madeco, Vapores y Saam.
En ese duro momento fue Iris Fontbona quien convenció a sus hijos de que Jean Paul debía hacerse cargo de la supervisión de los negocios turísticos e inmobiliarios en Europa y que su nieto Davor Luksic Lederer, el segundo hijo de Andrónico, ejerciera desde Croacia la presidencia de todas las empresas que la familia tenía en el rubro y que suman cerca de mil millones de dólares. Sólo en Croacia, los Luksic tienen tres cadenas hoteleras con miles de camas, detentando el 7% de la industria turística de ese país.
Uno de los nietos mayores -Andrónico Luksic Lederer- de 36 años, casado, dos hijos, estuvo varios años en Toronto, Canadá, al frente de la oficina que allí mantiene Antofagasta Minerals. Regresó en 2014 para asumir como gerente corporativo de desarrollo internacional de la minera. Su misión principal es hacer realidad el proyecto Twin Metals, un yacimiento que el grupo Luksic tiene en el medio oeste de Estados Unidos y que tras una inversión de unos mil millones de dólares podría transformarse en la mina subterránea más grande del planeta.
El tercer Andrónico también asumió en 2015 un sillón en el directorio de Quiñenco, la sociedad que controla los negocios industriales de la familia. Con ello, se transformó en el segundo miembro de la tercera generación de los Luksic en ingresar a esa sociedad matriz. En abril de 2013 ya lo había hecho su primo Nicolás Luksic Puga, otro de los nietos mayores, hijo de Guillermo Luksic Craig.
Maximiliano, el tercer hijo de Andrónico Luksic Craig, de 29 años, quien vivía con Davor en Croacia, retornó el año pasado para asumir como encargado de marketing de Canal 13 de televisión, estación que adquirió su padre. El, como otros miembros de la familia, estudió en el Babson College de Estados Unidos. Más tarde siguió su aprendizaje en Les Roches International School of Hotel Management, en Suiza.
Iris Fontbona, mientras, desarrolla gran parte de su vida en su casa de Vitacura, que está a pocos metros de la de su hijo Andrónico. No sale mucho y ocasionalmente viaja a las casas de descanso que la familia tiene en el fundo Chan Chan, en Panguipilli; y a Hornitos, en el norte. A la estancia que “Luco” tiene en Villa O’Higgins, en la Patagonia, no le gusta ir porque hace mucho frío
MANUEL SALAZAR SALVO
Publicado en Punto Final