Noviembre 16, 2024

El rearme ofensivo de Irán

Mientras diferentes clases de misiles, tanques y otros equipos militares recién añadidos al arsenal iraní desfilaban frente a la cúpula dorada de la tumba del recordado imán Jomeini el pasado septiembre en el marco de las conmemoraciones anuales de la sagrada defensa, como se conoce localmente a la guerra contra Irak, las palabras del líder supremo, Ali Jamenei, días atrás adquirían mayor eco: el desarrollo de las “capacidades ofensivas y defensivas de Irán” son un “derecho claro e inalienable”.

 

 

Estas declaraciones, que en cualquier otro país no tendrían nada de novedoso, despertaron una serie de preguntas en Irán. ¿Qué llevaba al ayatolá Jamenei a hablar de capacidades ofensivas después de casi cuatro décadas de revolución islámica? Hasta ahora el régimen iraní se había referido sistemáticamente a la naturaleza defensiva de sus fuerzas armadas, que ha sido el argumento del régimen de Teherán para tranquilizar a todos aquellos que lo han señalado como una amenaza regional desde el comienzo de la revolución en 1979.

Este mensaje se reforzó en aquellos momentos en que el fantasma del programa nuclear iraní creaba gran desconfianza en el mundo. Si bien Irán peleó una larga guerra con Irak en la década de los ochenta y está involucrado en conflictos regionales como los de Siria, Irak o Yemen, sus líderes siempre recuerdan que en los últimos 250 años los persas nunca han atacado a otra nación.

“Sentimos que la nueva ayuda económica de Estados Unidos a Israel de 38.000 millones de dólares en la próxima década está relacionada directamente con Irán”, explica el diplomático iraní Hosein Sheijoleslam, uno de los diplomáticos con mayor experiencia en Oriente Medio.

Israel ha sido desde hace décadas el principal destinatario de la ayuda militar estadounidense pero la cifra anunciada el pasado septiembre de 38.000 millones de dólares en 10 años es la mayor de la historia. “Israel es amigo de Arabia Saudí, así que nos preguntamos para qué es esa ayuda. ¿Para ser usada en contra de los pobres palestinos de Gaza? No”, se preguntaba y contestaba el diplomático.

Los cuestionamientos de Sheijoleslam se hacían eco de la preocupación expresada por el recién nombrado jefe supremo de las fuerzas armadas de Irán, el general de división Mohamed Baqeri, que también ha relacionado el avance militar persa a la amenaza que representan Estados Unidos e Israel, considerados históricamente como los grandes enemigos de esta república islámica. Baqeri, que tiene un largo historial en los guardianes revolucionarios, fue designado el pasado verano como nuevo jefe de esta institución entre cuyas responsabilidades está la coordinación entre el ejército, los guardias conocidos localmente como Sepah-e-Pasdaran y las fuerzas que promueven la ley de las que se desprende la policía.

Algunos analistas aseguran que la designación de Baqueri, que reemplazó en su puesto al general Hasan Firozabadi, que estuvo 27 años en el cargo, está relacionada con la necesidad de poner en marcha una nueva estrategia militar en la que haya mayor coordinación entre todos los estamentos militares. Otras versiones aseguran que también es un mensaje de apoyo a los guardias que han visto amenazado su poder, especialmente económico, después de la firma del acuerdo que pone límites al programa nuclear iraní que traería como consecuencia la llegada de inversión económica al país. Se calcula que los guardianes de la revolución controlan alrededor del 30% de la economía nacional.

“Cuando el nivel de las amenazas sube, tenemos que protegernos aún más y buscar nuevas alternativas”, dice el diplomático que señala que el nuevo sistema de misiles desarrollado por Irán ayuda a que Israel se lo piense varias veces antes de atacar a Irán. Una de las estrategias iraníes ha sido desplegar sus misiles más allá de sus fronteras en países como Líbano y Siria, y la franja de Gaza. Irán argumenta que este tipo de armamento no sólo es más efectivo que los aviones de combate –Irán tiene muy pocos y viejos– sino también más económico.

Desde la revolución, cuando el ayatolá Jomeini redujo el poder del ejército convencional en favor de una nueva Guardia Revolucionaria que se fortaleció en el marco de la guerra contra Irak, las fuerzas militares iraníes pasaron de actuar según unos cánones convencionales a especializarse en técnicas de guerras asimétricas. Las sanciones internacionales a las que fue sometido Irán desde el comienzo de la revolución también repercutieron en el campo militar haciendo aún más difícil la modernización de su arsenal.

Expertos en temas de seguridad aseguran que esta tendencia ha ido cambiando e Irán ha incorporado armas convencionales como nuevos tanques, drones, entre otros, en frentes como los de Siria. El Gobierno iraní también está, al parecer, a la búsqueda de comprar nuevos equipos militares, entre ellos aviones de combate y el sistema de misiles tierra-aire S-300 que los rusos acabarán de despachar en los próximos meses.

El profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Teherán, y cercano a los círculos de poder, Mohamed Marandi, relaciona este cambio de estrategia a la tensión que existe con Arabia Saudí. Esta potencia suní es la cuarta nación con mayor inversión militar del mundo y desde algunos sectores iraníes se acusa al gobierno de Riad de promover una serie de guerras por delegación contra Irán en la región, incluido en Siria, Irak y Yemen. Las autoridades iraníes también señalan a los saudíes como responsables de la financiación de grupos opositores dentro de territorio iraní.

“Los oficiales saudíes son conscientes de que debido a la importancia del golfo Pérsico el surgimiento de cualquier guerra en esta parte del mundo será perjudicial primero para Arabia Saudí, y luego para Irán y Estados Unidos”, aseguró el comandante de la defensa pasiva, general de brigada Gholam Reza Yalili que acusó a los saudíes de haber inundado la región con armas. “Son una amenaza para nosotros”, dijo. El golfo Pérsico, especialmente el estrecho de Ormuz, ha sido escenario en los últimos meses de varios momentos de tensión entre los iraníes y los barcos estadounidenses desplegados en esta aguas.

El aumento de inversión militar no es apoyado por todos en Irán. El recién fallecido expresidente Ali Akbar Hashemi Rafsanyani, una de las máximas figuras de la Revolución y cercano a Rohani, llegó a asegurar que si se invirtiera menos en defensa se podría avanzar más en desarrollo. Las críticas, como era de esperar, llegaron desde muchos frentes del régimen. Especialmente desde los guardianes de la revolución. Entre un sector del sistema parece existir la creencia de que después de la firma del acuerdo que pone límites al programa nuclear no se puede mostrar debilidad. Defienden que la capacidad militar tiene que aumentar.

 

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