Las manifes taciones de rechazo al ahora Presidente de Estados Unidos tuvieron una masividad y diversidad muy superior a la pronosticada: no sólo se llevaron a efecto en las principales ciudades norteamericanos, sino que también abarcaron sesenta países del mundo. Las mujeres, con gorras rosadas, querían mostrar el simbolismo de su poder femenino.
El discurso de Madonna fue franco, sencillo y claro incluyendo, incluso, algunas palabras procaces, como el fuck you y otras por el estilo, especialmente dirigidas a quienes dudaban de la capacidad de organización de dudaban de la capacidad de la oposición al sexismo y machismo del prepotente multimillonario. Madona decía frases tan fuertes como “siento vergüenza de ser norteamericana”. “Estamos jodidos”. Trump es un tipo tóxico”. “La revolución comienza aquí y es una revolución del amor”. “No tenemos miedo, no estamos solas”.
Por twitter, Trump respondió a la protesta: “miré las protestas de ayer, pero tuve la impresión de que acabamos de tener elecciones. ¿Por qué esta gente no votó? Las celebridades han hecho mucho daño a su causa”. Posteriormente, tal vez mejor asesorado, corrigió afirmando que “los manifestantes hacían uso del derecho constitucional y demostraban la vitalidad de la democracia norteamericana”.
Los periodistas, desde su campaña, se han convertido en el blanco predilecto de Trump, incluso, niega el derecho a preguntar a los reporteros de algunos Diarios – entre ellos CNN, por haber difundido la actuación de Trump y sus prostitutas rusas -. Ahora está indignado porque los medios de comunicación han difundido la pobre convocatoria a la toma de posesión de Trump, comparada don la de Barack Obama – que tuvo más de un millón ochocientas mil personas -, la de Clinton – ochocientas mil personas – incluso, la de Bush Jr. – trescientas mil -.
El primer día de su gobierno, lo dedicó a dialogar con la C.I.A., institución con la que había tenido muchos desencuentros y conflictos a causa de las filtraciones sobre intervención rusa en la campaña electoral en favor de Trump y, posteriormente, por las escenas de las trabajadoras sexuales rusas, destruyendo la cama donde habían dormido Barack Obama y su mujer.
El gabinete de Trump se caracteriza por integrarlo una mayoría de hombres blancos y, además, millonarios, incluidos algunos militares en retiro. Si buscamos un símil en Chile, tendríamos que recurrir al gabinete del millonario Sebastián Piñera, quien designó a solo gerentes de empresas, a quienes entregó un ridículo pen drive con las instrucciones pertinentes para cada cartera, que ninguno de sus ministros se dio la molestia de leer.
En el gabinete de Trump destacan Rex Tillerson, secretario de Estado, que viene de la gerencia de Exon Movil; del Tesoro, Steven Mnuchin, de Golman Sach; en Defensa, el militar en retiro, James Mattis, cuyo nombre es “perro rabioso”; En ese selecto grupo de colaboradores cercanos sólo hay una mujer y un afroamericano , ningún latino . (Elimino el español de la página Web de la casa blanca)
Cuesta diferenciar las frases del discurso de Trump con las de Hitler, quien en 1933, en el balcón de la Cancillería, decía: “un pueblo, un país, un líder”. Trump es un verdadero megalómano y de un narcisismo ilimitado, pero que quiere identificarse con el pueblo norteamericano, parangonando al “Rey Sol”, “el pueblo soy yo y como Dios, lo conduciré a la tierra prometida”, en el caso de Trump, a una Norteamérica grande y poderosa, a la riqueza y al pleno empleo…
Vale la pena recordar, en este caso, la frase de Max Weber cuando se refiere a la mezcla entre religión y política: “Quien busque la salvación de su alma y de otras almas, no busque el camino de la política, que tiene otras tareas muy distintas”.
Aunque el término populismo es difuso y confuso, y se aplica a conceptos históricos y épocas muy distintas, creo que más poder aplicárselo a Trump, que no tiene nada que ver con Domingo Perón o con Getulio Vargas, por ejemplo, podríamos visualizar a Trump como una experiencia de ultraderecha, que logra engatusar a sectores marginados de la sociedad, a desempleados, a campesinos y a una clase media desesperanzada, que buscan en este líder su salvación.
Si osáramos comparar a Trump con Hitler o Mussolini, tendríamos que considerar que las épocas y los contextos históricos son muy distintos: los dos primeros eran expansionistas, mientras que Trump sigue el aislacionismo clásico norteamericano que repite la frase “América para los americanos”.
Donald Trump está demostrando que está dispuesto a cumplir su programa a pesar del descontento de gran parte de la población, incluso, de los que podrían ser sus aliados. Hoy lunes, 23 de enero, desahució sin más trámite que una orden ejecutiva, el TPP, (Tratado de Transpacífico); (según mi parecer, no es una mala idea, pues dicho tratado desfavorecería a la clase trabajadora chilena). En la tarde de hoy se reuniría con los líderes del Congreso para iniciar la abolición del programa de salud “Obamacare”, obra estrella del Presidente saliente, que dejaría a millones de ciudadanos norteamericanos sin protección de salud.
Trump también está decido a conversar con el líder republicano de la Cámara de Representantes para lograr acuerdo en la aprobación de fondos destinados a comenzar la construcción del muro, en la frontera con México. Trump pretende dialogar con el Presidente de México, Enrique Peña Nieto y el con el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, a fin de reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el NAFTA.
Hasta ahora, México es el país más perjudicado con la asunción de Trump al poder, pues a pocos días de este acto, el Presidente Trump amenazó a las empresas automotrices Ford, General Motors y Toyota con un impuesto del 35% si se instalaban en México, que las hizo desistir de sus proyectos.
El Presidente Peña Nieto está en el pick de impopularidad ante su pueblo, que lo percibe como un entreguista al imperialismo norteamericano. La primera entrevista entre el Presidente y el candidato Trump demostró cuán débil y limitado es el actual Presidente de México; ahora propone al mandatario estadounidense un diálogo, para el 31 de enero, en la Casa Blanca, con el fin de tratar el tema de la inmigración en condiciones de igualdad entre dos Estados. En su discurso de hoy, 23 de enero, Peña Nieto propuso una serie de objetivos que debieran cumplirse en dicho encuentro, y definió una línea intermedia entre el conflicto y la sumisión.
Es difícil creer en este arranque de dignidad del desprestigiado Presidente, Peña Nieto que, hasta ahora, el gobierno del PRI ha mostrado altos grados de corrupción y servilismo ante el imperialismo norteamericano.
México ha sido siempre solidario con la suerte de los perseguidos políticos: fue refugio de los republicanos españoles y, posteriormente, durante el mandato de Luis Echeverría, fue tierra de refugio de los demócratas chilenos, durante la dictadura de Pinochet – incluso, la familia del Presidente mártir -. Es cierto que la dictadura perfecta del PRI, autoritaria en el interior, fue muy abierta al exterior.
Hay que ser muy ingenuo para creer que las instituciones norteamericanas van a moderar los impulsos fascistoides, xenófobos y racistas del magnate norteamericano, ahora en el poder. Asistimos a una ofensiva de ultraderecha, que coincide con el derrumbe de la democracia formal, con el agravante de una izquierda pasiva y desorientada.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
23/01/2017