Los diputados republicanos votaron de manera sorpresiva para reducir el poder de una Oficina independiente para la Ética del Congreso y creada en el 2008, tras algunos escándalos por corrupción que culminaron con tres parlamentarios presos.
De inmediato llegó el repudio a la decisión por parte de los legisladores demócratas y de militantes de organizaciones civiles contra la corrupción en la política estadounidense.
Mañana votará la Cámara de Representantes completa, en la que los republicanos cuentan con el control.
La iniciativa coloca a la oficina bajo la esfera de la Comisión de Ética de la Cámara de Representantes, restándole su independencia.
Nancy Pelosi, jefa de la minoritaria bancada demócrata, ironizó recordando el repetido eslogan del presidente electo, Donald Trump, acerca de “sanear el pantano” de la corrupción.
En cambio, dijo Pelosi, en la primera noche del nuevo Congreso eliminaron la única supervisión ética sobre sus acciones.
“Evidentemente la ética es la primera víctima del nuevo Congreso republicano”, concluyó Pelosi.