Noviembre 17, 2024

Donald lanza su primera guerra

El presidente Donald Trump ha invocado la “autoridad moral” y la “seguridad nacional” de Estados Unidos para lanzar su primera ofensiva militar contra el régimen sirio de Bashar al Assad.

El ataque con 59 mililes Tomahawk le ha permitido a Trump distanciarse del “debilucho” de Barack Obama, quien durante casi 6 años fue incapaz de mantener a raya a Bashar al Assad y a Vladimir Putin, su principal valedor, en la espiral de una guerra civil que ha dejado una estela de fosas comunes y más de 10 millones de desplazados.

Pero, además, Obama fracasó en su intento por contener la expansión de las fuerzas del Estado Islámico (EI) en Irak y Siria y contener la hemorragia de desplazados (más de 10 millones) y de los más de 5 millones de refugiados que hoy se hacinan en una decena de países de Oriente Medio y Europa.

Con su ofensiva contra Siria, Trump ha conseguido otro objetivo no menos importante. Distraer la atención de la opinión pública de la investigación que realiza la FBI y el Congreso para esclarecer las responsabilidades de su campaña presidencial en las operaciones encubiertas que orquestaron los servicios de inteligencia rusos para dinamitar las aspiraciones presidenciales de la candidata demócrata, Hillary Clinton.

Un elemento adicional. Con este ataque, Trump ha conseguido un súbito cierre de filas de demócratas y republicanos y una narrativa acrítica de los medios de comunicación que se han volcado en la cobertura de los bombardeos en Siria, con el mismo entusiasmo y fruición que se transmite una final de futbol.

Hasta las voces más críticas hacia Donald Trump, decidieron concederle el beneficio de la duda por haber tomado la “decisión correcta” que Obama no se atrevió a tomar en 2013, cuando Bashar al Assad lanzó el más mortífero ataque con armamento químico contra su población civil con un saldo de más de mil personas muertas.

De hecho, el ataque ordenado por Trump se llevó a cabo bajo las mismas recomendaciones que el Pentágono deslizó a Obama en 2013.

Unas recomendaciones que, sin embargo, podrían no tener el mismo efecto que aquel entonces, cuando Estados Unidos buscaba reforzar su posición negociadora frente a Siria, pero sobre todo, ante Rusia el otro gran protagonista en esta arriesgada aventura militarista.

Como era de esperar, el gobierno de Vladimir Putin ha declarado el ataque como una “violación del derecho internacional” y ha desconocido los acuerdos pactados con Estados Unidos para colaborar en la lucha ( y sobre todo en la coordinación militar) contra el Estado Islámico en Siria.

A pesar de que el Pentágono informó por adelantado a su contra parte rusa en Siria, del ataque inminente con misiles Tomahawk, Vladimir Putin ha decidido romper la baraja para dejar de colaborar con la administración Trump.

Lo que es más, Rusia ha anunciado una convocatoria de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir esta crisis mientras lamenta la forma en que Donald Trump “ha dañado las relaciones bilaterales” con el Kremlin.

Para la mayoría de los analistas, una cosa es segura. Si bien es cierto que, con esta decisión, Donald Trump ha demostrado que, a diferencia de Obama, él es un “tipo duro”, también es más irresponsable y temerario.

Entre otras cosas porque, con su decisión, Trump ha mostrado que es capaz de arrastrar a Estados Unidos por la pendiente de la que ha demostrado ser la más compleja y peligrosa guerra civil en Oriente Medio. Y ello, sin tener un claro objetivo a corto o mediano plazo.

Tras este primer ataque, la amenaza de una confrontación con Rusia sobre los cielos de Siria es hoy más factible que nunca. Un choque que podría desencadenar la cuenta regresiva nuclear entre ambas potencias.

Pero, además, a partir de hoy la administración Trump deberá dormir con un ojo abierto ante la posibilidad de represalias de todos y cada uno de los protagonistas en esta guerra civil. Empezando por el estado Islámico (EI), o por las facciones que han participado durante casi 7 años con el respaldo abierto o encubierto de Rusia e Irán en una guerra civil que seguirá cavando la tumba de millones de seres humanos dentro y fuera de Siria.

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