Pablo Longueira ha declarado que el estar obligado a acostarse temprano, debido a la presión domiciliaria nocturna decretada por un juez, le permite – creo yo – experimentar buenos sueños en vez de escuchar voces de ultratumba, como las que profería su mentor, Jaime Guzmán Errázuriz, desde el cielo de los momios, donde hay un Cristo disfrazado de milico romano, y un evangelio ad hoc que se acomoda a los poderosos y autoritarios. ¡Bienaventurados los ricos que dan pega a los rotosos subversivos e inútiles, así sea con sueldos “reguleques”!
El renovado y casi irreconocible Pablo Longueira sólo requiere meterse a la cama y dedicarse a soñar con el paraíso perdido. Ahora declara que es un lujo para Chile el contar con dos candidatos ex Presidentes de la república, y agrega, como buen profeta, que uno de ellos se retira anticipadamente, va a favorecer la combinación contraria. Esta idea de la dupla Lagos-Piñera no es una invención sólo de don Pablo, sino que está en la mente de todos los empresarios, tecnócratas, fachos ricos, emergentes y pobres, concertacionistas de todos los pelajes y miembros de la derechista Chile Vamos, es decir, de toda la gente del partido del orden que sueña con una restauración y la mantención y hegemonía de la fronda plutocrática, lo que equivale a considerar a la gente “bien-pensante” de Chile, que desayuna con El Mercurio y toma el té con La Segunda.
Pablo Longueira, un caballero de tomo y lomo y un genio de la vieja política, le ha bajado un amor sin límites por don Ricardo Lagos Escobar, que para él es el gran estadista de nuestra historia política y que posee las cualidades de respeto al orden establecido, que heredáramos e don Diego Portales, como también su amor a la educación de Manuel Montt Torres. Si por acaso nuestro gran docente, Ricardo Lagos, tuviera que retirarse por culpa de los jacobinos que aún quedan entre las filas de socialistas de del PPD, al país le queda una carta ganadora, aunque no tan buena para él como Lagos, que es Sebastián Piñera.
Tenemos mala memoria y no recordamos los enormes aportes del gran político de la UDI, Pablo Longueira:
En primer lugar, el invento de la UDI-popular, es decir, disputar a los ateos comunistas los pobladores de las zonas marginales, convirtiéndolos al “cristianismo longueirista”, y el ideal que las asistentes del hogar entraran al Opus Dei y aprendieran a servir con alegría el cambio de pañales de las guaguas con olor a caca, el preparar ricos platos para los patrones y barrer como San Martín de Porres y, a partir de estos humildes oficios – como dice San Pirulín, Escrivá de Balaguer – conquistar el reino de los cielos.(orar y trabajar en silencio como los monjes)
En segundo lugar, salvó el gobierno de Ricardo Lagos, mediante un gesto generoso y altruista, permitiendo que las empresas pudieran financiar las candidaturas y, de esta manera, se apropiaran de la política. Pablo Longueira no tendría ninguna culpa del frenesí de los empresarios para financiar campañas y comprar políticos.
En tercer lugar, intentó salvar el gobierno de Sebastián Piñera, sumergido en el limbo de empresarios y tecnócratas que según Longueira, carecían de “relato” – palabra siútica para referirse a las ideas políticas -, él mismo se hizo nombrar ministro de Economía para regalar el mar a las grandes empresas pesqueras en detrimento de los pescadores artesanales – hasta hoy abogan por la abolición de la ley de pesca, promulgada durante el gobierno de Piñera -.
En cuarto lugar, se le atribuye haber favorecido al SQM, especialmente en el royalty minero, luego del terremoto de 2010.
En quinto lugar, cuando Laurence Golborne se vio obligado a retirar su candidatura a presidencial al ser descubierto violando a las Islas Vírgenes, paraísos del dinero fácil. Longueira puso el pecho a las balas y se convirtió en el candidato de la UDI para las primarias que le ganó al político de Renovación Nacional, Andrés Allamand, pero el destino le jugó también una mala pasada y tuvo que retirar su candidatura debido a una enfermedad causada por acumulación de trabajo.
Pablo Longueira no es culpable de que en cada uno de los denodados esfuerzos el resultado sea contrario al buscado con tan loables intenciones: que la UDI-popular se haya limitado a evangelizar a los catecúmenos de Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea y Providencia; que el aporte de las empresas haya contribuido a la corrupción de la política; que el “relato” de Longueira haya hundido a Piñera; que la ley de pesca haya sido un escándalo; todo estos contratiempos no son sólo culpa de “san” Pablo Longueira, sino que del aciago destino que su dios le ha enviado para probarlo en este valle de lágrimas. Baste recordar la historia del desgraciado profeta Jeremías.
Longueira es un hombre de fe, casi un siervo de Dios, y está tan convencido de que la dupla de estos “dos gigantes” de la política chilena salvará a Chile, que no puede aceptar que un periodista advenedizo y muy lejano de la casta política, ponga en peligro la candidatura de su amado Ricardo Lagos. Con voz engolada de viejo repúblico, sentencia que lo de la candidatura de Alejandro Guillier es un cuento y, como tal, desaparecerá como una espuma.
En los sueños nocturnos de Longueira, de repente aparece la pesadilla en el sentido de que los chilenos “faltos de juicio” se les vaya a ocurrir elegir a un personaje que ponga en peligro el poder y sucesión de la casta política y económica, es decir, a un populista.( ya lo hicieron con Allende)sostiene Pablito
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
08/11/2016