Cuando François Fillon ganó la primera ronda de las elecciones presidenciales primarias de la derecha el 20 de noviembre de 2016, con 44 por ciento del voto, el periódico francés Libération tituló su reportaje “Le miracle”. El milagro era que todas las encuestas, hasta el último minuto, habían predicho que llegaría en tercer lugar, de un campo de siete, con apenas poco más que 10 por ciento de la votación.
Este fue un mal año para los encuestadores, pero una brecha de este tipo rebasa demasiado el mucho menor error predictivo de las elecciones estadunidenses. ¿Cómo pudo ocurrir esto y qué presagia para la elección general que está por venir?
La estructura formal de las elecciones en Francia es bastante inusual. A menos que un candidato gane con más de 50 por ciento del voto en la primera ronda (algo que normalmente es muy difícil de lograr) hay una segunda ronda una semana después, en la que aquellos dos con las dos más altas votaciones en la primera ronda están en las boletas. Esto funciona bien si existen dos partidos principales. En ese caso, la primera ronda despliega el rango de visiones y la segunda ronda permite que los partidos más pequeños se sumen a la campaña de su favorito, lo que supone que habrá una opción entre centro-derecha y centro-izquierda.
El sistema se rompe cuando hay tres partidos que contienden, cada cual con fuerza significativa. Ésta es, actualmente, la situación en Francia. A nivel nacional, los tres partidos son actualmente los socialistas (centro-izquierda), los republicanos (centro-derecha) y el Frente Nacional (extrema derecha).
La situación es mucho más compleja porque dentro del Partido Republicano existen tres candidatos: Nicolas Sarkozy, Alain Juppé y François Fillon. Las expectativas habían sido que Sarkozy y Juppé compartirían la segunda ronda. Esto fue lo que no ocurrió.
Juppé y Fillon han sido, ambos, primeros ministros: Juppé con Chirac y Fillon con Sarkozy. Sarkozy compitió con un programa que podría convocar a los votantes que les atrae el Frente Nacional y, por tanto, ganaría en la segunda ronda de las elecciones nacionales. Juppé estaba por un programa que convocaría a los votantes centristas indecisos y aun a los votantes socialistas (primero en la primaria y después en las elecciones generales). Casi nadie prestó atención al programa de Fillon. Las predicciones eran que Juppé sería el candidato más fuerte en las elecciones generales y que, por tanto, era probable que él sería el próximo presidente de Francia.
Qué equivocado estaba todo mundo. No sólo Fillon llegó en primer lugar, sino que Juppé vino después y Sarkozy apenas en tercero, lo que lo eliminó de la segunda ronda. Sarkozy muy pronto respaldó a Fillon en la segunda vuelta, detestando a Juppé y meramente regañando a Fillon. La segunda ronda nos brindó resultados todavía más decisivos. Fillon obtuvo dos tercios de los votos emitidos.
Entretanto, en la primaria próxima para la izquierda las divisiones son masivas. Es probable que el presidente François Hollande, cuyas cifras de apoyo son miserables y que ha dicho que anunciaría si se presenta a la re-elección o no, probablemente se retirará de la competencia. De otra manera, se arriesga a la humillación de no ser electo ni en la primera vuelta. Pero como no hay quien se plante claramente en la izquierda y probablemente no haya quien pueda convocar a las tropas
después de una segunda vuelta, es probable que la izquierda no tenga siquiera un candidato en la segunda ronda de las elecciones nacionales.
Si en la segunda ronda de las elecciones nacionales está Fillon contra Marine LePen, del Frente Nacional, se vuelve urgente mirar en qué programa se está sustentando Fillon. Antes de la primera primaria Fillon había publicado sus tres prioridades, junto con 15 medidas específicas para instrumentar estas prioridades. Las tres prioridades eran: 1) La liberación de la economía
, 2) restaurar la autoridad del Estado para proteger a los franceses
y 3) afirmar nuestros valores
.
Traduciendo las consignas a un lenguaje más claro, Fillon propuso combinar una programa económico tatcherista
para convocar a los votantes que pujan por los negocios primero
, un programa anti-inmigrantes para convocar a los votantes de la clase media temerosos de la decadencia económica personal, y un programa tradicionalista en lo social para convocar a los votantes católicos de ala derecha. Tenía otro elemento en su respaldo. Juppé había recibido el respaldo de una figura centrista importante, François Bayrou. Pero Bayrou respaldó a Hollande en la elección presidencial previa, y era considerado traidor por muchos en la derecha, gente que atribuía la derrota de Sarkozy a manos de Hollande en 2012 como producto de las malas obras de Bayrou.
Si esta combinación de temas les parece similar a aquellos temas de Donald Trump o los votantes del Brexit en Gran Bretaña, no les falta razón. La diferencia principal yace en el sistema de dos rondas en Francia. La cuestión ahora es qué tan efectivo puede ser LePen en la lucha contra Fillon. El periódico francés de centro-izquierda Le Monde advierte de una debilidad en la posición de Fillon. Su respaldo en la primaria carecía de lo que ellos llaman “le vote populaire”. Su respaldo provenía en gran medida de los profesionales urbanos y los hombres de negocios más la gente retirada. Las clases populares a lo ancho y largo del país se han abstenido de votar. ¿Puede Fillon impedir que estos votantes piensen que LePen sea un presidente más adecuado?
LePen ya denunció a Fillon como vocero de la división de clases al promover el peor programa de destrucción social que jamás haya existido
. Florian Philippot, vicepresidente del Frente Nacional, atronó: La globalización salvaje ya tiene su candidato; se llama François Fillon
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¿Hará espuma el milagro Fillon en las elecciones generales? ¿Puede hallar el modo de conseguir el respaldo popular, sea que voten por él o se abstengan de votar? Sea cual sea el resultado, Francia claramente se está uniendo en la tendencia hacia la derecha de Estados Unidos y el resto del Norte Global. Todos los ojos estarán puestos en Alemania, para ver si puede resistir esta tendencia.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein