Tras el segundo intempestivo anuncio del cierre de U. ARCIS perpetrado por la ministra Delpiano, rápidamente desmentido por ella misma y reformulado y reajustado en sus alcances por la jefa de Educación Superior del Ministerio, Alejandra Contreras, y por el propio Administrador Provisional de ARCIS, Patricio Velasco, han surgido una serie de artículos de prensa sobre ARCIS, aparte del que yo mismo entregué al Clarín hace poco más de una semana. Entre ellos, hay uno frente al cual no cabe tolerancia ni indolencia ni “dejar que los perros ladren”, ya que ejecuta de forma maliciosa el majadero argumento de quienes pretenden imponer una versión oficial acerca de la premeditada y alevosa destrucción de la Universidad, versión que constituye una mentira cómplice y encubridora de ese crimen. Me refiero al artículo publicado simultáneamente en el Clarín y en el sitio web “diegoancalao.cl”, con fecha 15 de diciembre, que refiere y transcribe un conjunto de declaraciones acerca de ARCIS formuladas por Diego Ancalao a un programa de la Radio de la Universidad de Santiago.
Confieso que la primera lectura del texto me irritó e impulsó a preguntar quién pudiese ser ese señor Ancalao, con qué autoridad y desde qué experiencia podía permitirse emitir juicios y apreciaciones sobre la situación de ARCIS: en mi memoria que se extiende, en cuanto a ARCIS atañe, desde 1988 al menos hasta febrero de 2015, cuando fui exonerado por la última administración de U. ARCIS (administración ilegítima, ilegal y arbitraria encabezada por la sra. Neumann), jamás tuve ocasión de enterarme de la existencia de algún docente, doctorando, profesor o estudiante que respondiese a aquel nombre difícil de olvidar. Una segunda lectura me confirmó en la irritación y me indujo a averiguar rápidamente en Internet la biografía y trayectoria de don Diego Ancalao. Así pude enterarme de su condición de alto dirigente del partido Izquierda Ciudadana, del cual ha sido presidente interino y dos veces candidato a diputado. Se trata de un partido minoritario y cuasi-fantasmal (disuelto en 2014 por el Servicio Electoral al no alcanzar el 5% mínimo de los votos en las elecciones legislativas de 2013, desde marzo de 2016 en proceso de reinscripción) que, sin embargo, está incorporado en la coalición gobernante llamada “Nueva Mayoría” y forma parte, merced a su único diputado, Sergio Aguiló, de la bancada del PC en la Cámara de Diputados. Oriundo de Purén (la “indómita”), Diego Ancalao, profesor y dirigente mapuche, presentó en noviembre recién pasado la segunda edición de su libro Mapuche: Hijo de dos naciones, el cual fue comentado en la ocasión por Sergio Bitar (ex-ministro de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet), Francisca Llao (educadora mapuche) y Federico Joannon (vicepresidente ejecutivo del diario electrónico El Mostrador). La referida información, en suma, me permitió dar respuesta, al menos de forma preliminar, a la cuestión acerca de la autoridad y experiencia que puedan sustentar los dichos de Ancalao en torno a la crisis de ARCIS. Su autoridad es política: procede de su pertenencia a la Nueva Mayoría y de la afinidad de su partido con el PC. Su experiencia es la de un profesor y dirigente: no surge de nexos directos y pragmáticos con la U. ARCIS misma.
¿Cuáles son los dichos de Ancalao que resultan intolerables para quienes hayan sido testigos de la destrucción de la Universidad ARCIS, iniciada desde los retiros de capital efectuados por el PC en 2012 y 2013, y ejecutada a marchas forzadas y con asombrosa velocidad y eficacia por la administración que encabezara Elisa Neumann entre agosto de 2014 y junio de 2015?
1. En primer lugar, el majadero alegato que han repetido y machacado hasta las naúseas diversos dirigentes del PC, entre ellos Guillermo Teillier y Juan Andrés Lagos, secundados en innumerables ocasiones por Elisa Neumann y otros, según el cual en ARCIS no habría habido jamás retiros de capital, de suerte que el PC de ningún modo sería susceptible de ser acusado de obtener lucro en su administración de U. ARCIS. Este alegato y predicamento ha sido desvirtuado por investigaciones minuciosas como las realizadas por CIPER Chile, así como por testimonios de actores relevantes: Tomás Moulián (ex-Rector), Orión Aramayo (ex-Vicerrector de Finanzas), Jorge Fernández (ex-Vicerrector Académico) y numerosos académicos y funcionarios de U. ARCIS. Por consiguiente, cuando Diego Ancalao declara: “No pueden olvidar que la Universidad ARCIS es una corporación sin fines de lucro, a diferencia de otras instituciones de educación superior que, claramente, lucran, mientras aquí [en ARCIS] hubo otro problema que ocurrió” es evidente que está induciendo de forma sibilina la mentira encubridora –mentira criminal si lo encubierto por ella es un crimen– según la cual en U. ARCIS sus sostenedores no habrían cometido lucro.
2. El argumento que procura disolver la responsabilidad de la administración político-académica de U. ARCIS, estableciendo por consiguiente condiciones en favor de su impunidad, por medio del típico “echar la culpa al empedrado”: las “dificultades” financieras, las limitaciones materiales, la precariedad económica resultan de una condición estructural que afecta al conjunto del “sistema universitario” chileno. Ello exime de responsabilidad a los administradores de U. ARCIS y consagra su impunidad: los miles de estudiantes defraudados, los cientos de académicos y funcionarios despojados de salarios y sueldos por más de 2 años deben reclamar solución “en la otra esquina”: la mala estructura del sistema. “No hay que satanizar a la ARCIS cuando tenemos un problema estructural”, sostiene Ancalao. El “problema estructural” de la educación en Chile existe, por cierto, y es gravísimo. La “Nueva Mayoría” y, antes de ella, la “Concertación” poco han hecho por desmontarlo y procurar avanzar hacia su resolución. Por lo demás, quienes satanizaron a ARCIS hasta su extinción fueron sus propias autoridades: ellas le succionaron toda la sangre y dejaron en el oprobio y en la ruina a sus estudiantes y académicos y funcionarios. La estructura del sistema hasta ahora los ha protegido, salvándolos de la vergüenza y el bochorno (no son mayores las penas que les hubieren afectado de haberse establecido por el Ministerio o por la Cámara de Diputados que los sostenedores de U. ARCIS habían “transgredido la norma legal” : no lucrar en la educación superior).
3. La insustancial y liviana referencia a la última rectora, doña Elisa Neumann, que la sitúa en una imaginaria región similar al limbo católico: una operación “disimulada” que deja sin plantear la cuestión de sus responsabilidades y las de todo su extenso equipo “exterminador” en el fulminante proceso del desmontaje y desmantelamiento de la U. ARCIS ejecutado entre agosto de 2014 y junio de 2015. “Estuve conversando con la ex-rectora, Elisa Neumann y me decía que, fundamentalmente, en 2012, se produjo la salida de varios socios de la Corporación, vinculados al PC, por ejemplo, el secretario general, hoy es diputado (Daniel Núñez). Ella, dice que el problema es que al retirarse del directorio, lo que no tenía nada de malo, es que no le avisaron y un mes después se dio cuenta que no había los recursos necesarios para pagar los sueldos. Eso, es una dificultad que complicó a toda la universidad”. Palabras demasiado livianas que ocultan y encubren maliciosamente los actos cometidos: desmontaje de la Educación y Pedagogía (exoneración de Miguel Caro y Leslie Maxwell); eliminación de la Música (despido de Juan Valladares y equipo); desplazamiento del Teatro (negociación con Ramón Griffero en relación con su traslado y el de toda su escuela a la P. U. Católica); suspensión de la Escuela Latinoamericana de Postgrado (exoneración de Miguel Valderrama y su equipo); eliminación de la Fotografía (exoneración de Rodrigo Casanova); supresión de la Sociología (exoneración de Sergio Fiedler y Militza Meneses); eliminación de la Filosofía (exoneración de Miguel Vicuña). Agréguese a todo ello el despido de funcionarios, el maltrato y persecución de los estudiantes; la provocación de la fuga masiva de estudiantes, académicos y funcionarios.
4. La acusación en contra del Administrador Provisional, argumento en el cual han insistido hasta la extenuación los socios, cómplices y secuaces de la administración de Neumann: su objeto principal es una operación de encubrimiento (o mejor dicho, mentira descarada) respecto de las responsabilidades de la administración de U. ARCIS, desde los tiempos, al menos, de los retiros de capital por el PC, en 2012 y 2013, hasta la fase terminal del desmantelamiento de la Universidad por Neumann y sus arcángeles exterminadores, en 2014 y 2015. El propósito del argumento mendaz es transferir tales responsabilidades a la gestión del Administrador Provisional (“echarle la culpa”), mentira inhábil y con nulas probabilidades de prosperar, ya que exige, entre otras cosas imposibles de conseguir, que los hechos ocurridos entre 2012 y mediados de 2015 se hayan producido en realidad y de forma concentrada entre mediados de 2015 y fines de 2016. El tiempo en su irreversibilidad desenmascara a los mentirosos. Ancalao en sus dichos viene a abundar en el referido argumento: “el administrador provisional podría faltar a la ley”; el administrador provisional podría estar vulnerando el artículo 11º de la Ley 20.800 que establece que las medidas de reestructuración deben ajustarse con el proyecto institucional: “[La ley] al parecer, no se estaría cumpliendo por parte del administrador provisional –y esto afecta a la universidad, a su proyecto educativo en su conjunto, y esto no se puede permitir”. En mi modestísima opinión, trátase de un argumento que carece de fondo, puesto que la acción del administrador de una institución despojada de recursos financieros líquidos está forzada a reducirse a conseguirlos por medio de la obligatoria compraventa de sus únicos bienes inmuebles: en la especie, las sedes de Huérfanos y de Libertad. Sólo esta operación puede dar solución a las obligaciones principales de una entidad en bancarrota política y moral: pagar las deudas legales a sus ex-funcionarios y ex-académicos, no menos que a los pocos que todavía trabajan en ella; asegurar el término de estudios de sus últimos estudiantes. Los argumentos del señor Ancalao no sólo agreden al Administrador Provisional sino al inmenso contingente de funcionarios, académicos y estudiantes abusados, defraudados y pendientes de una satisfacción legal que todos los poderes del Estado deben procurar salvaguardar.