El veterano periodista argentino canadiense Alberto Rabilotta, fue uno de los muchos observadores en todo el mundo que se sintió insultado su intelecto con las falsas acusaciones contra Vladimir Putin sobre el supuesto hackeo de los correos electrónicos del Consejo Nacional Demócrata (CND) en el apogeo de la campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos.
Documentos de la CIA a la mano, el amigo Rabilotta me recuerda en un escrito que amablemente me hizo llegar que fue el gobierno de Washington el que inventó el sabotaje y el pirateo informático y lo puso en práctica en el 1982 -cuando internet estaba en pañales-, para ejecutar un sabotaje de enormes dimensiones contra la economía de la Unión Soviética.
“Leer y escuchar tantas falsedades y desinformaciones sobre Siria para tratar de ocultar una enorme derrota geoestratégica en el Oriente Medio; ver tanto desatino y obcecación en llevar el mundo a una peligrosa confrontación entre Estados Unidos y sus aliados con Rusia, e inventar “noticias” para crear falsas acusaciones contra Vladimir
Putin sobre el supuesto hackeo de correos electrónicos del CND, hace hervir la sangre de este viejo periodista porque si hay un gobierno que inventó el sabotaje y el pirateo informático, en sus diversas formas y lo puso en práctica en el 1982 para ejecutar un sabotaje de enormes dimensiones contra la economía de la Unión Soviética, ese fue el gobierno de Washington. Nos salvó entonces de una guerra nuclear que el gobierno soviético no supiera el origen de ese sabotaje, que lo considerara accidental y que por lo tanto quedase impune”, escribe Rabilotta.
“Como la hipocresía no tiene límites en esta patética y peligrosa decadencia imperial, recordemos que bastan unos minutos en internet para encontrar que la experiencia con el sabotaje informático del gasoducto transiberiano sirvió para otros sabotajes en países “enemigos”, el más conocido de los cuales es el llevado a cabo contra las centrifugadoras nucleares de Irán con el sofisticado virus Stuxnet, obra de informáticos estadounidenses e israelíes. Y si se tratara de hackeo para acceder a documentos o para espiar conversaciones, Edward Snowden ha demostrado que nadie está a salvo de las intromisiones y escuchas de la National Security Agency, o del hackeo israelí, como lo muestra la operación “Duqu” contra Irán durante las conversaciones entre Washington y Teherán, según reportaron en su momento el Wall Street Journal y Haaretz.”
Ahora, a menos de un mes de finalizar su mandato, Barack Obama amenazó con tomar represalias contra Rusia por el supuesto (pero no probado) hackeo del CND.
No es de extrañar que desde hace algún tiempo Rusia y China impulsen la creación de sistemas informáticos y de componentes electrónicos en sus países, evidentemente para liberarse de los “caballos de Troya” y las “puertas secretas” que desde el 1982, es decir desde el comienzo de la informática sofisticada y de su interacción con las telecomunicaciones, EEUU y sus empresas vienen introduciendo en sus productos, y que muy probablemente afectan tanto a los que son producidos para el propio país como para los exportados hacia el resto de países.
El papel de las armas cibernéticas en la guerra económica se ilustra en las actuales formas de agresión imperialistas contra los pueblos que deciden asumir sus destinos haciendo cambios para recuperar sus soberanías, o haciendo una revolución socialista. Es la guerra en todas las esferas posibles de la economía, el comercio, las finanzas, las monedas y en los intercambios que impliquen transferencias de procesos, tecnologías y ciencias necesarias para el desarrollo de las fuerzas productivas.
El objetivo es hambrear esos pueblos impidiéndoles desarrollar sus fuerzas productivas, para desestabilizar la vida política de esas naciones y obligarlas a tomar medidas de racionamiento, entre otras más que no serían necesarias en el marco de relaciones normales de intercambio comercial internacional.
Esta es una forma de guerra que los países imperialistas han utilizado desde el 1919 con el “cordón sanitario” contra la naciente Unión Soviética. Desde entonces, esta guerra económica estuvo acompañada de agresiones militares directas o fomentadas con aliados locales o foráneos para llevar a cabo sabotajes de todo tipo, invasiones, bloqueos económicos con sanciones de aplicación extraterritorial, golpes de Estado, operaciones clandestinas y creación de grupos terroristas o de fanáticos religiosos para desestabilizar gobiernos.
El gobierno de Estados Unidos emplea recursos económicos inimaginables para defender para sí un derecho que viola la soberanía de todos los demás países: el de continuar comprando con billetes de papel las materias primas, la energía, las industrias de tecnologías avanzadas, las tierras más productivas y los inmuebles más modernos de nuestro planeta”, concluye Rabilotta.