Noviembre 15, 2024

Empleados del Estado preparan sus luchas

Carlos Insunza Rojas es el nuevo presidente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (Anef). Funcionario del Servicio de Impuesto Internos (SII) desde 2001, Insunza es ingeniero civil industrial de la Universidad Católica. Por varios periodos Insunza ha sido dirigente nacional de la Asociación Nacional de Funcionarios de Impuestos Internos de Chile (Aneiich), y su presidente desde 2008.

 

 

Militante del Partido Comunista e hijo del dirigente Jorge Insunza Becker, ingresó a las JJ.CC. en 1988. Fue elegido vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc) en 1998. En la actualidad es también consejero nacional de la CUT y coordinador del sector público en esa organización.

La Anef, fundada el 5 de mayo de 1943 por el histórico líder sindical Clotario Blest Riffo que fue también el primer presidente de la CUT en 1953, tiene por delante un objetivo revitalizador a través de la unidad interna y la combatividad en sus demandas. En las últimas elecciones del gremio sólo participó el 25,6% de los afiliados. Compitieron siete listas de candidatos. La más votada fue la lista G (del PC) con 33.221 votos. Le pisó los talones la lista A (del PS) con 32.403 votos.

¿Cuáles son los planes de trabajo de la nueva directiva de la Anef?

“Tenemos una dinámica de trabajo sindical en que nuestros procesos institucionales son de más largo plazo que una elección. Esta no es una organización que dependa exclusivamente de su presidente para llevar adelante sus procesos. Somos la confederación sindical más grande del país, con cerca de 80 mil afiliados y 200 asociaciones. Las perspectivas centrales de trabajo están trazadas en el debate democrático de nuestra organización, en nuestras asambleas nacionales. El directorio que acabamos de elegir tiene 23 miembros y algunos desafíos fundamentales: implementar cabalmente el protocolo de acuerdo que suscribimos con el gobierno de la presidenta Bachelet en 2015. Fue algo muy relevante para la organización, porque trazó una agenda de trabajo con el gobierno en una multiplicidad de materias. Algunas han ido resolviéndose y avanzando, pero las que son más estructurales, referidas a la calidad del empleo público, la construcción de trabajo decente del Estado -por lo tanto, estabilidad laboral, desarrollo de carrera funcionaria, eliminación de la precariedad laboral en el Estado producto de la gran cantidad de trabajadores a honorarios y de las condiciones de inestabilidad laboral que tienen los funcionarios a contrata-, son materias que están pendientes, y por lo tanto nos queda este año para resolverlas. Creo que tenemos claro que la tarea central es completar ese proceso de negociación sectorial y dar cuenta del cumplimiento de todos los compromisos que el gobierno adoptó con la Anef, incluyendo las materias remuneratorias, cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres y, por tanto, tenemos una agenda muy delimitada y consistente con objetivos que han sido definidos por la Anef.

Nuestro directorio enfrentará procesos de carácter nacional que son de importancia: elección presidencial y parlamentaria. Siempre la Anef ha instalado las demandas de los trabajadores públicos en estas instancias. Pero no solo en la perspectiva corporativa, sino también en cómo se consolidan transformaciones y se profundizan o se emprenden otras que hoy no están en la agenda, en pos de fortalecer la función pública y el Estado en beneficio de las grandes mayorías que siguen supeditadas por la enorme inequidad que es la marca central del Chile que se ha construido durante los últimos 43 años. Pese a los avances respecto a la reducción de la pobreza, sigue siendo el signo central del modelo de desarrollo implementado. Por tanto, hay una tarea que nuestra organización tendrá que procesar, y en las próximas asambleas nacionales definir cómo vamos a enfrentar, para incidir en la agenda política. No solo ese debate tiene una tensión evidente entre los sectores que están por hacer avanzar los cambios que la ciudadanía demanda y quienes han declarado abiertamente que de llegar al gobierno, están en posición de realizar incluso contrarreformas respecto de los pocos avances que hasta aquí se han logrado consolidar”.

 

UN REAJUSTE NOLIBERAL

En la última movilización del sector público la actitud del ministro de Hacienda no fue muy favorable a los trabajadores…

“Participamos junto a catorce organizaciones en la mesa del sector público: el ministro Valdés y el gobierno, porque él fue la voz del gobierno, desde el inicio de la negociación implementaron una visión política que buscaba descargar sobre los trabajadores y sus familias, por la vía de sus remuneraciones, un ajuste fiscal que les era indispensable. Se enfrentó una negociación compleja desde el punto de vista de su dinámica y trasfondo. El ministro y el gobierno impusieron un reajuste acotado, que respondía a un diseño neoliberal en extremo. Muestra un claro distanciamiento y un quiebre en las relaciones laborales normales. Las decisiones y opciones que ha tomado el gobierno han puesto una brecha entre las organizaciones sindicales y las autoridades que, sinceramente, esperamos que modifiquen no solo respecto de la Anef. Hay agendas sectoriales que requieren del gobierno una disposición distinta para que 2017 sea un año en que se cumplan los compromisos, en la mayor parte planteados en el programa de gobierno.

Lo que ha quedado como lección es que al margen de que el gobierno haya implementado esta lógica de negociación, lo que se vio con mucha claridad es que los trabajadores lograron mantener la unidad, cohesión y coherencia respecto de sus demandas, que se expresó en la conducción de un proceso de movilización que generó una dura derrota política para el gobierno, no solo en el Congreso. Si persiste esta dinámica de parte del gobierno, 2017 se ve complejo. Las organizaciones del sector público siempre se han sentido muy responsables respecto de su desarrollo sindical, privilegiando espacios de diálogo y negociación, pero sin renunciar, como quisieran algunos, a la expresión de fuerza y de movilización cuando la contraparte nos conduce a callejones sin salida, al incumplimiento de compromisos, o al intento de imponer medidas desfavorables para los trabajadores. Tenemos claro que a los trabajadores no se nos ha regalado nunca nada, y que será el ejercicio de los derechos colectivos lo que garantizará que los procesos que tenemos por delante culminen positivamente”.

¿Por qué cree que ganó en la Anef la lista del PC?

“Nuestro país está ante un proceso de renovación de los liderazgos. Sería muy positivo que eso se siguiera profundizando. En la lista que me tocó encabezar participaron dirigentes sindicales militantes del PC y otros independientes de Izquierda, y lo que se ha reconocido es un trabajo de larga data. Hemos sido parte de las fuerzas que han aportado al desarrollo de la Anef al menos durante los últimos quince años, con una mirada respecto del tipo de trabajo sindical, de respeto a la unidad de la organización para construir participación democrática, y centrada en concordar plataformas que sean capaces de avanzar con las distintas contrapartes, pero teniendo claro que las expresiones de movilización son un componente fundamental de la fuerza del movimiento sindical. Eso ha sido reconocido como una alternativa de conducción. Obtuve tres mil y algo más de votos, y la lista obtuvo más de 33 mil. El directorio tiene 23 integrantes y una de las principales fortalezas es su democracia interna. Quedan integradas todas las fuerzas vivas, lo que permite desarrollar un trabajo colectivo con todas las visiones”.

 

MOVIMIENTO NO+AFP

¿Cómo aprecia la lucha de los movimientos sociales y en especial el Movimiento de Trabajadores No+AFP?

“Algunos cambios que por muchos años fueron visualizados imposibles, son mérito de la movilización social. Quienes tienen la ilusión de que son los debates tecnocráticos y las soluciones técnicas los que permiten hacer avanzar a un país, son quienes no quieren cambios. Quieren que sigan primando los intereses de quienes se han asumido como dueños del país. Si hoy se ha podido legislar e implementar una reforma tributaria que, con todas las complejidades de su tramitación, permite avanzar en la educación -también con complejidades-, en el ámbito social y en otras tareas de recuperación y reinstalación del rol del Estado como garante de los derechos sociales, es resultado de los movimientos sociales y la movilización social como componente que pone arriba de la mesa las necesidades de transformación y muchas veces las soluciones. Soy un convencido de que el movimiento sindical ha sido y debe seguir siendo un motor fundamental de las transformaciones.

Si hay algo que me parece deja como lección lo que hemos vivido durante este gobierno, es que los movimientos sociales son capaces de abrir la brecha, de instalar propuestas. Pero si no son capaces de sostener en el tiempo esa exigencia y de conducir e incidir en la toma de decisiones, con todas las complejidades que tiene el entramado antidemocrático que todavía rige, la perspectiva de transformaciones profundas se diluye. El movimiento sindical es un eje central, tiene la capacidad de jugar un rol de movilización y de acción quizás más permanente que movimientos que tienen un rango de espontaneidad, alzas y bajas. Me parece que el Movimiento No+AFP ha sido una señal de alerta de gran potencia de cómo la captura por parte del mercado de un derecho social, como es la previsión, es hoy entendido por la ciudadanía como un espacio en el que se requieren cambios urgentes y profundos. Si uno mira la relevancia que tiene en el modelo económico el sistema de AFP, que finalmente es su sostén, entiendes que hay que concentrar enormes capacidades, fuerzas y la mayor unidad posible para hacer avanzar el cambio que es necesario y que pueda tener una perspectiva en que las transformaciones permitan salir del atolladero en que estamos. Creo que es una batalla central donde la Anef ha estado comprometida desde el primer día: hay que recordar que Tucapel Jiménez se opuso a la implementación de las AFP. La Anef continuará presente y con la misma perspectiva de siempre: la búsqueda de las más amplias alianzas, de capacidad de lucha y movilización porque sabemos bien que esta batalla es de las más duras”.

 

COMUNISTAS EN LA LUCHA SOCIAL

¿Qué sucede al PC en los movimientos y organizaciones sociales?

“Se ha intentado instalar una evaluación de que el PC o los comunistas en el movimiento social y sindical han tenido un proceso de reflujo. Yo no lo veo así. Hemos sido parte del movimiento sindical y del conjunto del movimiento social porque entendemos que la tarea política, en el sentido más positivo y comprensivo de la palabra, no es una tarea que esté alojada únicamente en los cargos de representación ni en la institucionalidad del Estado. Es una tarea de construcción de conciencias, de aporte a las organizaciones sociales y sindicales en todos sus niveles, y por tanto, más allá de que seamos o no la conducción o parte de la conducción de distintas organizaciones, siempre hemos estado y seguiremos estando.

En el Colegio de Profesores sus afiliados decidieron una conducción distinta y es una señal de alerta respecto del rol que hemos jugado ahí. Pero de la misma manera, la elección en la Anef da muestra de que no se trata de un fenómeno que se pueda extrapolar automáticamente. Lo central es que más allá de la conducción que tenga cada una de las organizaciones, en ellas se den discusiones que se hagan cargo del momento que vivimos, para aportar a los procesos de profundización y ampliación de las transformaciones que tenemos por delante. Es una tarea en la que tenemos que confluir todos, y en la que estos intentos de segregación o de instalar el anticomunismo como la lógica de toma de decisiones en el mundo social, no solo son muy perniciosos sino que terminan diluyendo las posibilidades reales de un movimiento social articulado que sea capaz de enfrentarse a las tareas que tenemos por delante”.

¿Cuál es la situación de los trabajadores del Estado?

“Desde los años 90 se ha desarrollado un proceso de ampliación del Estado, básicamente enfocado en la vía del trabajo inestable que es el de la contrata, y del trabajo precario, que es el de honorarios. Cerca del 70% de los empleados públicos son a honorarios o contrata. Ha habido avances durante este gobierno, lo que ha permitido vislumbrar que existen posibilidades de resolverlo y desmontar el discurso o la concepción ideológica que está detrás de esta precarización: que los trabajadores funcionan mejor cuando no tienen seguridad en su empleo.

El SII desde hace muchos años es la institución que mayor dotación de planta tiene, y de hecho a propósito del proceso de reforma tributaria con un proyecto de ley posterior que es la ley de fortalecimiento del servicio, vamos a llegar a un nivel de ingreso a la planta de un 85%. Lo mismo sucede en Aduanas y el Ministerio de la Mujer. Por lo tanto, hay avances, pero son muy particulares. Respecto de los trabajadores a honorarios, se ha venido desarrollando un proceso de regularización. A la fecha, hay cerca de cinco mil trabajadores incorporados a contrata, que si bien es un empleo inestable, es formal y garantiza derechos, por lo tanto elimina una parte de la precariedad. Es de relevancia que no sea solamente un esfuerzo que termine siendo desarrollado única y exclusivamente por la voluntad de un gobierno en particular. Es indispensable un nuevo trato en el empleo público”.

 

ARNALDO PEREZ GUERRA

 

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 869, 20 de enero 2017.

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