La historia de Chile desde el golpe militar de 1973 hasta la fecha de esta publicación, ha merecido un increíble número de memorias y estudios académicos y políticos, Las memorias, en general, se han referido a las experiencias personales.
Los estudios, muchos de ellos, de investigadores norteamericanos y europeos, han tenido como finalidad interpretar los hechos y explicar sus causas y efectos desde un punto de vista implícitamente científico, Los análisis políticos han intentado demostrar la barbarie del régimen militar y hasta otros han pretendido justificar los hechos como necesarios para alcanzar las bondades del neoliberalismo instaurado como efecto principal de la represión.
Carmen Hertz estuvo presente, sufriendo y luchando en los momentos más duros de la dictadura militar, eso le permitió tener una visión personal y a la vez social, de los principales acontecimientos, desde el golpe militar hasta la feble democracia lograda. Ver la historia a través de sus ojos puede ser subjetiva, pero hay subjetividades que llegan a la esencia de los procesos y valen tanto como las investigaciones académicas y quizás más, pues surgen de la experiencia y de la formación y práctica intelectual de la autora en este caso.
Un aspecto destacado de la obra es el capítulo sobre la Vicaría y los numerosos capítulos que denuncian la represión que impuso la dictadura, porque es un análisis paralelo de la violencia sin límites y la reacción de la iglesia y de parte cada vez mayor de la población. Es una visión dialéctica de la perversión centrada en la tortura y de lucha popular basada en la movilización social que carecía de cualquier arma de guerra. Esto no
significa que la autora rechazará la lucha armada, pues defendió legalmente a los combatientes que se atrevieron a tomar las armas para derribar la dictadura y reclama que la sociedad no ha reconocido el rol heroico que jugaron, mientras que en otras latitudes, estos valiente se consideran como personajes significativos de la historia nacional y de la democracia. La autora advierte que: “…solo aquí en Chile los que combatieron por la libertad son tildados de terroristas.”
En realidad no hay violaciones a los derechos humanos que Carmen Hertz no repudiara y empleara toda su capacidad como abogada para denunciarlas, defender a sus víctimas y exigir las sanciones a los culpables.
Para empezar, está la detención, desaparición y ejecución de su esposo, Carlos Berger, realizada por la caravana de la muerte encabezada por el general demócrata cristiano Arellano Stark. Durante decenas de años, incansablemente exigió justicia y castigo para los verdugos, lo denunció en ámbito nacional y en todo el mundo posible. Su lucha no sólo fue en los tribunales ejerciendo su inmensa capacidad como jurista, sino que escribió libros, colaboró en otros y acumuló información para fundamentar sus denuncias .
Estuvo enfrentado a centenares de casos de detenidos desaparecidos, ejecutados, torturados, presos políticos y hasta víctimas que trataban de salir del país porque temían, razonablemente, que no podrían vivir en Chile. Después, este trabajo se invirtió, luchando para permitir el ingreso de los retornados.
Su labor no se limitó al importante trabajo judicial, destacó la necesidad de informar y es redactora principal del libro ¿Dónde están? que publicó la Vicaría de la Solidaridad; junto con Patricia Verdugo escribió obras fundamentales del Período, como La caravana de la muerte y otros libros
similares.
De nuevo tenemos que señalar, que, increíblemente, no se limitó a esas, tareas. Exponía su vida en las manifestaciones populares y se atrevía a insultar a la cara a los militares criminales y era capaz de ir a golpear las puertas de las madrigueras de la DINA-CNI para defender a los detenidos que allí estaban.
Su compromiso y capacidad sin límites, la hizo estar en primera línea cuando se procesó a Pinochet en Londres y cuando eso se repitió en Chile.
En el ámbito internacional fue una colaborada y del proceso de condenar a la dictadura en las Naciones Unidas y en el trabajo posterior de desarrollar el Derecho Internacional en el ámbito de los Derechos Humanos.
Esta luchas y otras más, inteligentemente descritas en este libro constituyen en realidad la otra historia, como señala su portada. Toda esta rica visón es de una luchadora que se define como comunista hasta el fin de sus días, pero que evidentemente no es de una lealtad obediente sino que crítica, lo que le permitió trabajar en plena armonía con una institución católica como la Vicaría, la cual la recibió y destacó su inmenso aporte.
Sin embargo, no crea el lector que esta es una obra exclusivamente de denuncia, pues también hay cabida para el dolor, la indignación y la desesperación, También hay espacio para el amor y la esperanza. Todo ello en un estilo periodístico ágil y conmovedor.
Finalmente, la autora debe trabajar en otras áreas y lo hace en los organismos estatales de Relaciones internacionales, pero mantiene su crítica severa a la transición pactada y la impunidad que muchos criminales consiguieron.
Como señalábamos al comienzo de este comentario: hay una inmensa cantidad de memorias y estudios sobre esta época negra de nuestra historia, La obra de Carmen Hertz es el foco más potente que lleva luz a toda esa oscuridad histórica
Patricio Orellana
Santiago, Abril 2017