El miércoles 22 de febrero se publicó el hallazgo en la revista inglesa Nature, y ese mismo día la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (Nasa) convocó a una conferencia de prensa en la que se comunicó al mundo el descubrimiento de un sistema integrado por siete planetas cuyos tamaños, con algunas variantes, son cercanos a los de la Tierra y tres de ellos, según los especialistas participantes en el anuncio, tienen condiciones que pudieran ser propicias para la vida.
En 2006 un equipo internacional descubrió dos de los planetas de este sistema, localizado en la constelación de Acuario, empleando para ello un telescopio llamado Telescopio Pequeño para Planetas y Planetesimales en Tránsito, (TRAPPIST, por sus siglas en inglés), ubicado en el observatorio de La Silla, en el desierto de Atacama, en Chile. El sistema descubierto recibió entonces el nombre del telescopio: TRAPPIST-1.
Pero el anuncio del miércoles tiene una importancia adicional, pues las observaciones dadas a conocer por el grupo encabezado por el doctor Michaël Gillon, astrónomo de la Universidad de Lieja, en Bélgica, confirmaron los hallazgos anteriores, pero encontraron que no son dos, sino siete los exoplanetas que circundan a una estrella, que es muy pequeña en comparación con el tamaño de nuestro Sol, además de averiguar algunas de las condiciones especiales que presentan. Para ello, utilizaron además del observatorio chileno otros instrumentos, entre ellos el telescopio espacial Spitzer, de la Nasa.
Un exoplaneta no es otra cosa que un planeta localizado fuera de nuestro sistema solar; la búsqueda de los que pudieran ser aptos para la vida ha acaparado la atención de los astrónomos de todo el mundo en los años recientes. Por ejemplo, el año pasado, de acuerdo con un despacho de la agencia Efe, fechado en Madrid el 6 de septiembre, el vicepresidente de la Agencia de Exploración Espacial de Japón, Suku Tsuneta, consideró que el reto más importante de la astrofísica en los próximos 20 años será encontrar planetas que tengan atmósfera y las condiciones para la vida.
El argumento de Tsuneta era que en los 20 años previos los científicos estudiaban los agujeros negros y el origen del universo, temas que no estaban concluidos, pero de los que ya se tenía una idea bastante buena. Lo que interesa ahora es saber si los planetas de otras estrellas y sistemas pueden albergar formas de vida
, dijo el astrónomo en un momento en el que ya se habían contabilizado más de 5 mil exoplanetas.
Pero a pesar de que cada día surgen nuevos candidatos en regiones diversas del universo observable, aparece el trabajo de Gillón y sus colaboradores, en el que por primera vez se encuentra un sistema formado por siete planetas, muy cercanos unos a otros, entre los cuales los especialistas estiman que hay presencia de agua, elemento indispensable para la vida, al menos como la conocemos. La estrella alrededor de la cual trazan sus órbitas los planetas del sistema TRAPPIST-1 es una estrella enana, cuyo calor llega al menos a tres de los planetas en forma cercana a la que recibe la Tierra.
Las observaciones realizadas en el trabajo presentado el miércoles permitieron calcular la masa de seis de los siete exoplanetas y estimar su densidad, con lo que ha sido posible determinar que se trata de planetas rocosos. También, que en todos ellos puede haber agua y en algunos incluso agua en forma líquida en la superficie, lo cual, aun cuando debe ser confirmado en nuevos estudios, los convierte en fuertes candidatos para albergar alguna forma de vida… Y eso nos pone a soñar.
El sistema TRAPPIST-1 se encuentra a cerca de 40 años luz de distancia, lo que ha llevado a varios investigadores muy celosos de la precisión (y tienen razón en serlo) a aclarar que, aunque pueden ser planetas habitables, no se puede pensar en viajar hacia a ellos, pues con la tecnología actual implicaría invertir varios millones de años, lo cual es cierto.
Pero una de funciones más importantes de la ciencia, además del progreso económico y todas las que se pueden argumentar, que son muchas, es que catapulta la imaginación humana. Al brindar datos nuevos y objetivos acerca de la estructura del universo, nos permite desde ahora iniciar un viaje a la constelación de Acuario y situarnos sobre las plácidas aguas de alguno de los planetas recién descubiertos y contemplar paisajes y seres que nunca nadie había imaginado.