Noviembre 19, 2024

No se puede ser líder político y, a la vez, activista de los negocios (Andrés Allamand)

Nada más acertada la frase de Allamand, dirigida a su amigo personal, Sebastián Piñera Echeñique, cuando se postulaba como candidato presidencial por la derecha. Ahora, pedir a Piñera que deje de ser un activista de los negocios, va contra su naturaleza ambiciosa y de ludópata incorregible, pues es más fácil sanar va un drogadicto o un alcohólico que a un jugador empedernido.

 

 

Para Sebastián Piñera no existe ninguna incompatibilidad entre negocios y política y podríamos decir – sin ningún ánimo de injuriarlo –  que “la patria es su gran negocio” y, a veces ambos intereses coinciden, pero en otras es incompatible. El dinero, al fin y al cabo, no tiene olor ni patria, y el gran aporte del capitalismo ha sido el de destruir las fronteras  en favor del cosmopolitismo de bolsas y empresas.

Sería impropio culpar a Piñera de la mezcla de sus negocios personales con la política, pues para su mentalidad virginal no existe ninguna diferencia entre unos y otros. Como diría el premio Nobel de Literatura Saramago, “el poder real es la economía y no tiene ningún sentido hablar de democracia”.

El ADN de Sebastián Piñera no es más que el resultado de esta mezcla no culpable entre negocios y política –  demás está recordar que fue fugitivo de la justicia debido a la quiebra del Banco de Talca, donde él se desempeñaba como gerente, y los únicos que pagaron ante la justicia fueron los socios mayoritarios, los dueños de las ricas caramelos Calaf, que eran y siguen siendo las delicias de los niños – y de nada sirve que la entonces ministra de Justicia, Mónica Madarriaga, lo haya echado al agua recordando las gestión de su hermano José, ministro en el gobierno de Augusto Pinochet, para detener el brazo implacable de la justicia.

Ya de lleno en la política, el senador Piñera no sólo seguía jugando a la “ruleta” de la bolsa, sino que también se daba el lujo de recomendar a un periodista, Juan Andrés Richard, que dejara como como una tonta a su rival de la “patrulla juvenil”, a la a la encantadora, garabatera y temperamental Evelyn Matthei – sería más genial como soprano y concertista que como alcaldesa de Providencia

En los negocios y el poder, sus dos grandes pasiones, Piñera seguía haciendo de las suyas, esta vez como presidente de Renovación Nacional: engañó a los accionistas en el famoso caso Chispas, aprovechándose de información privilegiada, para adquirir acciones que iban a tener una ganancia abultada. El genial aporte de Piñera en los negocios es que las normas no están hechas para ser respetadas, sobre todo, por los superhombres y genios de los negocios. (Me pregunto si es un anarquista neoliberal o un nietzscheano a contratiempo).

Cuando llegó asumió la primera magistratura del país fue tal la presión de sus amigos personales, un poco timoratos para los negocios, que lo presionaron a adoptar un fideicomiso ciego, de tal manera que él “ignorara” cómo, cuándo y en qué se invertía su capital chileno, es decir, sólo 400 millones de dólares, de un total de 2.500 millones de dólares, que seguían transándose en el extranjero. El Presidente en ejercicio, muy hábil para los negocios, lo sabemos todos, dejó el manejo de su capital en manos de uno de sus hijos, de nombre, como su padre, gerente de la empresa familiar Bancard – nada más segura que la familia propia para proteger el capital -. Según algunos, tal vez calumniadores, andan diciendo que el Presidente Piñera había aumentado su capital considerablemente cuando se convirtió en simple ciudadano.

Es un mito urbano el que los Presidentes de la República no hacen negocios cuando están en el poder: lo hizo el Presidente Aníbal Pinto, antes de la Guerra del Pacífico y de la Pacificación de la Araucanía; Germán Riesco era dueño de un Banco, y usó su poder para salvarlo de la quiebra; Arturo Alessandri Palma se enriqueció como abogado de las Oficinas Salitreras; Juan Luis Sanfuentes duplicó las ganancias en la Bolsa de Comercio y,  además explotó a los campesinos de su fundo, en Camarico  (Curicó), hecho denunciado por el periodista Tancredo Pinochet. En resumen, no se puede juzgar sólo a Piñera en  esta mezcla entre negocios y política.

Siguiendo la lógica de que la política es negocio y los negocios constituyen la política, no nos puede extrañar que el subsecretario de Minería en el gobierno de Piñera, Pablo Wagner, y también dos de sus ex ministros, Pablo Longueira y Laurence Golborne, estén formalizados en los casos PENTA-SQM y también algunos por Corpesca. El jefe de campaña presidencial, Santiago Valdés, también está implicado en el caso SQM.

Que el ciudadano Piñera pague sueldos a sus antiguos funcionarios en CHV por medio de boletas, a cargo de Aguas Andinas, no nos debe extrañar, pues para Piñera la empresas serían todas de su propiedad, y Chile, un juego el Metrópolis, en que puedes caer en cualquiera de los casilleros, menos en el de la cárcel; por lo demás, en este popular juego es apenas una breve estadía vacacional en un hotel cuatro estrellas.

Nuestro “reyecito”, personaje antiguo y famoso de El Mercurio, no se conforma con invertir en Chile  solamente: a través de su “oficina familiar” Bancard, establece una rama en las Islas Vírgenes británicas, paraíso fiscal donde se pasea pilucho, como el Adán moderno, su amigo del alma Laurence Golborne.

Bancard Internacional adquirió acciones en Perú, de la Empresa Pescara Exalmar, en 2011, es decir, cuando era Presidente de Chile, cuyos bonos estaban calificados en B+, que significa grado de inversión, y pagan un dividendo de 7,37%, mucho más que CODELCO. Del 17% de inversiones extranjeras Bancard tiene el 9%, un verdadero negocio redondo.

Parece difícil creer que un asunto tan importante como era el resultado  del juicio de la Corte Internacional de Justicia de  La Haya, el gobierno chileno no haya considerado las variables económicas, es decir, el estado de las inversiones en cada de los países concernidos – Perú y Chile – sobre todo cuando el ministro de Relaciones Exteriores de Chile,  Alfredo Moreno, era más un inversionista financiero que un diplomático, y que se les haya pasado de largo las inversiones de Bancard en Exalmar.

El Ministerio de Relaciones Exteriores chileno es más un boliche que  un gabinete dedicado a las relaciones con los demás países, por esta razón no es de extrañar la falta de profesionalismo de nuestros ministros y diplomáticos. Nada de raro que el ministro actual Heraldo Muñoz, exculpe a Piñera por las acusaciones que se le hacen con respecto al fallo del Tribunal de la Haya, que haya favorecido a Exalmar y, por consiguiente, a Bancard.

En una reunión entre los entonces Presidentes  Alán García y Sebastián Piñera, de Perú y Chile, respectivamente, Piñera recordó era descendiente, por parte de la Picha Echeñique, su madre, nada menos que de Huayna Capac,  último emperador inca y, como es especialista en chistes malos, agregó que García era también su pariente, así fuera oveja negra.

Sebastián Piñera no sólo tiene líos en Perú, sino también en Argentina: como director que fue de LAN-Chile, aparece acusado ante la fiscalía  de ese país por coimas a funcionarios del anterior gobierno de Cristina Fernández.

En los negocios no hay fronteras, pues los especuladores financieros no tienen otra bandera que la negra con la calavera, y la presidencia de la república, creen ellos, les pertenece pues los electores son arribistas y Fachos pobres y se creen la estupidez de que cuan ricos sean los poderosos, menos roban.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

17/11/2016                            

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