Noviembre 16, 2024

Domingos de Díaz Rangel

Mientras Julio Borges insiste en llamar a la Fuerza Armada a rebelarse (mi mamá siempre me decía “a palabras necias, oídos sordos”), y el presidente Obama prolongaba la vigencia del decreto suyo que declara a Venezuela amenaza a la seguridad de Estados Unidos, ¡imagínense lo que eso significa!, los ejercicios de acción integral Zamora 200 debieron desarrollarse ayer exitosamente en una nueva demostración de la unidad cívico-militar como no la hubo nunca en Venezuela. Ni siquiera en los años de la “gloriosa revolución de octubre”, de la cual Betancourt decía que “en el gobierno de la revolución no se sabe dónde comienza el paltó del civil y comienza la guerrera del oficial”. Palabras en un esfuerzo por halagar a los militares.

 

 

Esa unidad viene consolidándose desde los momentos más difíciles, cuando, por ejemplo, oficiales activos exhortaban desde la plaza Altamira a sus unidades a sumarse a la rebelión.

 

Ni un pelotón lograron atraer, siendo una situación complicada del Gobierno.

 

La política de Chávez fue eficiente en crear conciencia en la institución armada, en su oficialidad, suboficiales y en la tropa, que la han hecho invulnerable a esos llamamientos.

 

Ayer escuché una interesante intervención de Freddy Bernal sobre el importante papel que debían estar jugando los Clap en estos ejercicios, e incluso con ideas para el debate con los militares.

 

Seguidamente, escuché a cinco generales en Bolívar, considerada Guayana como zona estratégica. Fueron convincentes y novedosos en las informaciones que suministraron sobre el apresto para la defensa integral de esa región, incluida la fuerza antiaérea misilística. Pero me extrañó que en ninguna de esas intervenciones se aludiera a la participación de los Clap.

 

Escribo esta nota en la mañana del sábado, cuando estaba desarrollándose el ejercicio Zamora 200.

 

Por lo visto y escuchado, quedó evidente la unidad interna de la Fuerza Armada, blindada a los llamamientos, abiertos o solapados, de rebelarse, y de unidad con las fuerzas populares organizadas, del pueblo, razón por la cual es justo afirmar que la unidad cívico-militar salió fortalecida.

 

Debieron leer la última declaración de la Conferencia Episcopal, donde pide que debe ser reformado el formato del diálogo, y observarán que es exactamente lo mismo que está pidiendo la MUD. Tampoco ahora puede decirse que son simples coincidencias.

 

Y ya que hablamos de coincidencias, existe otra significativa entre las alianzas de la oposición y de los partidos con la revolución. Tanto en una como en la otra, los aliados pequeños, pero que aportan votos, se quejan porque no son valorados, no los toman en cuenta.

 

Solo en Haití se ven estas cosas. Un día, agentes de la DEA detienen al senador Guy Philippe y se lo llevan a EEUU con amplio expediente como narcotraficante. Aún así, fue electo al Senado. Sus antecedentes comienzan antes, cuando organizó milicias para derrocar al presidente Aristide, que logró con el apoyo de EEUU y de Francia. Posteriormente, se involucró a fondo en el tráfico de drogas. Pero la forma como fue apresado casi lo convierte en un héroe. No hay posibilidad de que lo liberen.

 

Hoy (9 am) debuta el vice Tareck El Aissami en “José Vicente hoy”.

 

Cuando todavía no se observa un arranque de la economía, los medianos productores agrícolas Felipe Riera, Héctor Salom y Aníbal Díaz en Lara, confiados en que esa recuperación vendrá, han decidido triplicar las siembras en 2017 en relación con 2016. Proyectan sembrar 120 hectáreas con cebollas, melón, tomate y lechosa. Con los recursos económicos, el personal y, por supuesto, las tierras. ¿Cuál es el problema? Encontrar semillas, fertilizantes y, en general, los agroinsumos. Y una vez conseguidos, enfrentar, como todos los productores del campo, otro problema: los elevados precios. Vean este ejemplo: un litro de abac, que hace dos años costaba Bs 600, hoy les cuesta Bs 18 mil. Y uno se pregunta: ¿qué hace Agropatria?

 

Obama, el fraudulento

 

El gobierno del presidente Barack Obama ha sido el más fraudulento de la política estadounidense. Ninguno ofreció tanto y no cumplió. Nunca antes un presidente generó tantas expectativas como él. Y en relación con Venezuela, ni los Bush tuvieron políticas tan agresivas como él. Dictó un decreto vigente que declara a Venezuela como una “extraordinaria amenaza a la seguridad de Estados Unidos” y a su política exterior. Lo primero es una gran mentira porque en algún momento llegó a reconocer que Venezuela no era tal amenaza, pero no revocó el decreto pese a que la Cumbre de las Américas, reunida en Panamá, condenó esa desproporción.

 

Lo que, pienso yo, era cierto es que Venezuela sí afectaba su política exterior. Desde que Hugo Chávez asumió el poder, se acaba esa política de sumisión y de dependencia respecto a Washington, de considerar América Latina como su patio trasero. Con Chávez, la política exterior venezolana se hizo independiente y soberana, le habló a Washington sin pelos en la lengua. Línea que fue extendiéndose a otros países de la región cuando eligieron gobiernos progresistas.

 

Para remate, Obama termina su período como el presidente estadounidense que más extradiciones ordenó, y para invalidar su premio Nobel de la Paz, nada más que en el último año (2016) ordenó lanzar sobre Siria, Irak y Afganistán ¡más de 26 mil bombas! Y para compensar su acercamiento a Cuba, prorrogó por un año su decreto contra Venezuela.

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