Restan nueve meses para que el país decida quienes lo gobernarán los próximos cuatro años, y la lucha política ya comenzó a desatarse incluso al interior de tiendas partidistas que, supuestamente, son aliadas en la ruta hacia la Moneda.
La ex Concertación (prefiero llamarla así, y no Nueva Mayoría) dejará el gobierno a comienzos del 2018, y hasta este momento ello se ha convertido en una especie de “herencia política” sin herederos claramente especificados, toda vez que está indefinida aún la lista de candidatos al premio mayor.
Las encuestas de opinión que circulan en Chile –cuyos métodos de recolección de datos son poco confiables- señalan que Sebastián Piñera sigue encabezando la lista de presidenciables según la expresión de los encuestados, aunque se mantiene un mayoritario porcentaje de abstenciones que nublan cualquier apuesta.
No obstante, y pese a que tampoco se sabe si aquel 48% de chilenos que no concurrió a votar en las últimas elecciones esta vez lo hará (¿o repetirá su conducta de inasistencia?), muchos dirigentes de la derecha criolla sacan cuentas alegres y dan por hecho el triunfo del especulador financiero en los próximos comicios. “Muchos dirigentes”, claro… pero, hay otros varios que mantienen la duda respecto a apoyar o no al cuestionado candidato, hoy imputado por la justicia.
Algunos de esos ‘varios’ expresan su dubitativo apoyo basados en la ligazón “negocios-dinero-política- dinero-negocios” que Piñera defiende y mantiene aún a costa de poner en riesgo la soberanía y dignidad nacional, como ocurre en el caso Exalmar-Bancard-Perú-La Haya, agregando a ello el reciente caso de la minera ‘Dominga’. Hernán Larraín, presidente de la UDI, y Carlos Larraín, ex presidente de RN, están entre quienes exigen al candidato zafarse completa y oficialmente de la mentada ligazón; van más allá incluso, pues Hernán Larraín le solicita al candidato que, si decide postular a La Moneda, debe “garantizar una separación total entre negocios y política”.
Otros ‘varios’ dirigentes, en cambio, tal vez pertenecientes a la línea dura de la derecha, no olvidan que el gobierno piñerista cerró el penal ‘Cordillera’ donde descansaban, a placer, algunos ex militares sancionados por la justicia debido a sus pasados de torturadores y asesinos. Poca duda cabe que la visita realizada al penal Punta Peuco por la senadora UDI Jacqueline van Rysselberghe (presidenta hoy de esa tienda), que señaló motivos de solidaridad y necesidades médicas con los reos, apuntaba también a refrescarles la memoria a quienes se inscriben, desde siempre, en el sector ‘duro’ derechista. Una forma poco elegante de presionar al pre candidato favorito de varios sectores de la derecha para que este recoja y valide las exigencias de la UDI. Además, y este es un cogollo nada despreciable, actitudes como las relatadas podrían dañar las posibilidades de acuerdos en los otros comicios de noviembre: senadores, diputados, intendentes y Cores.
Finalmente, entre esos mismos ‘varios’ dirigentes, se encuentran aquellos que cuestionan a Piñera porque en su gobierno él cerró espacios de poder a los partidos políticos de su propia coalición, especialmente a la UDI, cuya presidenta –como ya sabemos- no se ha detenido en sus críticas puntualizando esa misma situación, y bajo tal hecho se esconde una amenaza latente, cual es nominar candidato propio, separándose del bloque principal, lo que le permitiría estar en mejor posición para “negociar cuotas de poder” en la segunda vuelta cuando sus sufragios resulten vitales para Piñera. Tal vez todo esto sea más bravuconería que amenaza, pero ha contribuido a enrarecer y tensionar las relaciones al interior de la coalición “ChileVamos”.
Sobre el mismo punto, voces disímiles (todas derechistas) se han hecho escuchar. Horas después que Jacqueline van Rysselberghe resolviera que ningún integrante de la directiva UDI que ella preside, asistirá al acto de oficialización de la candidatura de Piñera, el diario “La Tercera”, en su sección ‘Reportajes’, recogió algunas de las voces comentadas. Lea usted, y juzgue el grado de tensión que existe en el corazón del bloque hoy opositor.
Felipe Kast (precandidato presidencial de EVÓPOLI): “los partidos políticos (de ChileVamos) tienen que hacerse una pregunta más de fondo y es por qué Piñera prescindió de ellos en su minuto, y yo creo que es porque muchos de ellos están anclados en el pasado y ven el gobierno como un espacio de poder en lugar de nutrirlo de ideas, nutrirlo de debate (…) Yo creo que la UDI, en lugar de estar preocupada de presionar para tener un espacio de poder en el gobierno, lo más razonable es que ojalá pudiera presentar un candidato a las primarias y poder tener un debate centrado en las ideas, más que centrada en las luchas de poder”.
Alejandra Bravo (PRI): “La nueva presidenta de la UDI debiera revisar con mayor generosidad lo que significa este conglomerado, donde todas las ideas y todas las propuestas políticas tienen cabida”, dijo, junto con agregar que “no se puede pretender sobrederechizar ni al candidato ni a Chile Vamos”.
Alberto Espina (senador RN): “Estoy seguro de que Sebastián Piñera formará los equipos de campaña permitiendo la mayor participación de todos los dirigentes y líderes políticos y sociales que realmente contribuyan a ganar la elección presidencial. Y, por lo tanto, aquí no caben ni presiones ni amenazas ni reacciones destempladas”.
Ciertos resquemores –políticos y también personales- afloran en ChileVamos a pocos días de saberse si don Sebastián va o no va a la riña electoral. Él no ha dicho –tal cual lo hizo una vez Michelle Bachelet- que en un segundo gobierno suyo “nadie se repetirá el plato”. Eso, entonces, provoca cierta resistencia en algunos sectores, especialmente UDI, pues allí creen posible que ex ministros, como Jaime Mañalich, Andrés Chadwick, Rodrigo Hinzpeter, Cecilia Pérez, Alfredo Moreno y algún otro, puedan copar la ruleta de la suerte dejando pocos espacios disponibles a quienes pretenden arribar por vez primera a “la casa donde tanto se sufre”, como llamaba Arturo Alessandri Palma a La Moneda.
Si Piñera, esta vez, atendiese a las impetraciones de la UDI y de la derecha dura (siempre, claro, que logre la presidencia de la república), tendría que llevar un cuchillo muy fino para cortar aquella torta en tantos trozos como exigencias de cargos existirían. Debería hacerlo para satisfacer demandas varias, entre ellas, por ejemplo, las de la UDI, RN, EVÓPOLI, PRI, AMPLITUD… y algún sector de la DC, específicamente aquel donde descansan personajes cercanos al conservadurismo económico, tales como Gutenberg Martínez, Soledad Alvear, Andrés Zaldívar, Mariana Aylwin, Jorge Burgos, etc.
Y si ello no fuese así, entonces, a contrario sensu, volver a la práctica política que más le gusta y mejor aplica: la del ‘llanero solitario’ escudado por algunos poderosos dueños de mega empresas y también por las directivas de agrupaciones patronales: SOFOFA, CPC, SONAMI, SNA, Cámara Chilena de la Construcción, Camioneros y terratenientes de la Araucanía. Cree que ello le basta para gobernar sin recurrir a los apoyos políticos, pues al momento de necesitarlos confía que hoy día en la vieja Concertación podrá encontrarlos, de preferencia en el PDC, en el PPD y en algunos sectores del PS donde se han reconvertido a la fe neoliberal.
Así expuestos los hechos, la presidenta de la UDI tiene argumentos de sobra para quejarse, desconfiar y amenazar. La historia reciente –respecto de Piñera y su comportamiento político en el que fue su gobierno- le da la razón.