La estrategia diseñada por la DC alemana y sectores poderosos de la DC local para partir sacando al PDC de la alianza de centro en que está (encabezada por la Presidenta de la República desde hace tres años) sigue su marcha.
Pero no es sólo eso.
Es erróneo entender que el objetivo de esas dos fuerzas hermanas es sólo sacar a la DC o sacar a los comunistas de su alianza actual.
Ésa es la excusa que dan en un país de fuerte ideología anticomunista como el chileno; y es la reafirmación de la política de la internacional democristiana que nunca ha apoyado su integración con los comunistas en alianzas estratégicas, internacional de la que la DC alemana es dura cabeza.
Es una cuestión de intereses políticos, ideológicos y económicos.
Sectores poderosos de la DC ven hoy con temor el posible avance de las reformas (de todas ellas, no sólo de la educacional) que la alianza que integraron debió proponer al país en 2014 (“no acordamos ese programa”, “no es una biblia” han dicho) y que tibiamente empezó a llevarse adelante en materia de impuestos (recuerden la cocina de Zaldívar), educación (no comulgan con la idea del “derecho a la educación” y su gratuidad, entre otras cosas porque son empresarios que venden en todas partes esa “mercancía”), y en materia de derechos de la mujer (no son partidarios del aborto en las tres causales, diría que ni en una, porque son semi-confesionales que entienden que en esas materias las iglesias no se equivocan). Se oponen también a una reforma constitucional -ya lo veremos- y a una nueva Constitución que arriesgue enmarcar al país en un cambio sustancial del capitalismo chileno.
La DC alemana y sectores poderosos de la DC chilena se oponen y opondrán ahora a un nuevo programa de reformas que, desde la calle, el gobierno o la oposición pudiese ser apoyado por los comunistas, una buena parte de los socialdemócratas, el PRO y las fuerzas nuevas del Frente Amplio y que pudiere tener ancho apoyo y empuje en el movimiento social del próximo año y en el Congreso a ser elegido en noviembre.
No se trata sólo de que los DC se obnubilaron con la idea de llevar candidata propia (buenamoza e inteligente). Que abrirían paso para que la alianza que integraron lleve dos candidatos presidenciales (cuestión inédita no sólo en Chile sino hasta en las elecciones de curso). Que buscarían “el chancho” de juntarse en listas ahora con los vilipendiados y rechazados comunistas para las elecciones de Congreso, teniendo ya “la chicha”.
El lío es el posible Programa y que deben obligar con él a los comunistas a frenar sus nuevas ansias reformistas y a liquidar su política internacional solidaria nada menos que con la Revolución Cubana, con Venezuela y eventualmente con Corea del Norte, si ésta es atacada por Trump.
La DC obligará a que el nuevo Programa de la Nueva Mayoría mande condenar a Maduro y a Castro y por cierto a aceptar con beneplácito “democrático” el bombardeo inminente contra la Corea de Kim ”que hoy amenaza al planeta”.
A la directiva de Teillier se le presentará, creo, otro callejón sin salida.
Si se tratara de una fase antifascista de lucha en el país, si estuviéramos ante la perspectiva de un golpe de estado por ejemplo, la necesidad para el PC de una alianza con el centro-derecha DC sería tarea principal a cumplir.
Pero aceptar cualquier ridícula negociación política, inentendible para el pueblo, que además impondría inevitablemente el freno social y el fin de su política internacional, sería su hecatombe, aunque en vez de una embajada le ofrecieran tres, y en vez de dos ministerios, cuatro.
El PC no está metido en un frente antifascista ni se ve hoy esa necesidad. Está metido en una alianza (que la DC califica sólo de “electoral”) con sectores que se entienden muy bien con el capital financiero o lo integran, y que levantarán un programa mucho menos ambicioso que el de Bachelet. Hoy eso está más claro que nunca.